"Imagínate un edificio -puede ser grande o pequeño- dividido en muchas habitaciones; cada habitación cubierta de lienzos de distintos tamaños: miles de lienzos. Algunos representan trocitos de naturaleza en color -bichos en sol o sombra, o bebiendo, o parados en un charco, o tendidos sobre la hierba- y, al lado, una crucifixión por un pintor que no cree en Cristo, y luego unas flores y unas figuras humanas sentadas o de pie o ambulando, y frecuentemente desnudas -mucha mujer desnuda en escorzo, vista de espaldas- y también habrá manzanas y bandejas de plata y un retrato de Don Fulano de Tal y una puesta de sol, y una señora vestida de rosa, y un pato que vuela, y un retrato de Madame X, y unos gansos que vuelan, y una señora de blanco, y unas vacas en sombra con motitas de sol, y un retrato del embajador de Y, y una señora de verde. Y todo esto viene cuidadosamente reproducido en un libro que además contiene los nombres de los artistas y los nombres de los cuadros. Libro en mano la gente se pasea de pared en pared volviendo páginas, leyendo nombres. Y luego se marchan, ni más ricos ni más pobres, y vuelven a sus quehaceres que no tienen nada que ver con arte. ¿A qué vinieron?"Wassily Kandinski, "Concerning the Spiritual in Art", 1912, citado por Fernando Zóbel en su Cuaderno de Apuntes
¿Por qué no me gusta la colección Thyssen? Pues es muy sencillo: porque parece una colección de sellos; lo único que le falta es una lista a la entrada con los nombres de los autores tachados y un rótulo junto a cada nombre: "lo tengo".
La colección Thyssen me recuerda también a un harén, que es el despropósito más grande que pueda existir: cambiar el amor verdadero por la superficialidad de su remedo siempre variado. Quiero decir que a cualquiera a quien interese la pintura, los cuadros le sirven para establecer una relación con el pintor; y si hay un pintor que nos llega, con el que conectamos, lo que se desea es ver más cuadros de ese pintor. Sé que no consigo explicarme del todo, así que pondré otro ejemplo: encontramos un amigo estupendo; sintonizamos con él, conseguimos establecer intimidad en nuestra relación. En ese momento, decidir que termine la relación para salir a buscar un nuevo amigo desconocido y repetir otra vez la operación y así infinitas veces... eso es un sinsentido, no es humano, no tiene cordura. ¡Ya tengo setecientos números de teléfono en la agenda!
Como colección, pues, es una prueba de que quien la formó no tenía el menor interés por la pintura, y ese desprecio, mostrado a través de tantos buenos cuadros, ofende. Es como no comer ni dejar comer a los demás: tengo tanto dinero que voy a comprar estos cuadros, aunque no me interesen nada.
Como museo, en mi pobre opinión, es también un mal museo; si te descubre un rasgo de algún pintor a quien no conocías, te deja con las ganas de saber más, porque resulta que como ese autor ya está tachado, no hay más cuadros de él. Y luego es sorprendente el criterio de las elecciones, que responde a cuestiones de precio y oportunidad de la compra y nunca de sensibilidad, de la que sin duda el comprador carecía.
¡Qué diferencia con los cuadros del Prado que compró Velázquez! Esos cuadros si son una elección, y sería interesante verlos todos juntos alguna vez. O el museo de Arte Abstracto de Cuenca, que fue una colección particular un día, con las maravillosas letras garabateadas en el revés de los cuadros, que podían leerse en la época en que los visitantes respetuosos no eran encarcelados si tocaban con las manos los cuadros de los museos para darles la vuelta.
Pero yo creo, para terminar, que la emoción más grande que he sentido y sentiré nunca en un Museo fue la que pude vivir en el Museo de Bellas Artes de La Habana. Yo iba a visitar con cierta frecuencia un Rembrandt que hay allí, creo que no figura en los catálogos, pero se ve que es un Rembrandt y además es bellísimo. Pues un día de los que quise visitarlo, había fallado la iluminación de su sala, no había corriente, y estaba cerrada. Sin embargo, una persona caritativa, al contemplar mi desazón se compadeció y me dejó entrar; no solamente me dejó entrar, sino también encender un mechero a una distancia segura. Así que pude ver el Rembrandt iluminado por su propia luz, por la luz que salía del cuadro, por la luz de Rembrandt iluminándose a sí misma. Desapareció el marco, desapareció el museo y permanecimos, la luz de Rembrandt y yo maravillado. Et tout le reste est litterature.
19 comentarios:
Este fue el primer artículo que te comenté hace ya algún tiempo...
Me ha gustado tanto como la primera vez.
Es curioso que, con la mala memoria que tengo, todavía me acuerdo de tu presencia entonces. Es verdad que somos amigos hace ya un ratito.
¡Un abrazo, Maykel!
Very interesting post.
Greetings from England.
David R L Litchfield
Autor ('The Thyssen Art Macabre')
www.davidrllitchfield.com
Muchas gracias por leerlo, David. Curiosamente, este es el único artículo de mi blog que despierta cierta irritación en alguien, no sé quién podrá ser. El caso es que desde que se publicó recibo comentarios absurdos, que, por supuesto, envío a la basura con menos trabajo que el que me costaría redactarlos a mi vez.
En cambio, yo no siento animadversión por nadie. Simplemente me parece un mal museo, que contribuye a derivar hacia el lado erróneo a cientos de personas que aún no disfrutan de la pintura y que contribuye a que piensen que este arte es una cuestión de apariencias o de precio; en definitiva, aporta más superficialidad todavía a un munto donde ya se desborda.
¡Un cordial saludo para usted también!
Excelente post.
Siempre me ha inquietado la palabra exposición. Muestra tampoco me convence...ni colección...hay algo porno y evidente que me intimida en lugar de hacerme intimar.
Con respecto a lo que significa colgar un cuadro, tampoco lo tengo tan claro y menos, que tenga que haber más cuadros colgando en el mismo museo, o en la misma sala. Si yo fuera cuadro y me colgaran sentiría una sensación parecida a la de una pieza de carne...al lado de un vigilante de seguridad que murmulla...estáte quieto y deja que te examinen...
Si una obra de arte es algo infinito acotado de manera finita...un sol por ejemplo...definitivamente no puede haber 45 soles en el mismo planeta, no?...
Tendrá que haber de todo, si no me achicharro!!!!
Está muy poético tu comentario, Jakkobo, me ha encantado y me parece una riqueza añadida al blog. Por eso mismo, no lo voy a comentar: "no la toqués más, que así es la rosa..."
Un abrazo y gracias!
PD. Me voy unos días a la playa y no tendré conexión.
Estoy de acuerdo en lo esencial. Creo que te comenté cuando lo publicaste por primera vez. Prefiero una galería con un criterio de unidad temática, sea de un autor, un estilo, una época. Sin embargo, como escribe Kandisky y entiendo yo, el hecho de observar rápidamente una colección de pintura, no te lleva a acercarte a ellos. Es un consumismo que detesto. Necesito comprender la época, las razones, la estética, la técnica para lograr aproximarme a la obra. Me gusta el arte que supone un riesgo, un salto en el vacío. Me horrorizó la exposición multitudinaria de Sorolla recogiendo motivos folklóricos típicamente españoles. Un buen artículo que hace pensar sobre esa mirada superficial y frívola que consiguen ciertas colecciones famosas. Pasa unos buenos días en la playa. Un abrazo.
Me ha dejado boquiabierta tu historia con el Rembrandt. Es tan impensable que eso hubiera podido ocurrir en cualquier otra parte...
Saluditos.
Un abrazo a los dos, Joselu y Mertxe. Seguramente voy a estar bastante tiempo sin conexión, así que no puedo apenas ni publicar los comentarios.
¡Que lo paséis bien! ¡Gracias!
Fmesmenota, este artículo también fue el que como Maykel me permitió conocerte :)
Me sigue encantando y estoy completamente de acuerdo contigo. Cuando conocí a E. Schiele fue una pasión desenfrenada, jajaja, que no paró hasta que pude ir a Viena y visitarlo en todos los museos en que se encuentra y estremecerme y gozar con cada cuadro suyo.
Es que es así, Odette, cuando un autor te llega, se te mete muy adentro del alma y te hace sentir -o mejor, compartir- emociones muy íntimas. Tal vez solamente la pintura y la música nos permiten comunicarnos con esta intimidad secreta y sin palabras. Y después de conocer mejor al autor con el que sintonizas, me parece que se establece un vínculo de por vida en el que lo conoces y sospechas que él te conoce tan bien como tú a él. Así lo siento yo con Murillo y con Velázquez sobre todo, aunque me llevo bien con muchos más pintores, con Correggio por ejemplo.
Otra cosa curiosa es cómo cambia nuestra sintonía a lo largo de la vida. En mi adolescencia pasé de Goya a Tiziano y después a Andrea del Sarto. Siempre me ha sorprendido no comprender bien a Tintoretto...
Un abrazo, Odette. ¡Mucho éxito!
¡Bien por las naturalezas muertas!
Cuando Borges dice que todo autor crea a sus predecesores...está haciendo renacer el sentido y la lectura que les habíamos otorgado.
Y con el autor me voy directo al lector, claro...a la mirada dadora.
Viva la vuelta al cole!
:))) Las naturalezas muertas fueron solo el resultado de un día que disfruté mucho...mi camino sigue siendo el gesto humano, no acabo de maravillarme con el y tengo por fortuna un enorme trabajo por delante...
Rembrandt... precisamente hoy buscaba en internet donde bajar una película que le encantó a mi madre, en la que el protagonista era pintor y quería retirarse, cuando recibe una suma importante de dinero para falsificar obras de Rembrandt. Se llama "Incógnito" y la recomiendo, la vimos en los 90s. Creo que es del 1997. En fin, nada que ver con el museo, pero sí con Rembrandt, me encanta su obra.
Saludos y disculpas después de un tiempo de larga ausencia.
Gracias por vuestra visita y vuestros comentarios Odette y Jakkobo.
Nefer, sigo tu blog como siempre, aunque no sé últimamente que decirte. Un abrazo apretadísimo con el mejor, ya lo sabes, de mis deseos para tu mamá y para ti.
¿Cuándo volverás a escribir?
Maykel, no sé qué escribir, tengo la cabeza un poco a pájaros. Por una parte, intento alcanzar un nivel mínimo en lo que escribo, tal que permita la relectura cuando pase el tiempo; por tanto, me vedo lo temporal. Tampoco quiero hablar de lo negativo; me gustaría restringirme a lo que admiro y a lo que pueda hacer el bien o por lo menos se escriba con esa intención. Por último me falta entusiasmo.
Claro, hay otros temas más cotidianos o frívolos. Tal vez en otro blog que tuviera una única entrada que se borrara al ser sustituida por la siguiente...
Lo que sí tengo son ganas de hablar contigo, como puede verse.
Un abrazo.
Animal de Fondo, siempre disfruto leerte. Ya ves, no he desaparecido. Por aquí ando. Un saludo enorme. Alterius (renovada).
Gracias por la visita y el comentario, Anaray. Es un placer inmenso verte por aquí. Espero que escribas mucho en tu nuevo blog, con esa vitalidad que desbordas. ¡Un abrazo!
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