martes, 3 de noviembre de 2009

EL LICENCIADO VIDRIERA, ENSAYO DEL QUIJOTE



Hace unas semanas publicaba un excelente profesor de literatura un artículo contándonos sus esfuerzos por acercar El Quijote a los escolares: La vida al tablero. Este escrito me hizo reflexionar sobre la conveniencia de dar a leer una bebida fuerte, como es el Quijote, a personas que por su edad no pueden estar lo suficientemente maduros para comprenderlo. Habrá excepciones, pero esas excepciones ya buscan el texto de Cervantes por sí solos. Además, en su artículo, Joselu, que así se llama nuestro querido profesor, nos cuenta que el texto asignado en la selectividad no incluye todos los capítulos del Quijote, sino solamente una selección, inevitablemente arbitraria.
He visto siempre con horror todas las manipulaciones de la obra de Cervantes. Textos resumidos, textos simplificados, textos cambiados, películas, series, dibujos infantiles... ¡Qué poco se respeta en España la verdadera propiedad intelectual, la del espíritu! A todos los poderes públicos les preocupa que alguien pueda leer un libro sin pagar; prueba de ello es que en Google Books es preciso vivir en los Estados Unidos para poder leer muchos de los volúmenes de la BAE, de Rivadeneyra, editados en el Siglo XIX. En España solamente se puede acceder a una ridícula vista de fragmentos, limitada a menos de ¡un párrafo!, como hace unos días pude comprobar con la edición de D. Adolfo de Castro de las Obras Escogidas de Filósofos. Claro, mediante algunos trucos se puede acceder a la lectura de la obra, fingiendo que se lee desde los Estados Unidos. Digo todo esto porque, en cambio, a nadie le importa que se desfigure el Quijote, ni que meta mano en sus páginas el primer animal que piense que así podrá hacer algo de dinero. Baste ver que el Ministerio de Educación piensa que con leer unos capítulos sueltos de lo que la ministra del ramo supondrá es un plomazo aburrido, es bastante para cualquier alumno.
Pues yo pienso que lo mejor que se podría hacer con el Quijote es prohibirlo. Gracias a estar prohibido, leí yo con devoción la Antología Rota de León Felipe, que se compraba en las trastiendas de las librerías cuando yo era adolescente. Ojalá solamente se pudiera acceder al Quijote en esas trastiendas; tal vez mejor suerte le depararía al libro de Cervantes.
Si el Quijote no ha sido nunca entendido en España (sería presunción que lo dijera yo, pero en mi descargo, lo dice Azorín y lo dijo Cajal), si nunca se ha puesto en obra las consecuencias del reproche general de Cervantes a los españoles, ¿por qué se da a leer a los escolares? ¿Por qué no se enseña en su lugar El Licenciado Vidriera? El Licenciado Vidriera es un ensayo del Quijote. Ese sí es un buen Quijote preliminar, resumido y compendiado. Claro, no puede Cervantes ni nadie podría expresar en unas pocas páginas lo que luego expresó en El Quijote. No puede estar en El Licenciado Vidriera toda la maravillosa riqueza de matices del Quijote. Pero basta para un escolar con comprender esta obrita de Cervantes. Comprendiendo bien El Licenciado Vidriera se conoce mucho mejor el espíritu de Cervantes que leyendo deprisa y mal, sin comprenderlo a fondo, El Quijote.
 ¿Qué repercusión tienen hoy en España las Novelas Ejemplares? Ninguna. Sospecho que, hoy en día, nadie las lee. Y sin embargo, son una obra elevada, son una obra bellísima, respetuosa, limpia, clara. ¿Os habéis fijado en que Cervantes no ha escrito nada que pueda ofender a un niño, a un joven? No conozco una sola página en su obra que no pueda darse a leer al ser más inocente del mundo. Siempre, desde que me di cuenta de esto, aspiré yo a escribir así lo que escribiera. Ya que no con talento, sin maldad. Y no es fácil hacerlo, os lo aseguro. Toda la obra de Cervantes es la de un hombre, desengañado, sí, de los poderes mundanos, pero de un hombre sensible que quiere tener la conciencia tranquila con respecto a lo que sus palabras hayan podido hacer en el alma de los que lo lean.
En el Licenciado Vidriera Cervantes encuentra su forma de decir verdades comprometidas sin que pueda acusársele de ello; y aunque pueda acusársele, al menos de modo que pueda disculpársele. Cervantes utiliza el recurso de que sea un loco quien dice la verdad. Así se ofrece ésta para que el que quiera entenderla la entienda. Y al que le moleste verse reflejado en las palabras de Tomás -el licenciado- puede pensar que son disparates de loco.
Disparates de loco, pensarían los editores cuando leyeran que su falta consiste en "los melindres que hacen cuando compran un privilegio de un libro, y la burla que hacen a su autor si acaso le imprime a su costa, pues en lugar de mil y quinientos, imprimen tres mil libros, y cuando el autor piensa que se venden los suyos, se despachan los ajenos." Disparates de loco, pensarían los cortesanos, al escuchar al licenciado decir que "yo no soy bueno para palacio, porque tengo vergüenza y no sé lisonjear." Disparates de loco, pensarían los médicos, al escuchar que "solo los médicos nos pueden matar y nos matan sin temor y a pie quedo, sin desenvainar otra espada que la de un récipe; y no hay descubrirse sus delictos, porque al momento los meten debajo de la tierra." Disparates de loco...
El licenciado Tomás Rodaja, que ya se llama Tomás Rueda, se ha curado. Y si antes llevaba detrás una turba escuchando sus sentencias, ya no le interesa a nadie. Cuando loco, se ganaba el sustento; cuando cuerdo, y licenciado en Leyes por Salamanca, ya no tiene con qué comer. La España de la risotada y la burla sangrienta le echaba de comer a Vidriera. Al hombre honrado y sabio lo desprecia.
"Castilla miserable,
ayer dominadora,
envuelta en sus harapos
desprecia cuanto ignora."

De nada le vale a Tomás Rueda decir: "Lo que solíais preguntarme en las plazas, preguntádmelo ahora en mi casa, y veréis que el que os respondía bien, según dicen, de improviso, os responderá mejor de pensado". De nada le vale tampoco a Cervantes. Lo que España destina a sus mejores hombres es pobreza y nada más.
"Y viéndose morir de hambre -dice Cervantes-, determinó de dejar la corte y volverse a Flandes, donde pensaba valerse de las fuerzas de su brazo, pues no se podía valer de las de su ingenio. Y poniéndolo en efecto, dijo al salir de la corte:
"-¡Oh corte, que alargas las esperanzas de los atrevidos pretendientes y acortas las de los virtuosos encogidos, sustentas abundantemente a los truhanes desvergonzados y matas de hambre a los discretos vergonzosos!"
¿No veis que en Tomás Rueda está, como decíamos al principio, la mejor preparación para el Quijote? Y en las demás Novelas Ejemplares está también lo mejor de Cervantes. Condensado, menos sutil, menos dificultoso que El Quijote. Y para que España siga despreciando a Cervantes, ya que desprecio es no poner en práctica la curación de los vicios que él denunció, esas alforjas bastan.
Adiós, Tomás Rueda; adiós, La fuerza de la sangre; adiós, La española Inglesa; otros días vendrán, si vienen, en que también hablaremos de vosotras.

3 comentarios:

Joselu dijo...

Coincido plenamente contigo en tu sugerencia de la lectura de El licenciado Vidriera por ejemplo en lugar de una lectura expurgada de El Quijote que carece de cualquier sentido y de continuidad. Hay capítulos fundamentales que faltan en esa selección, aunque se puede decir que todos son importantes, pero clama al cielo que no se haya seleccionado el escrutinio de la biblioteca teniendo en cuenta que su obra es una denuncia y una parodia de los malos libros de caballería. A veces pienso que los responsables de las PAU carecen de seso o son muy mal intencionados. Bastaría en bachillerato leer alguna de las obras que señalas de Cervantes o el mismo Lazarillo de Tormes, que no por popular significa que sea más conocido. Otra obra alternativa y de formato corto, aunque difícil por su lenguaje conceptista, sería La vida del buscón don Pablos. Me ha encantado tu artículo, y me ha hecho muchas ilusión tu alusión al mío de hace unos días sobre El Quijote y su lectura. Te diré que los alumnos parece que van entrando en su mundo, y aunque no puedo garantizar que todos lo estén leyendo, sí que puedo asegurar que los que tienen que comentar los capítulos lo están haciendo bien. No deja de ser un gozo y un descanso ir a dar clases de bachillerato tras salir de la ESO que sí que es territorio salvaje y lleno de sorpresas (para bien y sobre todo para mal). Me resulta una idea excelente el proponer a Tomás Rueda como personaje preparatorio del hidalgo manchego. El interés por la locura de Cervantes es manifiesto y pone de relieve que los mejores personajes de la literatura mundial son seres excéntricos y maniáticos. Recibe un cordial saludo y gracias por tu referencia que me ha llenado de ilusión.

Joselu dijo...

No sin motivo El idiota de Dostoievski y Tristram Shandy de Laurence Sterne tienen relación fecunda con El Quijote. Sin duda la obra de Cervantes fue mucho mejor entendida fuera de España. Sólo a partir de Galdós, un cervantino radical se empieza a incorporar el cervantismo a la literatura española. Azorín también contribuyó, junto a Unamuno, a introducir a Cervantes entre nuestros grandes ingenios.

Animal de Fondo dijo...

Gracias por tu ilusión, Joselu; eres un apoyo firme para mí; me haces un gran bien desde hace mucho tiempo.
Comparto tu idea sobre el Lazarillo y sobre la Vida del Buscón. Son dos libros maravillosos, divertidos, muy apropiados para quien se inicia en la lectura. El lenguaje del Buscón nos permite, además, iniciarnos en el reto de manejar la bellisima sintaxis de nuestro s. XVII. Quien empieza por El Buscón, tal vez termine en Las Soledades, por muy diferentes que sean esos dos conceptos de la literatura. Ojalá pudiéramos sentir de nuevo aquél cosquilleo en nuestro cerebro, cuando descubríamos los, a nuestro parecer de entonces, infinitos paraísos escondidos del barroco.
Un fuerte abrazo.