lunes, 10 de octubre de 2011

LOS QUE MUEREN CON JOBS



Ahora que lamentamos la pérdida de la inteligencia individual de Steve Jobs podemos pensar en los objetos que se quedarán sin desarrollar, que ya no veremos. Sin duda Apple no será lo mismo y de algún modo la inteligencia humana se ha empobrecido, lo que ocurre con cada muerte.
Generalmente nos lamentamos de la pobreza conmovidos por el sufrimiento humano. ¿Nos damos cuenta, sin embargo, del mundo que perdemos por esta causa? ¿Cuántos seres tan inteligentes al menos como Jobs se debaten cada día entre la enfermedad y la miseria, impedidos de pensar en otra cosa que no sea la supervivencia? Al igual que podemos imaginar un mundo en el que Steve Jobs siguiera siendo el centro de Apple también podemos imaginar un mundo globalmente solidario, desarrollado y con escasez o riqueza compartidas. ¿Qué maravillas veríamos entonces? ¿Cómo serían nuestros viajes, nuestras vacaciones? ¿Qué Ipod, qué Imac, qué Ipad, qué Iphone desarrollarían en Somalia o en Haití? ¿Cuáles serían nuestros ritmos musicales? ¿Qué cine nos ofrecerían los talentos que ahora se pierden? 
El mundo se ha empobrecido con la muerte de Jobs y también con la muerte de los que no son Jobs, que siguen muriendo hoy. Así que vaya mi recuerdo emocionado a todos ellos. Él murió por un cáncer de páncreas. Ellos, por hambre, por malaria, por enfermedades comunes. Todos ellos eran visionarios, todos ellos eran creadores.

3 comentarios:

Joselu dijo...

Estoy de acuerdo contigo. El mundo se ha empobrecido con su ausencia y ya no será lo mismo. Es el problema de los personajes emblemáticos y únicos. Quiero pensar que su tecnología desarrollada sobre las tabletas, que ha sido copiada para bien y para mal, llevará, como he leído, a que se fabriquen por menos de cincuenta dólares y que puedan ser distribuidas en países ajenos a la tecnología. Se considera que el elemento revolucionario, más que el PC portátil es la tableta, y ya hay países (creo que Corea del Sur) que las está extendiendo entre su población escolar. El gran problema con las tabletas o los ordenadores es más que el coste la conexión a internet y este ese un reto más difícil todavía.

De Jobs no trascendieron sus proyectos solidarios como sí se ha hecho con los de Bill Gates. Creo que él prefirió ser discreto, y espero que haya alguno que tenga su firma aunque no sea reconocida. La auténtica generosidad no busca el reconocimiento público.


Sí, hacen falta soñadores, hombres y mujeres hambrientos y alocados, para acometer tareas imposibles como la de erradicar la malaria, o que crean que se puede construir un mundo mejor y más solidario. Hay tanto fatalismo que nos invade (y en los juicios sobre Jobs hay algunos que desdeñan su supuesto discurso New Age) que es esperanzador que haya personas que sigan creyendo que lo más difícil es posible o por lo menos merece la pena intentarlo. Al fin y al cabo la muerte la tenemos asegurada. No tenemos nada que perder. Sigamos siendo hambrientos y alocados.

Un abrazo.

Yolanda Molina Pérez dijo...

El hambre puede enloquecer a quien la padezca, más si ni siquiera puede entender los porqué de su miseria, no son justamente los hambrientos del mundo los que dan los saltos hacia la locura de lo divino, hoy el talento se pierde sin el conocimiento, hace años un don natural podía bastar para hacer la luz, pero cada vez son menos, claro quizás no sean tan pocos, pero como la historia la cuentan los entendidos en el lenguaje, los que tienen instrucción, tecnología , techo y suficiente seguridad como para hacer algo distinto a la sobrevivencia, quizás por eso las historias conmovedoras de hambrientos locos que trascienden en un instante de lucidez van siendo escasas.
Hoy preparaba un trabajo por el Día Mundial de la Alimentación a desarrollarse el próximo 16 de octubre y las estadísticas dan pavor, no las repito porque están disponibles en cualquier parte, lo que si no parece avistarse son soluciones que reviertan la situación, los seres que marcan un tiempo merecen la memoria y el homenaje, ¿pero qué hacemos con esos millones sin nombre que no dejan otra huella que la increíble estupidez de una especie que cada día crea abismos mayores entre sus hábitos y necesidades?
Lo difícil sigue siendo posible, pero cada día es más difícil porque son pocos los que escogen la solución complicada, no será la tecnología la que salve de la pobreza, sino la generosidad y no tengo noticias sobre su generalización, mientras tanto algunos podemos y debemos seguir soñando con esa posibilidad.
¿Pero bastará?
Abrazos y feliz de tu regreso…

Animal de Fondo dijo...

Joselu y Yolanda, ¿cuál es la situación estructural que nos permite comprender que seríamos más felices si los demás lo fueran también? Porque no creo que pensemos así por nada especial, sino porque la posición que ocupamos nos permite hacerlo.
"Es la posición lo que decide la victoria, trátese de guerreros o de frases". Parece evidente que a partir de cierto nivel de riqueza uno queda ciego ante todo lo humano. Y por debajo de cierto umbral de pobreza tampoco es posible dedicarse a razonar. Quiero decir que si consiguiéramos extender la estructura que nos hace desear un mundo más razonable se ampliarían nuestras posibilidades. No sé si he conseguido explicarme. Un abrazo a los dos.