Á S. M. EL REY DON FELIPE IV
MEMORIAL
Católica, sacra y real majestad,
Que Dios en la tierra os hizo deidad:
Un anciano pobre, sencillo y honrado.
Humilde os invoca y os habla postrado.
Diré lo que es justo, y le pido al cielo
Que así me suceda cual fuere mi celo.
Ministro tenéis de sangre y valor,
Que sólo pretende que reinéis, señor,
Y que un memorial de piedades lleno
Queráis despacharle con lealtad de bueno.
La Corte, que es franca, paga en nuestros días
Más pechos y cargas que las behetrías.
Aun aquí lloramos con tristes gemidos,
Sin llegar las quejas á vuestros oídos.
Mal oiréis, señor, gemidos y queja
De las dos Castillas, la Nueva y la Vieja.
Alargad los ojos; que el Andalucía
Sin zapatos anda, si un tiempo lucía.
Si aquí viene el oro, y todo no vale,
¿Qué será en los pueblos de donde ello sale?
La arroba menguada de zupia y de hez
Paga nueve reales, y el aceite diez.
Ocho los borregos, por cada cabeza,
Y las demás reses, á rata por pieza.
Hoy viven los peces, ó mueren de risa;
Que no hay quien los pesque, por la grande sisa.
En cuanto Dios cría, sin lo que se inventa,
De más que ello vale se paga la renta.
A cien reyes juntos nunca ha tributado
España las sumas que á vuestro reinado.
Y el pueblo doliente llega á recelar
No le echen gabela sobre el respirar.
Aunque el cielo frutos inmensos envía.
Le infama de estéril nuestra carestía.
El honrado, pobre y buen caballero,
Si enferma, no alcanza á pan y carnero.
Perdieron su esfuerzo pechos españoles.
Porque se sustentan de tronchos de coles.
Si el despedazarlos acaso barrunta
Que valdrá dinero, lo admite la Junta.
Familias sin pan y viudas sin tocas
Esperan hambrientas, y mudas sus bocas.
Ved que los pobretes, solos y escondidos.
Callando os invocan con mil alaridos.
Un ministro, en paz, se come de gajes
Más que en guerra pueden gastar diez linajes.
Venden ratoneras los extranjerillos,
Y en España compran horcas y cuchillos.
Y, porque con logro prestan seis reales.
Nos mandan y rigen nuestros tribunales.
Honrad á españoles chapados, macizos;
No así nos prefieran los advenedizos.
Con los medios juros del vasallo aumenta,
El que es de Ginebra, barata la renta.
Más de mil nos cuesta el daros quinientos;
Lo demás nos hurtan para los asientos.
Los que tienen puestos, lo caro encarecen
Y los otros plañen, revientan, perecen.
No es buena grandeza hollar al menor;
Que al polluelo tierno Dios todo es tutor.
En vano el agosto nos colma de espigas,
Si más lo almacenan logreros que hormigas.
Cebada que sobra los años mejores
De nuevo la encierran los revendedores.
El vulgo es sin rienda ladrón homicida;
Burla del castigo; da coz á la vida.
"¿Qué importa mil horcas, dice alguna vez,
Si es muerte más fiera hambre y desnudez?"
Los ricos repiten por mayores modos:
"Ya todo se acaba, pues hurtemos todos."
Perpetuos se venden oficios, gobiernos.
Que es dar á los pueblos verdugos eternos.
Compran vuestras villas el grande, el pequeño;
Rabian los vasallos de perderos dueño.
En vegas de pasto realengo vendido.
Ya todo ganado se da por perdido.
Si á España pisáis, apenas os muestra
Tierra que ella pueda deciros que es vuestra.
Así en mil arbitrios se enriquece el rico,
Y todo lo paga el pobre y el chico.
Sin duda el demonio, propicio y benino
Aquel que por nombre llaman peregrino,
Al Conde le dijo, favorable y plácido,
Cuando su excelencia oraba en San Plácido:
«Del rey los vasallos compiten tu puesto;
Destruye, aniquila y acábalo presto.
Los de la Corona mayores contrarios
Serán la disculpa para tus erarios:
Que si acaban éstos con la monarquía.
Morirá también quien te perseguía.
Mejor libra en guerra el que es prisionero
Que el que es sentenciado por el juez severo.
La causa de todo lo que ellos ganaron,
No la mataron, sino la libraron.»
Esto dijo el diablo al Conde Guzmán,
Y el Conde prosigue como don Julián.
Consentir no pueden las leyes reales
Pechos más injustos que los desiguales.
Ved tantas miserias como se han contado,
Teniendo las costas del papel sellado.
Si en algo he excedido, merezco perdones:
Duelos tan del alma no afectan razones.
Servicios son grandes las verdades ciertas;
Las falsas razones son flechas cubiertas.
Estímanse lenguas que alaban el crimen,
Honran al que pierde, y al que vence oprimen.
Las palabras vuestras son la honra mayor,
Y aun si fueran muchas, perdieran, señor.
Todos somos hijos que Dios os encarga;
No es bien que, cual bestias, nos mate la carga.
Si guerras se alegan y gastos terribles.
Las justas piedades son las invencibles.
No hay riesgo que abone, y más en batalla.
Trinchando vasallos para sustentalla.
Demás que lo errado de algunas quimeras
Llamó á los franceses á nuestras fronteras.
El quitarle Mantua á quien la heredaba
Comenzó la guerra, que nunca se acaba.
Azares, anuncios, incendios, fracasos.
Es pronosticar infelices casos.
Pero ya que hay gastos en Italia y Flandes,
Cesen los de casa superfluos y grandes.
Y no con la sangre de mí y de mis hijos.
Abunden estanques para regocijos.
Plazas de madera costaron millones,
Quitando á los templos vigas y tablones.
Crecen los palacios, ciento en cada cerro,
Y al gran San Isidro, ni ermita, ni entierro.
Madrid á los pobres pide mendigante,
Y en gastos perdidos es Roma triunfante.
Al labrador triste le venden su arado,
Y os labran de hierro un balcón sobrado.
Y con lo que cuesta la tela de caza
Pudieran enviar socorro á una plaza.
Es lícito á un rey holgarse y gastar;
Pero es de justicia medirse y pagar.
Piedras excusadas con tantas labores»
Os preparan templos de eternos honores.
Nunca tales gastos son migajas pocas,
Porque se las quitan muchos de sus bocas.
Ni es bien que en mil piezas la púrpura sobre,
Si todo se tiñe con sangre del pobre.
Ni en provecho os entran, ni son agradables,
Grandezas que lloran tantos miserables.
¿Qué honor, qué edificios, qué fiesta, qué sala,
Como un reino alegre que os cante la gala?
Más adorna á un rey su pueblo abundante.
Que vestirse al tope de fino diamante.
Si el rey es cabeza del reino, mal pudo
Lucir la cabeza de un cuerpo desnudo.
Lleváranse bien los gastos enormes;
Lleváranse mal si fueren disformes.
Muere la milicia de hambre en la costa;
Vive la malicia de ayuda de costa.
Gana la vitoria el valiente arriesgado;
Brindan con el premio al que está sentado.
El que por la guerra pretende alabanza
Con sangre enemiga la escribe en su lanza.
Del mérito propio sale el resplandor,
Y no de la tinta del adulador.
La fama, ella misma, si es digna, se canta:
No busca en ayuda algazara tanta.
Contra lo que vemos, quieren proponernos
Que son paraíso los mismos infiernos.
Las plumas compradas á Dios jurarán
Que el palo es regalo y las piedras pan.
Vuestro es el remedio: ponedle, señor.
Así Dios os haga, de Grande, el Mayor.
Grande sois Filipo, á manera de hoyo
Ved esto que digo, en razón lo apoyo:
Quien más quita al hoyo, más grande le hace;
Mirad quién lo ordena, veréis á quién place.
Porque lo demás todo es cumplimiento
De gente civil que vive del viento.
Y, así, de estas honras no hagáis caudal;
Mas honrad al vuestro, que es lo principal.
Servicios son grandes las verdades ciertas;
Las falsas lisonjas son flechas cubiertas.
Si en algo he excedido, merezca perdones:
¡Dolor tan del alma no afecta razones!
F. Quevedo.
2 comentarios:
Realmente no deja de ser sorprendente tu interpretación de la #spanishrevolution ligándola a la Epístola satírica y censoria de nuestro admirado Quevedo. Tuve ocasión de visitar su habitación, por pura casualidad, cuando llegué a Villanueva de los Infantes. Me la encontré de bruces y pasé en la habitación de los últimos años de su vida una media hora en completa soledad. Fue uno de los momentos más gozosos de mi periplo por la Mancha recorriendo la ruta de don Quijote. Quevedo es mucho Quevedo. Y su acto de rebeldía individual (no sé si es esto lo que manifiestas con tu aportación) fue histórico y sonoro. No sé si con la publicación de la Epístola te adhieres a la #spanishrevolution a tu manera o la censuras veladamente. Hay quienes denuncian su falta de rigor intelectual, su indefinición en sus propuestas, en su anarquismo trasnochado... Yo quiero ver en tu gesto la creación de un vínculo entre aquella rebelión quevedesca y la que está teniendo lugar estos días. No me gustaría pensar que la miras desdeñosamente desde alguna altura olímpica. Creo que en estos días ha vuelto a brillar el genio español en la voz colectiva de una izquierda que todavía contempla el mundo en términos de humanidad frente a los poderes financieros y del capital. Que es difícl darle salida, que probablemente hay ingenuidad e imprecisión, puede ser... pero no me gustaría ser de los que cuando llegó el hombre a la luna en lugar de disfrutar aquel momento se dedicó a decir que para qué gastar aquel dinero cuando hay tantos pobres en el mundo... Sin duda no le faltaría razón, pero cuando la humanidad da pasos fundamentales uno sólo puede decir que ha estado allí o ha estado en su sillón contemplando el panorama escépticamente. Espero tu interpretación y exégesis quevediana. Un abrazo.
Ay, Joselu, que me pones en un compromiso! Si he puesto el memorial de la servilleta es precisamente porque me pareció que ese acto era bastante. Verás que ni una línea quise escribir; pero me fuerzas -y lo hago con gusto, porque te aprecio- a hablar.
¿Ha cambiado algo España desde entonces?: "Y, porque con logro prestan seis reales, /Nos mandan y rigen nuestros tribunales." "Un ministro, en paz, se come de gajes/Más que en guerra pueden gastar cien linajes." No sigo, porque terminaría copiándola entera de nuevo. Inglaterra le cortó a su debido tiempo la cabeza a su Carlos y Francia a su Luis y por ello sus pueblos están, hace siglos, emancipados. Aquí no hemos logrado superar a Fernando VII y por eso somos, hasta hoy, un pueblo tutelado. Me habrás leído con frecuencia mi opinión de que vivimos en una oligarquía; si es el momento de nuestra Revolución, sin sangre, me alegro.
El anarquismo no me parece trasnochado; tampoco pienso que el comunismo haya fracasado, ni mucho menos, y lo que el capitalismo califica de utopía me parece el mínimo a conseguir. No hace mucho me sorprendió la explicación que, contra China, daba un supuesto catedrático de economía. Decía que China, bajo el férreo control del Partido Comunista, nos estaba parasitando y que cada céntimo gastado en una tienda china iba a parar a las reservas de ese país; así que desde entonces ya compro en los chinos con más satisfacción que nunca, jajaja. Ahora que se están reflejando tantas de nuestras incongruencias y que se exponen nuestras injustísimas desigualdades, no puedo menos que seguir mirando a Cuba (que ojalá también nos parasitara), de la que tanto podríamos aprender, si no nos sintiéramos colectivamente en esa altura olímpica que citas y a la que no me sumo porque no desdeño. Lo que sí cada día recuerdo las maravillas de la Isla; las tristezas y los fracasos tal vez quiera olvidarlos. Hace unos días mi hija mayor se torció un tobillo en el recreo. No sé si los cubanos sabrán que eso aquí no lo cubre la Seguridad Social (como tampoco un montón de accidentes) y que tampoco hay Hospitales Pediátricos como los que allí inundan las ciudades. El caso es que tuve que entrar en un marasmo de burocracia para demostrar que mi hija va a un colegio público, porque la administración no lo sabe.
Así que no tengo ningún escepticismo. Ojalá se hiciera una revolución total; ninguna propuesta decente me parecerá nunca ingenua. Pero que, ojalá también, esta vez no haya S. Marcos.
Y termino con dos citas, extraídas del maestro Cintio Vitier con el que Cuba alumbra. La primera, las palabras de Miguel Velázquez, en una carta al obispo Sarmiento: "Triste tierra, como tierra tiranizada y de señorío". La segunda, la maravillosa e inolvidable de José de la Luz: "Antes quisiera, no digo yo que se desplomaran las instituciones de los hombres -reyes y emperadores-, los astros mismos del firmamento, que ver caer del pecho humano el sentimiento de la justicia, ese sol del mundo moral."
Un abrazo, Joselu.
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