viernes, 21 de diciembre de 2007

OTRA VISIÓN DEL CANON

Me parece que aquí hay un problema de fondo al que no se está haciendo caso: ¿Cómo afecta a la calidad de la cultura el canon?
Empezando por el final, yo observo desde hace mucho tiempo que la cultura española es de baja calidad. Creo que es objetivo reconocer que la mayoría de músicos populares [Pop] en España son bastante malos. Las letras expresan conceptos superficiales, la música es repetitiva, una canción apenas si cuenta con un solo tema musical, que se repite y se repite. Los arreglos son simples, que no sencillos, los ritmos carecen de cualquier complejidad. Hay excepciones, claro, pero todo ello viene acompañado por una exaltación del producto musical en los "mass media" tan grande que nos hace ver que se trata de propaganda encubierta bajo el aspecto de entretenimiento o información. Esto con respecto a la música, pero es que el cine es ya desesperante. Se califica de grandes artistas a directores francamente ridículos, que son la expresión filmada de lo convencional, de lo burdo. La televisión produce, salvo excepciones también, programas que en una sociedad desarrollada culturalmente serían de desecho, prácticas fallidas de estudiantes de primer curso, sin profundidad, sin elaboración, sin los más elementales conocimientos de un oficio.
Pero esto es solamente lo que aparece en el primer plano de la difusión. Hay buenos músicos en España, hay buenos directores, hay buenos intérpretes. Simplemente no son conocidos, trabajan en espacios marginales de comunicación.
Suponiendo que alguien compartiera estas apreciaciones, yo me pregunto: ¿tiene algo que ver el canon? En las controversias sobre este canon suele argumentarse solamente la justicia o no de su aplicación, pero ¿qué efectos produce en la sociedad?
Yo sospecho que si se pone una cantidad considerable de dinero en manos de unos pocos, y éstos lo reparten entre los que ellos consideran son merecedores de tal compensación por ser "productores de cultura" se está generando una alteración sustancial en el rango de productos culturales que llegan a las masas. Con ese dinero es posible propagar determinados bienes culturales desplazando a otros del lugar que por derecho de calidad deberían ocupar.
¿Necesita Gabriel García Márquez una compensación por las fotocopias que se hayan hecho de "Cien años de soledad"? Yo no lo creo, más aún, creo que Gabriel García Márquez podría vivir de su trabajo de escritor aunque se suprimiera el papel, las editoriales, los periódicos. Su trabajo es tan bueno, tiene tanta calidad que estoy seguro que la humanidad entera le está agradecida y estaría dispuesta a compensarlo. Es un caso extremo, ya lo comprendo. Ayer escuchaba yo un fragmento de un programa de radio. En él, hablando sobre el canon, Julia Otero pedía a los oyentes que se descargaran gratuitamente su programa de radio por internet si es que no podían escucharlo en directo o simplemente querían conservarlo. ¿No son propiedad intelectual las palabras de Julia? Simplemente Julia sabe que su salario depende de la calidad con que desarrolla su trabajo, que la emisora que lo emite paga. Y su calidad es suficientemente buena como para que ella pueda vivir de ese trabajo, indiscutiblemente.
Siento mucho citar a Ramoncín, porque no deseo molestarlo. Pero no encuentro un ejemplo más claro de un personaje que es todo lo contrario; alguien que teme que se descarguen sus canciones por internet, cuando parece ser que a nadie le interesa descargarselas. Es, en mi opinión, un trabajo de tan baja calidad que si no es protegido desaparecería, porque apenas si aporta a la sociedad más que ramplonería. No digo yo que Ramoncín tenga la culpa de todo esto: será las dificultades de su infancia, la marginalidad de su barrio, la falta de oportunidades de sus padres; tampoco digo que no sea como persona tan digno de respeto como cualquiera. ¿Está el canon propiciando que se difundan obras de esta calaña?
¿Necesita el blog de Enrique Dans, que es una obra intelectual, una compensación por las ideas que le copiemos? ¿Necesita protección o compensación la obra de Picasso, de Fernando Zóbel, de Gustavo Torner, de Antonio Saura?
Más allá de canon sí o canon no, yo me pregunto, ¿Canon para quién? ¿Canon para qué? ¿Canon con qué efectos en la cultura?
No vaya a ser que lo deseable para la sociedad sea que esa cultura que nos repiten tan a menudo que se muere, muera ya de una vez por todas y, tras su certificado de defunción, podamos dedicarnos de una vez a descubrir, a disfrutar, de tantos, de tantísimos creadores gozosos, que trabajan y tienen vocación, formados, diligentes, creativos, que están ahora velados por los representantes oficiales de esa cultura "protegida" que siempre ha sido y será un producto cheli, macarra, más digno de lástima que de protección.

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