domingo, 25 de noviembre de 2007

EL DÍA EN QUE GRITÉ BRAVO A FERNANDO FERNÁN GÓMEZ

Ahora que ha muerto Fernando Fernán Gómez he recordado las veces que pude verlo. Fueron dos o tres en tertulias en los Colegios Mayores, cuando yo estudiaba, pero también entonces tuve ocasión de escucharlo en un recital de poesía en el teatro Español. Fueron dos sesiones, allá por 1980, sin publicidad y donde los asistentes eran sobre todo cómicos. Yo estuve en el primer recital y escuché en el vestíbulo, antes de empezar, comentarios un poco mordaces de otros actores famosos. Que si era una temeridad, que cómo se atrevía a recitar poemas, cosas así. Bueno, pues me subí al gallinero donde estaba mi sitio y empezó la sesión. Fernando puso en un atril lo que llevaba escrito y empezó a leer un montón de poemas clásicos de un modo insuperable. Tengo mala memoria, pero recuerdo que leyó la Letanía de Nuestro Señor Don Quijote, de Rubén Darío, el Miré los Muros de la Patria Mía, de Quevedo, cosas así, muy conocidas, muy clásicas y muy difíciles. Pasaron veinte minutos entre un silencio total, yo creo que al haber asistido la gente con tantos prejuicios de fracaso no se atrevían a decidirse a que les gustara. Lo que viene a cuento es que yo no pude resistir más y solté un bravo a todo gritar desde mi rinconcito del gallinero. Entonces Fernando Fernán Gómez miró hacia mi lugar y me dio las gracias con una inclinación de cabeza. A partir de ahí fue la debacle de aplausos, vítores y gente en pie. Yo todavía recuerdo su gesto con emoción. Hay pequeñas cosas que permiten comunicarse a los seres humanos mejor que los grandes discursos.

viernes, 23 de noviembre de 2007

IKEA


¿Por qué adoro Ikea? Porque Ikea encarna los ideales del movimiento moderno. En el siglo XX, muchos arquitectos fueron sensibles a los problemas de habitación de la humanidad y, para lo que viene al caso, diseñaron edificios, sillas, mesas, relojes, floreros, para que los obreros pudieran disfrutar de condiciones de vida dignas. También se preocuparon de que se pudiera tomar contacto con la belleza sin ser rico, y la razón de ser de los diseños en tubo hueco de acero curvado (como las sillas de Marcel Breuer) era su bajo coste de fabricación. Sin embargo, yo no sé cómo, las patentes fueron a parar a empresas como Cassina, que han fabricado durante muchos años esos muebles a un precio insoportable.
Y todo ha estado secuestrado para quien se creó hasta que llegó Ikea.
Ikea destina una cantidad ilimitada de dinero al diseño, y una cantidad limitadísima de dinero a la producción. Eso convierte a todo lo que produce Ikea en objetos bellísimos, que rozan la perfección habitualmente y que tienen un precio demoledor.
En los ejemplos que podéis ver, hay dos jarrones para flores de Ikea, y un conjunto diseñado por Alvar Aalto (un arquitecto nórdico) que vende Eupalinos, que es ¡Una cooperativa de arquitectos! supongo que, como tal cooperativa, sin más ánimo de lucro que el de poder asumir los costos de establecimiento y comercialización.
Ikea manda de vez en cuando folletos a los estudios de arquitectura, porque no los discrimina en su reparto de publicidad dirigida a los hogares.
Eupalinos envía su publicidad solamente a los arquitectos, por lo que yo sé.
Me parece que sobre todo esto tengo mucho que hablar y mucho que pensar.
PD. Se me olvidó decir que el precio de los floreros de Alvar Aalto no incluye IVA.