Cuando yo era estudiante, pasé un mes en un "piso franco". Lo llamo así porque allí se ponían en práctica las más peregrinas ideas y los más alocados experimentos. Un día llamaron a la puerta dos vendedores de biblias. Eran argentinos, jóvenes de nuestra edad, y malvivían huyendo de la situación política de su país. Los invitamos a pasar y les hicimos café. Enseguida comprendieron que no compraríamos biblias, así que la conversación derivó hacia otros temas. Al poco rato nos preguntaron directamente si habría alguna posibilidad de quedarse unos días con nosotros, hasta que consiguieran alguna forma más decente de sobrevivir. Al escuchar que los admitíamos, arrojaron alegremente las biblias que traían de muestra por la ventana; con una llave de la casa en su bolsillo, corrieron a desalojar la pobre pensión en la que estaban. Nunca olvidaré las canciones que uno de ellos nos cantó a solas a mi novia de entonces y a mí.
Nuestros amigos argentinos eran vendedores de biblias pero no eran mercenarios. A las pocas palabras comprendieron que era insensato intentar vender algo en lo que no creían de veras (habían entrado haciendo gala de la sabiduría de aquél libro) y se unieron directamente al razonable enemigo en cuanto vieron la posibilidad de sobrevivir de un modo más decente. Hoy en día me temo que nadie tendrá la oportunidad de contar una anécdota parecida. Si los vendedores de biblias hubieran sido mercenarios nadie hubiera podido torcer su discurso ni un ápice. Eso ocurre hoy, en España, con los múltiples teleoperadores que ofrecen productos por teléfono o con los vendedores que visitan las casas. Les interesa estrictamente su dinero y su mente está robotizada. Es inútil todo intercambio de pareceres.
Y llegamos al nudo de la entrada. Cuba sigue, como siempre, haciendo su esfuerzo titánico por la humanidad. Dentro de ese esfuerzo, en lo que Fidel señaló como la batalla de las ideas, han surgido una serie de blogs en la isla, cada vez más interesantes. Algunos son ya espléndidos. Recientemente he visto cómo algunos de los blogs más leídos se han visto obligados a poner los comentarios bajo moderación. Me parece acertada esta decisión. La infinitud de los comentaristas repitiendo y repitiendo el mismo argumento de venta solamente hacía perder el tiempo y evitaba, además, cualquier utilidad práctica del diálogo.
No tengo, por desgracia, la claridad mental de Enrique Ubieta, que de vez en cuando escribe unos soberbios artículos en los que señala la actitud a tomar frente a diversos temas. Pero me parece que procede reflexionar sobre esta pléyade de esbirros y, mientras Enrique no lo haga, me tomaré la libertad de iniciar la tertulia.
En cuanto a actitudes, siempre sentiremos compasión, que es una de las formas del amor, por las personas de estos mercenarios. Basta pensar en las circunstancias individuales de tantos casos como conocemos para que nos enternezca otro ser humano que sufre. Recientemente apareció un artículo de Frei Betto en Cubadebate. En él decía, acertadamente: "Tengo la certeza de que nada vuelve a una persona más feliz que el empeñarse a favor de la felicidad ajena; y esto vale tanto en la relación íntima como en el compromiso social de luchar por “otro mundo posible”, sin desigualdades insultantes y en el que todos puedan vivir con dignidad y paz." Los que desconocen esta sencilla reflexión tienen vedada gran parte de la felicidad posible en su vida. No me cabe duda de que los mercenarios sufren, y más si han logrado convencerlos para luchar por un mundo de desigualdades insultantes y en el que nadie puede vivir con dignidad y paz.
Pero la otra cara de la moneda de la compasión que muchos sentimos por ellos es el tiempo que nos hacen perder. Necesitamos revitalizar la ilusión colectiva. Necesitamos mostrar al mundo los infinitos logros conseguidos desde Carlos Manuel de Céspedes hasta hoy. Necesitamos llevar hasta los que dudan, hasta los que luchan, nuestra voz de solidaridad y compañerismo. Es urgente. Necesitamos también debatir el presente y el futuro, de modo que podamos abrir paso a las soluciones posibles para los cotidianos problemas que surgen a cada momento. Necesitamos meditar y dialogar en paz. Frente a una tarea tan amplia, no hay tiempo para repetir todos los días a quien no lo sabe ni lo quiere aprender: "la p con la a, pa".
Y para el mercenario blogger "alternativo" que me dice que tiene derecho a repetir hasta el paroxismo del cansancio cuáles son sus gustos, y hasta a imponérmelos, esgrimiendo el consabido argumento de que sobre gustos no hay nada escrito, le diré una vez más, a ver si me entiende ahora: sobre gustos hay muchísimo escrito, lo que ocurre es que usted no lo ha leído.
Y para empezar a leerlo, vaya la frase de Martí:
"Con Guacaipuro, con Paramaconi, con Anacaona, con Hatuey hemos de estar, y no con las llamas que los quemaron ni con las cuerdas que los ataron, ni con los aceros que los degollaron, ni con los perros que los mordieron."
Y para empezar a leerlo, vaya la frase de Martí:
"Con Guacaipuro, con Paramaconi, con Anacaona, con Hatuey hemos de estar, y no con las llamas que los quemaron ni con las cuerdas que los ataron, ni con los aceros que los degollaron, ni con los perros que los mordieron."