lunes, 28 de abril de 2008

AVENTURAS EN UN MOCKBHY


Un Mockbhy es un coche sencillo, relativamente frecuente en Cuba. Es un cuatro cilindros, fabricado en la Unión Soviética, con cuatro velocidades, refrigerado por agua. Los neumáticos son diagonales, no radiales. Es un coche espartano, sencillo y fiable una vez que se reparan los errores más graves de su construcción, como por ejemplo la calidad del termostato que abre y cierra el paso del refrigerante hasta el radiador.
La propiedad de los Mockbhy no puede intercambiarse libremente, porque se trata de un bien propiedad del estado, cuyo uso se encuentra cedido a un ciudadano como estímulo y premio al trabajo que realizó. No puede usarse por ciudadanos extranjeros, por tanto; si la policía detecta este uso fraudulento, el propietario se arriesga a perder el vehículo. Mucho se fiaba de mí la persona que me cedió el suyo durante miles de kilómetros, años atrás. Desde aquí le agradezco la confianza, a la que, afortunadamente, pude corresponder devolviendo siempre el vehículo en un estado algo mejor del que tenía al recibirlo yo (el dichoso termostato).
No me hicieron falta muchos viajes a Cuba para darme cuenta de que el uso de los vehículos que se alquilan a los turistas no era viable para mis fines. ¿Te imaginas, Jueves, recibir la visita de un amigo querido que aparcó su jet en la puerta de tu casa? Los coches de Turismo llaman la atención al igual que la llamaría caminar con taparrabos y plumas de guerra. Atraen justamente a lo que tú no deseas atraer. Dificultan a las familias normales su relación contigo. Andar sin transporte tampoco es muy práctico si pretendes conocer desde Punta Maisí al Cabo de San Antonio. Alquilar con conductor conlleva una servidumbre aceptable en algunos casos, pero no para aquél que considera la vida un curso acelerado de cubanidad. Yo fingía vivir en la Habana, en un denodado esfuerzo porque los cubanos me consideraran uno de los suyos. Un Mockbhy beige, de los más pequeños, es perfecto, dentro de lo que cabe.
Como hay que camuflarse con los colores del ambiente, conducir un Mockbhy es lo más fácil del mundo, Jueves: cuarta velocidad y de siete a diez kilómetros a la hora, con un punto de gas para que no tironee. Si reduces a tercera o das un acelerón, tu acompañante pensará: "Dios mío, cómo tú gastas gasolina". Eso hay que evitarlo a toda costa. Piensas el trayecto; buscas el camino más corto; arrancas; metes la cuarta velocidad.
Hoy contaré el día que sudé una tinta más fría con mi Mockbhy. Debajo de la bahía de La Habana hay un túnel, a trece o catorce metros de profundidad y de unos 750 m. de longitud. Empezaba a cruzar el túnel. El motor empieza a dar falsas explosiones, petardazos. Justo en la mitad se para. Se acerca un guardia con el arma reglamentaria (parecía una ametralladora, no sé qué sería). "No se puede parar aquí" (y tanto, dos carriles en cada sentido, que no siempre funcionan). Me mira. Me remira: "¿Usted es extranjero? ¿De quién es el carro?". "De mi suegro" (era la respuesta convenida), contesto yo con una voz que no me sale del cuerpo. "Su suegro va a perder el carro". Denodadamente, intento arrancar. Arranco. Ya arrancó, le digo, me voy. Le digo adiós. Me dice adiós. Siento agradecimiento y le alargo, antes de marchar, dos dólares al policía. Me pone mala cara. El motor se para de nuevo. "Intento de soborno", me dice. "Eso ya no se lo puedo resolver yo, habrá que ir para la estación de policía". Le razono que no fue intento de soborno sino intento de agradecimiento. El motor había arrancado, yo me disponía a partir, nos habíamos despedido, yo ya no necesitaba su ayuda. Me acepta el razonamiento. "De todas formas, no tengo otra que avisar a la grúa", me dice. "Dispone usted del tiempo que tarde en llegar".
Le pido permiso para reclamar ayuda de otros coches que pasen. Me repite que dispongo del tiempo que tarde en llegar la grúa. No puede hacerse otra cosa.
Hago alto al primer coche que pasa, con cinco cubanos dentro. Les cuento el problema. Tardan unos cinco segundos, después de abrir la cubierta de chapa, en mirarse y decir: "Se tupió la bomba de la gasolina". Me miran. Se miran. Me dan el diagnóstico: "La única solución es que baje la gasolina por gravedad hasta el carburador". Arrancan el depósito del líquido limpiaparabrisas. Lo llenan de gasolina. Lo apoyan encima de la cubierta del filtro del aire. Lo empalman con el carburador. El motor arranca. Salgo de allí. Total, cinco o seis minutos.
A un kilómetro más allá del túnel, paramos de nuevo. Me limpian la bomba y reparan la avería. Todo como nuevo. Nos despedimos. Yo, con el corazón a doscientos veinte v., decido irme para la playa a despejar.
A la vuelta, al ver el túnel, tomo carrerilla por lo que pueda pasar y lanzo el coche. Un policía me da el alto, gritando: "Exceso de velocidad". Cuando estoy casi parado, me mira: es el mismo policía de por la mañana. Sonriendo, me indica con la mano que siga mientras me dice: "Ya te salvé dos veces, ¡aprende!". Y sí, procuré aprender.
Otro día, más de mi Mockbhy.

domingo, 20 de abril de 2008

PUNTO FINAL. MISCELÁNEA


Cuando me propuse narrar la ruptura de Orígenes, pensé que tendría interés dar a la luz la relación de los escritores que supuestamente quedaron fieles a Lezama y los que se pasaron a Rodríguez Feo. Ahora no pienso así. Es natural que a la hormiga le parezcan demasiado expresivas las huellas del elefante, pero verla clasificar tales huellas, distinguiendo elefantes buenos y elefantes malos sería ridículo. ¡Qué sabrá ella de bondad y maldad entre los que no son de su especie!
Me ha hecho comprender todo esto el haber tenido la prudencia de repasar las fechas de las cartas entre María Zambrano y Lezama. Dije en uno de los comentarios que Zambrano fue de los primeros en colaborar con Rodríguez Feo. He podido comprobar que ello no alteró en absoluto su amistad con Lezama, que le siguió escribiendo expresando un afecto cada vez mayor. Esta comprobación me ha hecho sentirme la hormiguita del cuento del párrafo anterior. No obstante, como tengo Orígenes, estaré encantado de facilitar, particularmente, la información que desee conocer cualquiera de mis lectores.
Y leyendo otras cartas entre Julio Cortázar y Lezama he visto la preparación escrupulosa, por parte de Cortázar, de un extenso artículo sobre Paradiso. Muy fácil, pensé: bastará con sacar de su estante los tomos de la Obra Crítica de Cortázar para encontrar el artículo. Con asombro vi que el artículo no existía, en la edición de Alfaguara que poseo. Después de mucho buscar por librerías y tomos de Obras Completas, al fin, encontré el artículo. He podido leerlo en la vieja edición que conservo de "La vuelta al día en ochenta mundos". Allí el artículo se llama "Para leer a Lezama Lima". Si el artículo no es Obra Crítica, y de la buena, que venga mi querido Martín Alonso y lo vea.
Esta ausencia en la edición de la Obra Crítica de Julio Cortázar, unida a la mutilación, en las ediciones de la Obra de Juan Ramón de su "crítica paralela" ha hecho temblar uno de los postulados que yo he tenido siempre más firmes en mi conciencia. ¿Cuando leemos a los escritores, leemos realmente lo que ellos han escrito? Siempre he dado por supuesto que se censuran libros completos, que se impide su publicación o su difusión. Pero ese problema siempre pensé que se resolvía en las trastiendas de las librerías, tal vez porque en mi juventud bastaba con guiñarle un ojo al librero para que te aceptara en su secreta secta y te vendiera el libro prohibido que te interesara. ¿Se censurará, desde siempre, desde dentro de los textos? ¿Se cortan párrafos, se cambian vocablos, se interpreta el sentido de las puntuaciones? Resulta que "Para leer a Lezama Lima" no es Obra Crítica. Qué asombro, qué miedo da solamente pensarlo.
He terminado de leer el libro de John Lawrence Tone "Guerra y genocidio en Cuba 1895-1898". Del libro, destaco la impresión que me ha producido la figura de Arsenio Martínez Campos. Es el primer Capitán General de la guerra, y es recibido en España entre abucheos al ser sustituído por Weyler. Martínez Campos se debate entre la necesidad de corresponder al juramento prestado y sus convicciones personales. No se considera capaz de dirigir el curso de la guerra. No está dispuesto a hacer lo que hay que hacer para ganar, lo que luego hará Weyler. "Podría reconcentrarse las familias de los campos en las poblaciones", escribe, pero entonces "la miseria y el hambre serían horribles". "Creo que no tengo las condiciones para el caso". "No puedo yo, representante de una nación culta, ser el primero que dé el ejemplo de crueldad e intransigencia". Pide repetidamente a Cánovas que lo sustituya. En algunos lances, parece que busca el empate más que la victoria, siempre eludiendo la forma de combatir que no considera honorable, aunque sea efectiva. Weyler, su sustituto, hace la reconcentración y Martínez Campos regresa a España, donde se le recibe como a un fracasado. Me ha llamado la atención el difícil trance de Martínez Campos. ¿Cómo responderíamos nosotros?
En cualquier caso, como no he leído mucho sobre guerras, el libro me ha hecho tomar contacto con la atrocidad, con lo inhumano, con lo increíble. Las guerras en televisión tal vez se cubren de banalidad, el medio las contamina. El libro tiene dos o tres fotos atroces, de seres humanos vivos, en el esqueleto más puro, resultado del hambre. Son fotografías que será difícil olvidar.
La imagen que se muestra es el adoquinado de madera de la Plaza de Armas de La Habana, en su estado de hace catorce o quince años, frente al Palacio de los Capitanes Generales; adoquinado que amortigua el ruido del paso de carruajes, lo que pudiera interrumpir el descanso del Capitán General.
Sobre la poesia española, después de Juan Ramón, hablamos otro día.

domingo, 13 de abril de 2008

MÁS DE JUAN RAMÓN



A Julio Roberto, esperando que sea voz de Guatemala y que me conteste, por lo menos, a la segunda. A Eduardo García, muerto en Cuba en 1961, sabiendo que no podrá contestarme.

De "Estética y ética estética":

CON PABLO DE LA TORRIENTE BRAU

Cada hombre, amigos cubanos y españoles, puede pensar, sentir y hacer de sí mismo, con relación a una paz acostumbrada, y sobre todo, a una mala guerra, lo que quiera o lo que pueda. Y todos merecerán, con la sola condición de que sean sinceros y honrados, o ¡ay! de que lo parezcan, nuestra consideración absoluta... o relativa.
Sí, sí. Pero ningún hombre, ni uno solo, sea del lado y de la cara que fuese, y sea el que fuere su acuse del destino, se atreverá a dudar ni a sonreír pública ni íntimamente de la fe, la esperanza, la caridad, el noble heroísmo de otro hombre palpitantemente joven y poeta, que deja una hirviente paz y su patria viva para morir con el corazón en la mano, por el mundo que sueña, en otra.
Esta vez, la otra patria ha sido España; el héroe, un cubano: Pablo de la Torriente. Yo, como español del mundo que él soñaba, me inclino ante el ejemplo jeneroso de su muerte.

¿TORRE DE MARFIL, ETC.?

Mi "apartamiento", mi "soledad sonora", mi "silencio de oro" (que tanto se me han echado en cara, y siempre del revés malévolo, y tanto me han metido conmigo en una supuesta "torre de marfil", que siempre vi en un rincón de mi casa y nunca usé) no los aprendí de ninguna falsa aristocracia, sino de la única aristocracia verdadera y posible.
Los aprendí desde niño, en mi Moguer, del hombre del campo, del carpintero, del albañil, del talabartero, del encalador, del alfarero, del herrero, que trabajaban solos casi siempre en lo suyo, con el cuerpo en el alma, y los domingos muchas veces como yo, los desiertos domingos interiores, por la verdad, la fe, la alegría de su lento y gustoso trabajo diario.
Yo era torrero de marfil, para ciertos algunos, porque no iba a los corros del café, de la revista, del casino, del teatro, de la casa de prostitución. No, no iba; no iba porque iba al campo y me paraba con el pastor, o la lavandera; al taller y hablaba con el impresor, el encuadernador, el grabador, el papelero; al hospital a ver al enfermo y la enfermera; a la plaza (mis queridas plazas de Moguer, de Sevilla, de Madrid, de donde fuera), en cuyos bancos conocí a tanta jente mejor, viejos, muchachas, niños, ociosos de tantos trabajos, y con tantas historias y tantos sueños.

De "El trabajo gustoso":

EL CARBONERILLO PALERMO

Era tosco y feote el chiquillo de Palos, con unos claros ojos de fija redondez. Guardaba el carbón en el monte, y lo traía al pueblo en una burra vieja, digo, entre una burra y él. No se montaba nunca en la burra cargada con los sacos, la ayudaba con cuidado de niño.
La burra era para él la compañera de lo más largo de su vida, burra madre, burra hermana, burra amiga. En el campo solo, la burra era su espejo y su eco, lo era todo para él. Le llenaba el monte de vida tibia. Y con ella no se sentía vacío de cuerpo ni de alma por los arenales perdidos.
Aquel invierno la burra cayó mala. El carbonerillo, concentrado su amor, hacía todo lo posible por comprenderla, por adivinar qué tenía, para sanarla. Horas largas, inmensas horas de angustia inesplicable en el monte. Viento en las copas de los pinos, pajarillos ajenos, horizontes más lejanos.
Cuando ya la burra se echó y él no podía moverla, ideó cuidarla, entretenerla a su manera. La rodeó de paja, le traía yerba fresca, le ofrecía su pan y aceite, su sardinilla, su naranja. Se pintaba la cara con almagra y cisco y le bailaba así unos raros simulacros, unas mojigangas estravagantes; le contaba, echado contra ella, unos largos cuentos, le cantaba sevillanas, peteneras, malagueñas con letra propia y alusiva.
Sintió frío y le encendió a la burra una buena candela y se la mantuvo, hora tras hora, hasta que la burra se murió.
"¡Pero la burra se murió contenta!", decía, con su lagrimón sucio temblándole. Contenta la burra comprendida y amada del niño contento; el triste, el humilde trabajadorcillo.

[...]
Se oye mucho que la poesía sensitiva, que es la poesía esencial, debilita, y que es propia de soñador; que no es un empleo poderoso de la vida. [...] El que, como yo, ha vivido mucho tiempo en el campo, sabe que el hombre del campo, rudo en apariencia, suele estar lleno de finura para todo lo sutil que le rodea: nubes, flores, pájaros, aires, luces, agua. Tales hombres ciudadanos, comerciantes, escritores, oficinistas, casineros son quienes creen que es menos varonil espresar estos sentimientos. [...]
No, la poesía delicada no debilita. No se es débil por ser fino, sino por ser esterior; no por sentimiento profundo, sino por postizo injenio. Hombre y mujer son igualmente fuertes, y si por "afeminado", esa palabra tan pobre, tan despectiva para la mujer, se quiere decir débil, "afeminados" pueden ser el hombre y la mujer.
Lo "afeminado", que debe querer decir lo lijero de la mujer y del hombre, es lo redicho, lo refitolero, lo superficial, y esto, por desgracia, es común a mujer y hombre también. Ni la mujer es más débil, ni el hombre es más fuerte, tampoco, en su relación mutua; pero si se trata de exaltar lo que cada uno sintiese como opuesto deseado, el hombre debía exaltar lo delicado y la mujer lo fuerte. Se es débil por constitución orgánica, por enfermedad, por pereza; no por sutileza, por espiritualidad, por sentimiento. Todos seremos débiles si nos falta el sentimiento poético. Y no es tampoco poesía fuerte, como opinan ciertos tambores y clarines, esa que grita la espresión altisonante y retórica: "¡Hurra, cosacos del desierto!, etc." Cualquier coplilla popular es más fuerte que eso.[...] Escribir de propósito "poesía fuerte" es como cojer una estaca. Cuando el hombre o la mujer cojen una estaca, ya no son hombre ni mujer, son estacas. No dudemos nunca de nuestro poder natural, nuestro sentimiento desnudo.


De Sonetos Espirituales (1914-1915)

OCTUBRE

Estaba sentado yo en la tierra, enfrente
del infinito campo de Castilla,
que el otoño envolvía en la amarilla
dulzura de su claro sol poniente.
Lento, el arado, paralelamente
abría el haza oscura, y la sencilla
mano abierta dejaba la semilla
en su entraña partida honradamente.
Pensé arrancarme el corazón, y echarlo,
pleno de su sentir alto y profundo,
al ancho surco del terruño tierno,
a ver si con romperlo y con sembrarlo,
la primavera le mostraba al mundo
el árbol puro del amor eterno.

De Romances de Coral Gables (circa 1940) :

MÁS ALLÁ QUE YO

ESE ocaso que se apaga
¿qué es lo que tiene detrás?
¿lo que yo perdí en el cielo,
lo que yo perdí en el mar,
lo que yo perdí en la tierra?

¿Más allá, más, más allá,
allá que toda la tierra,
todo el cielo y todo el mar?

¿Más allá que lo pasado
y más que lo que vendrá,
más que el principio y el fin
y más que la eternidad?

¿Más allá que yo, que acabo
todo con mi imajinar,
que estoy antes y después
de todo, más allá, más?

¿Más allá que yo en la nada,
más que yo en mi nada, más
que la nada y más que el todo
ya sin mí, más, más allá?


CALLE DE SOLISOMBRA

CUANDO la calle termina
en las dos esquinas otras,
sigue una calle de luz,
dos paredones de sombra.

Esta calle tiene todo
el arroyo de la otra;
lo que las casas tenían
lo tienen dentro sus sombras.

Y hay un hombre que prefiere
la calle de solisombra
y pierde por ella todo
lo que no encuentra en la otra.

6
PREGUNTAS AL RESIDENTE

Primera:

¿TÚ que pasas por las piedras,
tienes también raíz dentro?

¿Tu suelo y tú estáis fundidos
como yo con otro suelo?

¿Tienes también raíz fuera,
tú que pasas con el viento?

¿El sueño que vas rumiando,
vuelve a ti como a su centro?


Segunda:

¿NUBE parda que me aplasta,
te aplasta también a ti?

¿Los tizos que apagó el sol
cayeron en tu jardín?

¿El vano de este más alto
te es igual que me es a mí?


Tercera
(a los pinos hombres):

¿ESTÁIS aquí como allí,
decís al hombre lo mismo?

¿De igual manera os imanta
vuestra copa el infinito?

¿Vuestro rumor en el viento
es tranquilo y es tranquilo?

¿No hay más que un pinar, y es uno,
y es aquél y es éste, pinos?

Cuarta:

CONTRA el cielo sordo y plomo
¿tú te quedas en tu casa?
¿Esperas a gusto aquí
la muerte de tu mañana?

¿Desde aquí se va también
a la eternidad sin patria?

y Quinta:

ESOS cirros de carmín
¿qué paraísos reponen?

Tú que los ves desde aquí,
¿con qué fin te corresponden?

¿Qué mares llevan tu pie,
tus ojos, qué montes rompen?

¡Trastorno de aires y fe,
descomposición de soles!

sábado, 12 de abril de 2008

¿FUE INÚTIL LA RUPTURA?. MISCELÁNEA


No dispongo en estos días de "Estética y Ética Estética", de Juan Ramón, porque lo tengo prestado. Por eso, me he puesto a repasar "Ideolojía", que pasa por ser una edición "mejorada" al estar hecha a la vista de los manuscritos, originales, etc, del archivo de Juan Ramón en Puerto Rico. Y cuál no es mi sorpresa cuando veo que figura allí "Crítica Paralela", referenciada en una nota a la edición de Orígenes. Pues bien, en esa "Crítica paralela" no figura la menor alusión a V.A. ni a J.G. El artículo está gravemente mutilado, faltando absolutamente todo lo polémico. Así que, ¿Fue inútil la ruptura de Orígenes? ¿Ha prevalecido al final la opinión de Rodriguez Feo? Pobre Lezama, si esto fuera así. Para colmo, también se ha eliminado el agradecimiento a Alfonso Reyes. Quiere esto decir muchas cosas. ¿Son las nuevas ediciones de Juan Ramón ediciones "aumentadas" como quiere hacernos ver la propaganda editorial? ¿Son las nuevas ediciones de Juan Ramón ediciones censuradas? Ya era raro que no sea fácil conseguir la suma de lo publicado por Juan Ramón en vida. Y más raro aún que, en una obra tan fecunda, realizada en la labor de tantísimos años, se nos quiera mostrar siempre como "algo en marcha", como si todo lo publicado por Juan Ramón no fuera mas que una mera preparación para su obra definitiva, como si esta obra definitiva fuera un simple esbozo que quedó a su muerte y que corresponde a los eruditos definir y fijar. ¿En manos de quién está la obra de Juan Ramón? Yo asistí a una tertulia, en mi adolescencia, con uno de sus parientes y recuerdo con dolor que la conversación se limitó a provocar en nosotros, muchachos, una risa fácil, hecha a fuerza de anécdotas de excentricidades y rarezas.
Así que sin ir a la fuente de Orígenes no es posible conocer en su integridad "Crítica paralela". Y digo esto con motivo de lo que he observado en Ideolojía; puedo estar equivocado y que se haya publicado en otras ediciones, por lo que estaré encantado de cambiar de opinión si alguien me indica que no estoy en lo cierto.
En cualquier caso, copio la relación de lo que en mi ejemplar de Ideolojía (no sea que este caso coincida con el de Uqbar, Orbis Tertius, etc, de la Enciclopaedia Britannica) figura como "Crítica paralela" (la numeración es la de Ideolojía, ya que en Orígenes no hay numeración ninguna):
1. Él no puede
2. Estas cicatrices
3. A una violeta
4. Cuanto menos
5. Todos los sueños
6. El añadido tonto
7. Conciencia en marcha
8. A lo mejor de los dos
9 Le [sic] he comprobado
10. El exotismo
11. ¿Poesía de colores?
12. Pero no
13. Correjir y descorrejir
14. Es indeclinable
15. El orijen
y 16. Mis respuestas críticas
No sé a qué puede venir ni el y delante del 16 ni el "Mis respuestas críticas" sin estar acompañado de esas respuestas. Claro, así es fácil demostrar que Juan Ramón no estaba bien de la cabeza.
Tengo que confesar que toda esta polémica me está apesadumbrando. No soy yo quién para meterme en estas honduras, que no me gustan; pero voy de sorpresa en sorpresa. Empecé a leer Orígenes por Lezama. Empecé con Lezama por María Zambrano. Aquellos polvos trajeron estos lodos, pero no me gustan los lodos. Y como necesito descongestionarme (iba a escribir ya desconjes...) voy a pasar a otras cosas más alegres; por eso lo de Miscelánea.
Buscando algo reconfortante, he ido a parar a "El cristal amarillo" en la edición de Francisco Garfias. Allí está recogida la página de "El jardinero sevillano", que es una de las tantísimas que me gustan de Juan Ramón:

EL JARDINERO SEVILLANO

En Sevilla, Triana, y en un bello huerto sobre el Guadalquivir, calle del Ruiseñor, además (y parece demasiado, pero estas coincidencias son el pueblo auténtico). Desde el patio se veía ponerse el sol contra la Catedral y la Giralda, términos rosafuego entre el verde oscuro. El hortelano jardinero, hombrote fino, vendía plantas y flores que cuidaba en su mirador con esmero esquisito. Quería a cada planta y cada flor como si fuesen mujeres o niños delicados, y aquello era una familia de hojas y flores. ¡Y le costaba tanto venderlas, dejarlas ir, deshacerse de ellas! Este conficto espiritual (los tenía a diario) fué por una maceta de hortensias.
Vinieron a comprársela, y él, después de pensarlo y dudarlo mucho, quedó comprometido en el trato. La vendía, pero a condición, impuesta por él, de vijilarla. Y se llevaron la hortensia. Durante unos días el jardinero estuvo yendo a verla, a la casa de sus nuevos dueños. Le quitaba lo seco, la regaba, le ponía o le sacaba un poquito de tierra, le arreglaba las cañas. Y antes de irse se estaba un rato dando instrucciones para su cuido: "Que debe regarse así y no así, que el sol no tiene que darle sino de este modo, que mucho cuidado, señora, con el relente; que lo de más acá, más allá".
Los dueños se iban cansando ya de sus visitas. ("Bueno, bueno, hombre, no sea usted pesado. Hasta el mes que viene", etc) Y ya el jardinero iba menos; es decir, iba lo mismo, pero no entraba. Pasaba por la calle y veía la hortensia desde la cancela. O entraba rápidamente, pasando su vergüenza, con un pretexto. "Aquí traigo esta jeringuilla que me he encontrado, para que la rieguen ustedes mejor", o "que se me había olvidado este alambrito", o lo otro. Y con estas disculpas se acercaba a su hortensia.
En fin, un día llegó nuevo y decidido. "Si ustedes no quieren que yo venga a cuidarla, me dicen ustedes lo que les doy por ella, porque yo me la llevo a mi casa ahora mismo". Y cojió entre sus brazos al macetón añil con la hortensia rosa, y como si hubiera sido una muchacha se la llevó."

Quería también hecerme eco de las preguntas que Yolanda Molina hace en su blog sobre la amistad. He pensado contestarle desde aquí, con objeto de que podamos compartir nuestros lectores por si tuvieran la amabilidad de participar.
Con respecto a la amistad, lo que me la definió hace muchos años, y no he sabido cambiarlo, lo escribió Séneca en su carta IX:
"¿Me pides cómo nos podemos hacer un amigo rápidamente? Te lo diré si te avienes a que te pague en el acto lo que te debo [Séneca sostenía que, para tener un fiel de riqueza, entregaría un tesoro ajeno en cada una de las cartas] y quedemos en paz por lo que a esta carta se refiere. Dice Hecatón: "Te enseñaré una receta para hacerte amar sin drogas, ni hierbas, ni versos mágicos de bruja; si quieres ser amado, ama."
Sigue diciendo más tarde: "Quien comience a ser amigo por conveniencia, acabará de serlo también por conveniencia. Llevará la ventaja a la amistad cualquier recompensa si en la amistad preferimos cualquier cosa distinta de ella misma. "¿Por qué contraer una amistad?" A fin de tener por quien poder morir, de tener alguien a quien seguir en el exilio, a quien salvar la vida a expensas de la nuestra. [...] el amor puede definirse como una amistad enloquecida."
Y en la carta VI: "¿Me preguntas qué progresos he realizado? He comenzado a ser amigo de mí mismo". Grande fue el progreso que hizo: nunca más se encontraría solo. Puedes estar cierto que este hombre es amigo de todos. Consérvate bueno."
Termino. También Séneca tiene detractores por doquier, pero no quiero entrar hoy en esa polémica. Solamente diré, en su favor: ¿Acaso puede el escorpión dar leche de vaca?

Adenda: Tengo ya en mi poder "Estética y ética estética", en la edición de Garfias. También está suprimida la parte de la polémica. Se conserva el agradecimiento a Alfonso Reyes. En la introducción, Garfias se justifica: "Hemos procurado, tanto él [Francisco Hernández-Pinzón Jiménez. sobrino del poeta] como yo, que las páginas aquí reunidas tengan un alto nivel de calidad, desechando críticas primerizas o notas de menor interés; procurando, dentro de lo posible, que toda la labor reunida tuviese ese sello de exigencia antológica que el poeta deseaba para sus libros."
Tal vez la clave esté en el "dentro de lo posible".

viernes, 11 de abril de 2008

LA RUPTURA DE ORÍGENES: LA VERSIÓN DE CINTIO VITIER. DOS DÉCIMAS DE GUILLÉN


No me ha interesado nunca hurgar entre rencillas, así que desconozco por completo las raíces de la desavenencia entre JRJ otros "poetas". Algo grave debió suceder en 1933 entre J. Guillén y JRJ, porque en la edición del 62 de Francisco Garfias de cartas escogidas de Juan Ramón, ya figuran tres "Telefonemas" de éste a Guillén, que paso a copiar:

Madrid, 24 junio 1933
Joge Guillén
Valladolid

Ruégole retire orijinal mío revista.
Juan Ramón Jiménez.


Madrid, 27 junio 1933
Jorge Guillén
Valladolid

Quedan hoy retirados trabajo y amistad.
Juan Ramón Jiménez.


Madrid, 27 junio 1933
Jorge Guillén
Valladolid

Las innecesarias explicaciones las tiene ya X.
Juan Ramón Jiménez.

Aunque muchos digan que era difícil tratarse con Juan Ramón, a mí me parece todo lo contrario, a la vista de sus cartas. Es increíble leer cómo le dice a Valle, a propósito de un libro que éste le había dedicado, Tirano Banderas, que consideraba esa obra menor y de la parte preciosista y amanerada de Valle, la que a él no le gustaba, al contrario que "Divinas Palabras", que le parecía una maravilla. Quiero decir que Juan Ramón siempre llamó a las cosas por su nombre, siempre las expresó directamente al interesado, sin esconderse y a las claras, y nunca quiso que esa actitud tan poco "política" fuera motivo de disgustos. A mí ese modo de proceder me parece sencillo, tal vez porque muchas veces también lo he hecho así; por eso mismo sé que eso que se pretende hacer por verdadera lealtad no siempre sienta bien. A menudo he repetido que seguir la corriente a alguien es un modo poco digno de despreciarlo. Y aunque lo he repetido tantas veces, nunca me ha servido de nada.
Siguiendo el hilo de la narración de Marcelo Uribe en la introducción a la edición facsímil de Orígenes, Juan Ramón escribió a Lezama:
Querido Lezama:
Jorge Guillén me atacó con sus décimas y nonas de Orígenes y en Orígenes le respondo. Es necesario desenmascarar a los traidores.
Suyo siempre,
J.R.J.
Relata después Marcelo Uribe:
Según Efraín Barradas, Juan Ramón Jiménez tomó la décima de Guillén "Desnuda Perfecta" como una crítica o parodia de "vino, primero, pura", famoso poema suyo.
Y transcribe la versión de los hechos que refiere Cintio Vitier:

"En cuanto a la ruptura entre Lezama y José Rodríguez Feo, es una enredada historia de la cual tengo la siguiente versión. Un día que celebrábamos una fiesta familiar -creo que era el cumpleaños de nuestro hijo Sergio-, Lezama nos dijo que estaba muy preocupado por la colaboración que Juan Ramón Jiménez había enviado para el número que proyectaba dedicar al centenario de Martí, ya que contenía duros ataques contra Vicente Aleixandre y Jorge Guillén, quienes eran también amigos nuestros. Recuerdo que comentó que este tipo de ataque no era propio del estilo de Orígenes y mucho menos en un número dedicado a Martí. Según nos dijo había escrito a Juan Ramón tratando de convencerlo de que enviara otra colaboración, y desde luego no publicaría aquellos ataques en el número dedicado a Martí, como así fue. Juan Ramón, sin embargo, se mostró intransigente y alegó que había sido ofendido desde las páginas de la revista y tenía derecho a responder. Resultó que, efectivamente, en un número anterior se había publicado una décima de Jorge Guillén en que ripostaba el juicio de Juan Ramón sobre los "poetas profesores". Como aquello estaba escrito, diríamos, en clave, no nos dimos cuenta. Lo que la décima venía a decir era que si algunos poetas se ganaban la vida trabajando como profesores, el que los criticaba, en cambio, vivía de su esposa, cuya voz se oía al final de la décima diciendo: "No te canses, amor". (Por otra parte, aunque no en Orígenes, Aleixandre había declarado que toda poesía "esquisita" era una poesía "mutilada"...)
"[...] Nos expresó [Lezama] además que antes de salir Rodríguez Feo de viaje al extranjero, había revisado deprisa los materiales del número siguiente y nada objetó. Sin embargo, al regresar Rodríguez Feo de España, donde supongo que estrechó su amistad con Aleixandre y Guillén, y encontrarse con el número 34 de Orígenes, en el que se incluían los referidos ataques, le exigió a Lezama una retractación pública que él desde luego no aceptó. Entraron así en conflicto y se separaron.
"[...] Aunque ciertamente no nos pareció "correctísima" la andanada de Juan Ramón contra Aleixandre (como tampoco lo fueron las de Quevedo, Lope y Góngora entre sí), cerramos filas junto a Lezama, a quien lo que le pareció "correctísima", según dice en la "advertencia" del número 35, fue la "publicación de dicho texto. Nuestra participación desde ese momento se hizo más importante, directa y sustancial."

Bien, para terminar, copio las dos décimas citadas de Jorge Guillén, publicadas en el número 31 de Orígenes, bajo el título común de "Epigramas", junto con otras nueve:

DESNUDA PERFECTA
¿Toda luz no espera elegancia,
No exige forma a tanta vida?
Que los alfileres de Francia
Preparen la Venus vestida.
Cheques firme, por tanto, Creso
Para que el régimen de exceso
Transforme en pulcritud el mal
A que un demonio le condujo.
¿Conformar a Venus es lujo
-O la creación capital?

"LOS POETAS PROFESORES"
¿Y qué? ¿Usted me querría
Genial ignaro? ¡Por Dios!
Sostengo mi día al borde
Mismo de la vocación
Sin negocio que me anule,
Sin ocio en que impere yo
Como altanero parásito
De... No te canses, amor.
Trabajar también ahonda
La vida: mi inspiración.

martes, 8 de abril de 2008

LA RUPTURA DE ORÍGENES: CRÍTICA PARALELA


Para Maykel Gozález Vivero y Yolanda Molina, desde la
desazón de saber que yo soy el que copio y ellos quienes
leen; cuando en justicia los tres copiaríamos y leeríamos.

Bien, vamos al desenlace y después vendrá el nudo. Este es el artículo de Juan Ramón que provoca la ruptura de Orígenes. Lo lógico, en un mundo en desarrollo, es que estuviera digitalizado, como todo Orígenes. De momento, lo que está digitalizado son películas mil, que parece hacen el papel del teatro en otras épocas, así que no tengo más remedio que copiarlo. Pienso que el artículo de Juan Ramón se merece una de esas expansiones virales que están de moda, así que, si alguien quiere iniciarlo, no creo que pueda haber un meme más merecido.
En el siguiente artículo copiaré las décimas de Jorge Guillén que ofendieron a Juan Ramón, en el propio Orígenes; razón por la que J.R.J. pidió a Lezama contestar en el mismo medio. Más tarde, mostraré los nombres de los que quedaron fieles a Lezama y a Juan Ramón, publicando en el siguiente número del Orígenes de Lezama; y los nombres de los que se pasaron a González Feo, que prefirió ser amigo de Aleixandre y de Guillén. Por fin, plantearé la pregunta de si es estéril la poesía española en España desde entonces.
A simple vista se advierte que el artículo de Juan Ramón es largo para un blog -no así para una revista como Orígenes. No obstante, he pensado que valía la pena sacrificar comodidad a verdad y que cortarlo en dos partes podía incurrir en el defecto de cambiarle el sentido.



CRÍTICA PARALELA

ÉL NO PUEDE
(Examen y defensa)

YO soy superior al misterio que me rodea. Él no puede decirme todavía lo que yo podría ya oirle y entenderle.


ESTAS CICATRICES

Y me he hecho una línea de vida; he tendido de mi nacer a mi morir, con amarras a las dos orillas, un hilo tenso, intenso. Cada vez que esta línea se interrumpe, tengo que anudar el hilo roto, como puedo.
Estos nudos, digo, estas cicatrices son la cuenta de mi fracaso para unos y de mi gloria para otros. Pero lo que yo sé bien es que de cada cicatriz me sale un pájaro de fuego.


A UNA VIOLETA

VIOLETA López Suria, puertorriqueña fililí ¿de veras le gustan a usted las orquídeas más que los nardos, los claveles o sus hermanas las violetas?
Es verdad que las orquídeas, por no sé qué prejuicio humano, parecen menos naturales que las demás flores; pero seguramente lo son tánto [sic], es decir, son tan artificiales como esas otras flores que lo parecen menos; ya que la naturaleza es siempre tan artificial de tiempo y espacio. Una espiga, otra, otra, otra, hacia la espiga "nunca mejor".


CUANTO MENOS

LA naturaleza inconciente no es para inspeccionarla toda, sino para sorprender en ella lo mejor, lo más hermoso. ¡Pues cuánto menos podrá ser inspeccionada la obra de un hombre que lucha con su conciencia! En ella, cada otro podrá sorprender algo. Y para algunos será útil hasta lo peor de lo sorprendido.
Este es mi destino de hombre, hacer lo peor y lo mejor para que otros me lo sorprendan.


RESPUESTA CONCISA
A un mutilado auténtico

VICENTE Aleixandre escribió hace algún tiempo en la revista "Ínsula" de Madrid, y entre otros aforismos de imitación evidente, que "un poeta esquisito es siempre un mutilado".
Como Vicente Aleixandre es bastante conocido en España y fuera de España también, gracias a la camaradería poética obligada en las actuales circunstancias españolas, no debió nunca escribir esa simpleza que fatalmente tenía que caer sobre su misma frente como la saliva de un escupidor que escupe a lo alto. (Muchos, menos vanidosos, que él, han escrito a uno, burlándose del jactancioso.)
Esquisitez es armonía completa sensorial, instintiva y conciente; poesía de hombres enteros. Y yo no sé si un poeta mutilado de una uña (yo no estoy mutilado de nada) podrá ser esquisito. Pero supongo que un mutilado corporal verdadero, un hombre estirpado por operación quirúrjica, como lo es V.A., no puede escribir poesía esquisita ni siquiera grande, que es la que viene después de la esquisita.
V.A. es un existencialista de butaca permanente; y que escribe imaginaciones por serie, en álbumes de fantasmas sucesivos. La escritura de V. A., verso o prosa, no es más que una serie de estampas forzadas, sin vida verdadera; un friso decorativo de una biblioteca particular secreta. Nada grandioso, nada gracioso, nada fabuloso, nada sagrado, nada profano, nada divino, nada humano. Calcomanía, manía de calco. Simulo y disimulo, en forma amarga.
Poemas y más poemas en un verso libre sin calidad ni individualidad albuna [sic] de duración, que, en realidad, parecen, como los de Luis Cernuda, traducciones de poemas mejores no comprendidos del todo. ¿Qué puede dar esa escritura a los jóvenes? Nada. (Como la de Guillén y Salinas, es vía muerta.) Los poetas más jóvenes españoles que tienen voz, un José María Valverde, un José Hierro, un José García Nieto, una Juana García Noroña, etc.), [sic] no pueden turiferarle. Otros poetas hay que siguen influyendo, desde hace cincuenta años, en las juventudes sucesivas de habla española. Y siguen porque saben pasar su antorcha; no apagarla guardándosela debajo de la chaqueta o del corsé.


PARA QUE LES REALICE TODOS LOS SUEÑOS

DIOS es como un hombre superior provisional que muchos hombres necesitan para que les realice todos los sueños que ellos no pueden realizar, como en un milagro. Y que va quedando cada vez en lo menos práctico, a medida que los hombres, menos inferiores cada vez, pueden realizar esos sueños.


EL AÑADIDO TONTO

CUANDO yo tenía 17, 18, 19 años, evitaba el detalle realista en mi escritura, o lo cubría con velos más o menos ideales. Yo no sabía entonces que lo más ideal es nada sin lo más real de donde sale como verdad de contraste.
Al correjir reviviéndolos mis poemas antiguos, les dejo lo anecdótico que tenían de fundamento, o lo imajinado, con el acento original [sic]. Lo que les quito es el añadido tonto , y a cambio de la sustitución verdadera; que, aunque no la señalé entonces, quedó grabada en mi recuerdo como pidiéndome que la salvara.
Y estoy contento de haber podido salvarla.


CONCIENCIA EN MARCHA

TODO puede ser sucesión innumerable de innumerables formas; deshacer y rehacerse una vez y otra.
Sin embargo, cuando parezca que la sucesión se encuentra a gusto en un aspecto determinado, está bien dejarla descansar en él. Porque es posible que la sucesión tenga también necesidad de descanso
Y hay que pensar en el derecho de la sucesión, que es conciencia en marcha, a un aspecto particular suyo.


ACCIÓN DE GRACIAS

a la universidad de México en jeneral y a Alfonso Reyes en particular, por mi nombramiento y mi representación de Doctor honoris causa de dicha Casa de Estudios.

SEÑOR Rector, Señores del
Claustro de la Benevolencia,
¡gracias por llevarme a ese arco
de la ancha alteza fraterna!

Mi más querido Alfonso, Fénix
de alas abiertas, siempre nuevas
en los moldes del llamear;
gracias por lo que representa
representar hoy a un caído
en esta zanja siempre abierta,
ante la Casa del Saber
que me confiriera tal lengua:
Signo que yo no merecía
por poesía ni por ciencia.

Bien sé que sólo la Amistad
me regala tan clara ofrenda,
la amistad que, con el amor,
es lo que nunca es de otra tierra;
y si yo soy el español
que tal convite recibiera,
¡quién pudiera ser una España
y significar su belleza,
mi más querido Alfonso Reyes,
ante la presencia y la ausencia
de la noble mejicanía,
plumas en nota y lira en letra
(Genaros, Enriques, Alfonsos)
que en vida española latieran!

¡Manos llenas, ojalá os llegue
lo que os tiende mi mano llena!

(1952).


A LO MEJOR DE LOS DOS

SI yo soy pensativo y sensitivo, en lo peor de lo mío habrá una sensitividad y una pensatividad por las cuales el hombre menos cultivado podrá llegar un día a lo mejor mío y a lo mejor de él.


SOBRE LA POESÍA PURA

MATILDE Pomès, la gran amiga de Valéry, de Gide, de todos los grandes escritores franceses contemporáneos, publicó, hacia 1920, en el Figaro de Paris una conferencia sobre la "Poesía pura", en la que decía que el concepto partía de España.
Así era y así es. En 1908, yo publiqué mis "Elejías", el primer libro de las cuales se llama "Elejías puras". Y ¿qué quería yo decir con esa "pureza"? Quería decir que yo pretendía que aquellos versos eran o podían ser "todo y sólo poesía", "mera poesía", "pura poesía". Como cuando decimos de una muchacha, por ejemplo, que es gracia pura, es decir, toda gracia y sla gracia.
Los críticos empezaron a decir, como siempre, las mayores tonterías, sobre la pureza poética, en este cso, confundiéndola con la cantidad, con la moralidad, etc. No, nada de edso. La poesía pura puede ser, decía yo, todo lo demás, si es pura; puede ser casta o lasciva, puede venir del estiércol o del diamante. Lo puro en poesía no tiene nada que ver con la moralidad. Y además puede ser oscura o demoníaca.
En Francia se empezó a hablar de poesía pura después de 1917, cuando Valéry vovió a empezar a escribir en verso y publicó "La jeune parque". Y como Francia es París y no Madrid, en París prendió la mecha, y la bomba de la poesía pura llegó a todo el mundo. Todo el mundo puede leer cuanto se ha escrito, desde el abate Brémond hasta el día sobre el tema. Yo sólo quiero señalar una equivocación de Jorge Guillén, que escribió, en la Antolojía de Gerardo Diego, que su poesía era pura, "ma non troppo". Lo cual querría decir que lo que él escribe es poesía, pero no mucho, y aun cuando esto es verdad, no es lo que él quería decir que es, ni lo que es en puridad, poesía pura.


TRES RESPUESTAS A UNO SOLO


1.

VIRTUOSISMO

VIRTUOSO puede y debe ser el intérprete, no el creador.
El creador no, porque la creación es interpretación orijinal del universo y no puede ser exacta; sí el intérprete, porque la interpretación de la creación, sea ésta lo que fuere, es copia y por lo tanto debe ser exacta.


2.

AL MÁS IMPOSTOR MÁS HIPÓCRITA,
en defensa de un inocente

(En la Residencia de Estudiantes de Madrid, y hasta 1913, cuando los estudiantes pasaban por la puerta del cuarto de los tres hermanos señalados como arteros, se tapaban la nariz).
(El día de su llegada a Murcia, ¡nevó!

De una carta de Gabriel Miró, publicada en Madrid).

¿TU y el su cicuta en Babel
¡Mi ley tu sentencia en España,
donde fuiste astuta alimaña
en el más trájico cuartel!

"Si multiplicaste a Claudel
como asesino de españoles,
que sean diarios los soles
en recordarte tus vilezas,
con un desfile de cabezas
entre sangrientos arreboles".


y 3.

UNAS CARTAS

escojidas de la copiosa correspondencia conmigo de J.G. Lo invito a que publique algunas de las mías a él, si le ha convenido conservarlas:

Valladolid, 8 de Abril de 1924.

Mi muy querido amigo: El jueves próximo llegaré a Madrid, con propósito de pasar la primavera en esa ciudad. Mi dirección: Almagro, 31. Dígame, se lo agradeceré, el día y la hora en qué podré visitarlo. Tengo extraordinarios deseos, acumulados sin cesar en tantos meses de ausencia, de charlar con usted. -La prosa que le mandé para "Indice" requiere correcciones y variantes que le llevaré. ¿Y "Sí"? Los aforismos que acabo de leer de usted, ahora que no está usted aquí lo diré, son de un acierto, de una justeza sorprendentes. Muchos me los apropio en absoluto. Otros suscitan la más fecunda contradicción. En calidad de aludido por su "He aconsejado a mis amigos" le he mandado unos versos a Juan Guerrero Ruiz, que, por cierto, lleva con un tacto exquisito su hoja literaria. El libro de B. es inteligente salvo en lo de Ortega y en lo de Valéry.

Siempre muy suyo, entre "sus mejores amigos",
J.G.

Murcia, 25 de Mayo de 1926.

Mi muy querido Juan Ramón: Salinas y Bergamín llevaron, con mis saludos, el ancargo de darle noticias mías, esas noticias que habrían podido ser epistolares. Hoy le mando poemas. Los primeros habían sido ya entregados al tenaz y gemebundo Vela en las ultimas vacaciones. Pero ahí van, porque quiero que los conozca así, mecanografiados por nuestro Juan Guerrero, antes de que aparezcan "occidentalizados".
De la primera parte, décimas, le mando cuatro terminadas o casi terminadas. Pronto tendré listas más. Si quiere publicarlas en el primer cuaderno, publíquelas. Si llegasen tarde, o no fueran necesarias, entonces completaría el envío pronto, y podría aparecer entera la serie en otro cuaderno. De todos modos haga usted, querido Juan Ramón, lo que tenga por conveniente. Yo estaré siempre de acuerdo y encantado.

Hasta muy pronto, y siempre muy suyo, con un abrazo,

J.G.


Valladolid, Constitución 12, 16 Octubre, 1927.

Querido Juan Ramón: No tengo terminado ahora, de los poemas últimos, mas que ese romancillo que le mando. Es muy poco, pero no tengo hoy más. Y no quiero retrasar mi envío. Para los otros próximos números de "Ley", le enviaré muy pronto, en cuanto las acabe, algunas otras cosas.

Le abraza con todo afecto

J.G.

Valladolid, 20 de Noviembre, 1927.

Mi querido amigo y poeta: No quisiera faltar a la cita de "Índice", último número. Estoy dando cima a varias prosas, en esta se mana. Yo no sé cuáles mandarle. Preferiría enviárselas todas para que usted escogiese las que más le conviniesen. Pero ante todo necesito saber la fecha última de admisión de originales para ese número. ¿Quiere usted tener la amabilidad de señalarme un plazo?
Con esas divagaciones, y otras cuantas más, ya en borrador, podríamos formar un tomito, titulado por ejemplo "Ventolera" en singular. Podría estar listo el año próximo, y si usted lo aprueba, figurar en la biblioteca de "Índice"?. ¿Qué le parece? Esto es ponerse en firme. Quiero así comprometerme con usted y sacudir mis perezas y mis recalcitrantes escrúpulos, par acabar algo y, claro, ofrecérselo a usted, que tales palabras de aliento ha tenido para mis comienzos, y que por haber llegado en ese instante y proceder de usted, son para mí únicas e inolvidables. Sigo con afán ese "Diario estético" suyo. ¿Cuándo viene "Belleza"? No olvide de señalarme la fecha a que antes me refería. Suyo siempre, con exaltada devoción,

J.G.

Valladolid 29 de Diciembre de 1927,

Mi muy querido amigo y maestro: Llegó "Belleza" con su carta. ¡Muchas gracias! ¡Perfecto aguinaldo! De nuevo, el placer de internarme por ese universo aprte que es cada libro de un gran poeta, de un verdadero poeta. Estoy asombrado. Y la lista de los libros representados por esta última antología y por las anteriores, me abruma, me confunde, me maravilla. ¿Cómo aunar lo fecundo y lo raramente perfecto? Hasta ahora han sido términos irreconciliables. O la fierza en grueso (Hugo, los Españoles) o la pureza escasísima (Mallarmé, Valéry) Yo ne sé, hoy, más que de usted a un tiempo profuso y estricto. ¿Cómo, cómo? No lo sé. Esto me deja estupefacto. Muchas gracias de lector y de aprendiz, entendiendo este último concepto en toda la amplitud liberalísima que este oficio exige.
¡Qué bien, esa nueva revista! Nunca habrá bastantes buenas. ¡Bienvenida sea! El título, donoso, y es necesario contrapesar la gravedad de otros, también necesarios. Ahí van, en cuartillas adjuntas, dos envíos: uno el de prosa, "Silva", yo preferiría que apareciese en el último "Índice" porque es, de los dos envíos, el más antiguo y el que corresponde a las demás cosas mías de "Índice". Los versos "Poesías", siempre que usted no disponga lo contrario, y es usted muy dueño de disponerlo, me complacería releerlos en "Sí". Son contemporáneos del nacimiento y pronunciamiuento de la nueva revista afirmativa. En todo caso, haga usted lo que considere pertinente.
No he recibido el volumen de Benjamín Palencia. Las primicias de "España" me tienen impaciente. Mientras sigo aquí, a Madrid no iré hasta la primavera, no olvide usted que sus cartas son el necesario complemento de sus libros para este su devoto en arte y en amistad, muy cordialmente suyo
JORGE GUILLÉN


LO HE COMPROBADO

HAY un poder, una fuerza en la naturaleza que, sea lo que sea y como sea, responde al convencimiento que uno tenga de que ella responderá.
Lo he comprobado durante toda mi vida. Más aún, toda mi vida se me ha realizado sobre este inmanente convencimiento mío.


EL EXOTISMO

EL exotismo natural y el literario están ya terminando gracias a la disminución progresiva del espacio y el tiempo de los viajes jenerales por nuestro mundo; al conocimiento mayor de otras lenguas (la lengua es lo que nos separa verdaderamente) y a la vuelta a lo elemental. El caqui es igual naturalmente que la manzana como la orquídea de antes, que las violetas.
Todos seremos naturales, al fin, indíjenas iguales de un planeta. Y esta naturalidad no es sino artificialidad, repito, ya que no hay nada más artificial que la naturaleza.
De modo que, en resumidas cuentas, queridos pernasianos [sic], el exotismo era natural.


¿POESÍA DE COLORES?

¿Y qué es poesía negra? ¿La poesía negra, es decir, pintada de negro, que escriben los blancos? Entonces, la poesía blanca que escriben los negros ¿se llamará poesía blanca porque esté pintada de blanco? No, no hay tal poesía blanca ni negra.
Que un blanco diga que escribe poesía negra o poesía mulata, porque imite movimientos o palabras esteriores de los negros, más o menos auténticas, danza, canto, gritos, etc., es una tontería. La conciencia de un negro, si es distinta que la de un blanco, sólo el negro la podrá espresar. Y si esa parte moral es lo mismo en uno y otro, ¿por qué teñir su espresión con una palabra del color de una piel?
Lo mismo que de lo negro, entiéndase bien, acabo de decir de lo mulato. No porque lo mulato sea fundición de negro y blanco, cambia el asunto; o sinço digamos todos los blancos poesía blanca de nuestra poesía. Porque decir poesía mulata a la que escriba un mulato sería lo mismo que decir poesía amarilla a la que escribe un esquimal o poesía cobre a la que escriba un indio, es decir, a las de razas mezcladas más recientemente.


PERO NO

CASTIGAR, castigar a la poesía (sin hacerle daño) aunque no para perfeccionarla.


CORREJIR Y DESCORREJIR

PRIMERO fuí desaliñado; luego, correjido; después, descorrjido. Pero ¡qué desgracia la mía; descorrejir es para mí correjir otra vez!
Entonces... Porque a mí nunca me ha gustado lo redondo sino lo picudo; no me han gustado los números pares, sino los impares; no la simetría en sí sino en relación al infinito; no lo perfecto, sino lo completo. Y sin embargo, tengo que repasar, ya que mi conciencia se mete, inevitable, en mi desconfianza y en mi reconfianza; y esto es todavía una desgracia mayor para mí.
Instinto ¡bendito seas! ¡Quién pudiera tenerte siempre, instinto confiado! ¡Quién pudiera fiarse siempre a ti, instinto!


ES INDECLINABLE

OTRO de los críticos de mi ser en vida, dijo que él necesitaba del testo de un poeta, para espresarse.
Si un hombre, más o menos crítico, es tan estúpido que necesita del testo de un poeta para espresar su propio amor, dolor, fervor, o lo que fuere, muy estúpido ha de ser el testo del poeta y el poeta del testo que él necesite.
La poesía no es una intermediaria estúpida para estúpidos; no es una celestina para sempronios ni para calistos. Es indeclinable, es sólo para uno y para uno que es indeclinable. Y si es bella, ¿qué más puede desear el enamorado, el dolorido o el fervoroso?


EL ORIJEN

Lo que me importa a mí es el orijen en sí mismo. El orijen de dios, del mundo, de mi conciencia, etc., eso me importa menos.
Si yo conozco el orijen abstracto, conoceré el abstracto fin. Y ¿qué más necesito?


MIS RESPUESTAS CRÍTICAS

MIS respuestas críticas (respuestas, entiéndase bien, porque yo no ataco nunca el primero, sino que me defiendo, sobre todo en lo histórico) no están nunca relacionadas con ningún asunto político.
Yo soy libre y tengo amigos y enemigos en todos los partidos políticos; porque yo no me uno nunca incondicionalmente más que a las ideas porque yo no he "militado" jamás en partido alguno, ni he recibido mercedes de ningún político. Mis amigos son de los que respetan al consecuente libre antes que al vacilante equilibrista.
Pues a esos equilibristas embozados de la literatura les responderé siempre con dureza.

JUAN RAMÓN JIMÉNEZ
(1952-1953)

jueves, 3 de abril de 2008

JUAN RAMÓN JIMÉNEZ


A Joselu, que es profesor y amigo y enseña a sus alumnos la maravilla; no como los otros "catedráticos" a que se refiere este artículo.

Pretendo escribir en las siguientes entradas un resumen de los sucesos que dieron lugar, a finales del año 1953, a la ruptura de Orígenes. A mi juicio, esa ruptura es una explicación capital del devenir de la literatura en lengua española. Como Saulo de Tarso, creo haber visto la luz. A la inversa de Saulo, siempre he barruntado la realidad de la cuestión, lo que me ha evitado perder mucho tiempo leyendo mala poesía y malos poetas.
Como primera introducción a mi afán, voy a publicar aquí, hoy, un artículo que me editó la revista Agua en el año 1994, en el ejemplar del mes de junio. Tengo que decir que tal revista fue una aventura literaria que vivimos en su día diez amigos, financiándola nosotros mismos para ser libres. Se editaban unos quinientos ejemplares; doscientos cincuenta de ellos se enviaban por correo a distintas universidades del mundo; los otros doscientos cincuenta se dejaban, de veinte en veinte, sobre el mostrador de un bar donde se reunía el "consejo de redacción" en aquellos tiempos, para que quien quisiera se la llevara a su casa. Tenía en su cabecera un lema, que nunca se cambió: "Aunque en el agua mueras, canción, no has de quejarte". Se imprimía con buen papel, buenas prensas y una edición cuidada. Duró doce o catorce años.
En cuanto al artículo sobre Juan Ramón, es largo y tal vez el tiempo ya ha empezado a desgastarlo. Jorge Guillén está mucho más olvidado que entonces, como tal vez le corresponde. También advierto que ahora habría intentado yo ser menos directo y más comprensivo con algunas situaciones, señal de que voy envejeciendo también. Aquí va, tal como se publicó:

JUAN RAMÓN JIMÉNEZ

Por alguna razón escondida, el libro de Rafael Alberti "Marinero en Tierra" comienza con una carta-prólogo de un tal Juan Ramón Jiménez. Hay quien opina que ese señor Jiménez es un seudónimo del propio Rafael Alberti; hay quien dice que bajo tal nombre se esconde la figura de una amante del autor, contemporánea de María Teresa León, a quien Alberti añora todavía. Por último, se sabe que un grupo de profesores universitarios sostiene que el bondadoso Alberti quiere con ello mantener en el recuerdo, aún en nuestros días, a un oscuro escritorzuelo exiliado, anterior a la guerra civil, tal vez español o hispanoamericano.
¿Están en lo cierto los profesores universitarios? Si pensamos en las características generales de estos profesores, podemos dudarlo. Los profesores no suelen seguir el consejo de Matisse, o más bien, por definición, no lo han seguido. Matisse decía: "Si fuera un pintor joven me buscaría un trabajo con sueldo fijo y sería independiente y podría pintar lo que me diese la gana. Eso no perjudicaría a mi arte. Lo que me haría daño sería verme obligado a pintar postales, cursilerías. Trabajar en un banco o cargar ladrillos me parece bien". Los profesores deben, en primer lugar, enfrentarse a una oposición y a unos estudios convencionales para serlo; eso implica aceptar multitud de juicios de valor ajenos en materia de belleza y de gusto, ya que a menudo es necesario opinar de lo que no se ha podido leer. La literatura crítica española está repleta de malentendidos que se repiten con las mismas palabras a través de los siglos; una vez que se ha adquirido autoridad -y hay que hacer muchas concesiones y sacrificios para lograrlo- no es posible aducir ignorancia para no emitir una opinión. Así pues, los profesores, críticos por oficio y no por afición, resignados a repetir diriamente las opiniones que no han podido contrastar, con frecuencia se equivocan. Las historias de la literatura más ajustadas a la realidad son las de los aficionados, que pueden permitirse el pasar de largo por un siglo o por un autor mediante la breve confesión de que tal siglo o tal autor no es de su interés. No es posible imaginar a Azorín catedrático.
Es tal vez ésta la razón por la que la crítica se equivoca en la valoración de los autores de poesía española de este siglo [el siglo XX]. Causa una gran tristeza contemplar cómo se confunde a los estudiantes con la valoración que se les exige aprender acerca de nuestros poetas. Esta valoración habitual sustenta que los autores de la generación de la dictadura -que ellos disfrazan aludiendo al año 27, por ver si con esa cifra abstracta olvidamos quién gobernaba el país desde el año 23, año en que tales poetas comenzaron verdaderamente a florecer- son los instauradores de un nuevo Siglo de Oro; establecen como pilares básicos del grupo a Federico García como poeta para los profanos y a Jorge Guillén como poeta para entendidos; por fin, dejando de lado la gran maraña de consideraciones eruditas y valoraciones críticas con que adornan sus juicios, relegan a Juan Ramón Jiménez hasta un escalón ínfimo del siglo, apoyándose sobre todo en ciertas cualidades de rareza de carácter y de excentricidad de conducta que han inventado.
No sé a quién se debe el origen de la maledicencia imperante en el ámbito universitario acerca de Juan Ramón; intuyo que algo de culpa puede atribuirse a Luis Cernuda, que aduló tanto a Jiménez mientras Jiménez vivió y que con motivo de su muerte escribió de él palabras tan terribles. Para quien esté interesado en la verdad, diré que a mí me basta para juzgar la relación Cernuda-Juan Ramón con sentir la envidia destilar de los escritos de Cernuda y la bondad de las cartas de Juan Ramón. A quien busque razones más objetivas, le remito al artículo que Cernuda publica a la muerte de Juan Ramón y que titula aludiendo expresamente a Jiménez-Jeckyll-Hide, alusión que posteriormente elimina de sus obras completas pero que queda íntegra en el contenido del artículo. Sea quien sea el que da comienzo a los malentendidos sobre Juan Ramón -en resumen, la envidia, sin acepción de personas-, vamos a tratar de apuntar, en los párrafos que siguen, la que podría ser la razón objetiva de estos errores. Si la causa que voy a exponer es acertada ello implica que el destino es el único responsable de esta equivocada valoración, que, por tanto, probablemente se seguirá perpetuando, al menos hasta que la etimología profesor-prostitutor no cambie.
Para que nuestro análisis pueda ofrecer un contraste mayor, enfocaremos la polémica en los dos opuestos, es decir, Juan Ramón como el odiado de los profesores y Jorge Guillén como su preferido; para empezar exponiendo nuestro principal argumento, es preciso aludir a alguna de las opiniones de Azorín acerca de la poesía clara y de la poesía oscura.
Dice así Azorín: "¿Versos claros? ¿Versos oscuros? Todo el mundo escribe versos claros, y nada hay más raro que unos versos claros que sean bellos. Pocos son los que escriben versos oscuros, vulgares. (...) Lo cierto es que ser oscuro en poesía es cosa que está al alcance de cualquiera. Si el poeta que escribe versos es persona prestigiosa, los versos serán buenos. En la región de la poesía enigmática, todo depende del prestigio personal del poeta. Son buenos los versos si el poeta tiene prestigio; son malos si el poeta no es más que un hombre mediocre. Todo es cuestión de autoridad en esta materia. Todo lo fiamos en lo que nos digan los hombres que gozan de respetabilidad. ¡Cuántas cosas se ven en los poetas lóbregos! Se ven después que las han visto escritores renombrados. Se ven cuando nos han dicho que, en efecto, allí en los enigmáticos versos, existe lo que dicen que existe".
Sigue diciendo Azorín: "Escribe mucha gente versos claros; los escriben los poetas que no se deciden a escribirlos lóbregos. Escribir versos claros y que tengan un contenido de sustancia poética es algo más arduo que hacer lo contrario. En un verso claro, ¿qué es lo que podemos ver? Las palabras allí están en su recto significado; no hemos construído la frase laberínticamente. Se dice lo que se dice y nada más. ¿Cómo podremos encandilar al lector?".
¿Vais viendo por dónde va nuestra explicación? ¿Veis que, como corolario de todo lo expuesto se comprende que es mucho más fácil también comentar versos oscuros que versos claros? Para comentar versos claros es preciso indefectiblemente comprenderlos. Es necesario, además, ser capaz de captar el núcleo poético de los versos. ¿Y cómo exponer con palabras sencillas ese núcleo que tan pocos poetas saben expresar? ¿No será preciso ser un poco poeta para poder explicar algo de poesía? En cambio, explicando versos oscuros, todo es fácil. La explicación de los versos oscuros se sustenta en la autoridad del que los explica. Y de tal autoridad -ya que no de la sensibilidad necesaria- no cabe duda de que disponen los profesores, que pueden aprobar o suspender a su antojo. Y así los profesores van perpetuando sus valores castrados y obligando a los adolescentes a que se los aprendan de memoria, porque no hay otro modo, más que abusar de la memoria, de repetir los disparates que se enseñan.
¿Parece a los profesores parcial la opinión de Azorín?¿Puede ser fruto esta opinión de la envidia hacia Jorge Guillén de los seguidores de Juan Ramón? Escuchad a Han Fei, otro envidioso de Jorge Guillén, muerto en el 234 a.C.:
"-¿Qué son los temas más difíciles de pintar?
-Perros y caballos.
-¿Y los más fáciles?
-Los fantasmas. Los perros y los caballos los conocemos porque los vemos todos los días y es difícil pintarlos de forma que parezcan verdaderos. Pero nadie ha visto a un fantasma y pintarlo resulta facilísimo. Un monstruo nunca está mal pintado".
Cuando un verso de un buen poeta nos parece oscuro es por falta de conexión cultural con su ambiente. No hay verso oscuro en Góngora, sino ignorancia del lector acerca de la cultura clásica. Escuchemos a Juan Ramón Jiménez:

El horizonte es tu cuerpo.
El horizonte es mi alma.
Llego a tu fin: más arena.
Llegas a mi fin: más agua.

También Juan Ramón ha sido acusado de oscuridad por los profesores; es evidente que toda la poesía es oscura para quien no la comprende. Aún a quien comprende los versos de Juan Ramón le resulta difícil comentarlos, y del todo imposible elaborar un laberinto de exégesis que dé de comer a quien lo redacta. Son versos que se comprenden o no; más aún, que emocionan o no, aunque no se llegue a su comprensión abstracta cabal, aunque esta comprensión no pueda expresarse con palabras. Escuchemos a Juan Ramón:

Tu cuerpo: celos del cielo.
Mi alma: celos del mar.
(Piensa mi alma otro cielo.
Tu cuerpo sueña otro mar.)

Si quisiéramos hablar sobre el significado de estos versos nos resultaría harto difícil, porque su significado excede su contenido, que no es lo más importante. Lo más importante son sus emociones remotas, que nacen de lo hondo de nuestro ser. ¿Cómo explicar lo que sentimos al ser traspasados por la lluvia o por el fuego? O somos capaces de hacerlo como Juan Ramón o debemos callar. Veamos ahora algunos versos de Guillén, extraídos de su libro fundamental, Cántico [nota actual: y el colmo es que estos versos son los ampliamente corregidos de las últimas ediciones de Cántico; en Orígenes he encontrado de qué calaña eran cuando nacieron]:

PASMO DEL AMANTE
¡Hacia ti que, necesaria,
Aún eres bella! (Blancura,
Si real, más imaginaria,
Que ante los ojos perdura
Luego de escondida por
El tacto.) Contacto. ¡Horror!
Esta plenitud ignora,
Anónima, a la belleza.
¿En ti? ¿En quien? (Pero empieza
El sueño que rememora.)

¿no seríais capaces de escribir un libro con motivo de estos versos? Solamente medio libro, decís? Pues veamos cómo completarlo. Después del pasmo, es bueno que el amante recobre las fuerzas:

PAN
En el pan de tanta miga
-Apretadamente suave-
A más sol de julio sabe,
Dorada quietud de espiga.
La corteza. Siga, siga
Variando el atractivo
Mi gusto. Bien lo acompaña
-esencia que fuese entraña-
El pan, el pan sustantivo.

Leyendo estos poemas se comprende el placer que las personas detenidas en la fase sádico-anal de su evolución deben sentir al excretar a los jóvenes a su cargo una hora diaria de ripios y trivialidades de Guillén. ¿Verdad que ya os sentís capaces de completar vuestro libro? ¿Verdad que a la sensualidad del espíritu del amante ya podemos oponer con este otro poema la espiritualidad de los sentidos? Mientras el espíritu gusta de la carne, la naturaleza produce el pan para que la carne guste del espíritu. Si poco a poco sustituimos el universo corriente por un universo propio de Guillén y nuestro, construído en trescientas o cuatrocientas páginas, tal vez podamos aspirar a la cátedra.
Es obvio que no todos los profesores son indignos. Algunos podrían explicar que Juan Ramón Jiménez desechó la obra de sus primeros treinta y cinco años cuando comprendió el camino que la poesía española debía seguir. Ese camino, que era el de la tradición, aceptaba las premisas del Movimiento Moderno y concordaba con lo que en otros ámbitos estaban haciendo Le Corbusier y Picasso. Tiempo después, un grupo de poetas burgueses apuntaron a algunos de sus fieles al partido comunista y se legitimaron para encabezar la reacción. Tal reacción dura y durará mientras el sentimentalismo sea más accesible que las emociones. Valga decir que durará mientras los profesores no sean aficionados a la literatura.
Si uno de los problemas de nuestro siglo es o no que los profesionales están sujetos al mercado en el ejercicio de su profesión, será discutible en otro momento. Mientras tanto, tratemos de aplicar a los profesores lo mismo que a los médicos: pagarles porque estamos sanos, no sea que nuestro tabardillo les dé de comer.
En nuestros días, casi nadie vive de lo que ama. Demos dineros a los profesores por estar callados y no asistir a clase y reemplacémoslos por las buenas gentes que viven de otra cosa y que con gusto se acercarían a las escuelas a comentar aquello que aman y de lo que no viven. Tal vez entonces nuestra sociedad avanzaría menos lentamente. Mientras tanto, si podemos escoger, leamos a Juan Ramón y dejemos a Guillén para los escolares.
[Ufff]