Repasando blogs atrasados veo una verdadera eclosión por el ochenta cumpleaños de Roberto Fernández Retamar. Confesaré que hace días que me ronda la cabeza la idea de hablar de dos libritos de Ernesto Cardenal que siempre han andado conmigo. Son los de su primera juventud: Epigramas y la traducción de Catulo y Marcial, que tiene mucha gracia porque creo recordar que hace a Marcial estar en contra de Anastasio Somoza. Bien, repasando estos blogs, encuentro un artículo de Ernesto Cardenal que me ha encantado: "Cena en casa de Retamar". La verdad es que cuando escribí hace unos días el artículo sobre Roberto Fernández Retamar no tenía ningún dato sobre su situación personal o su vida íntima. Apenas si lo conozco por otra cosa que por su poesía. Así que no puede dejar de gustarme ver que Ernesto Cardenal nos da una visión exacta a la que yo tengo en mi imaginación. Ernesto nos la muestra después de acudir a su casa. Yo la obtuve después de leer sus versos. Eso me confirma, una vez más, que el testimonio directo de la obra debe pesar más que las habladurías.
Una lectura lleva a otra, así que también he encontrado un poema de Cintio Vitier a Roberto Fernández Retamar en su sesenta cumpleaños. Lo copio, aclarando que me he permitido rectificar la palabra final del verso trece, ya que considero una errata la palabra arrebatados que nos ofrece La Ventana, de donde la he copiado:
Entrar, joven Roberto, en los sesenta
es entrar de puntillas a un jardín
donde las rosas fingen que el carmín
en la melancolía se aposenta.
A su sombra, tranquilo, uno se sienta
como si fuera otro, porque, en fin,
vivir en los sesenta es un sin fin
de ilusiones igual que en los cuarenta.
Miente el espejo y yerran los novatos
que cariñosamente nos envuelven
en los presagios de su admiración,
pues nosotros sabemos cómo vuelven
cada día secretos arrebatos
de juventud a nuestro corazón.
2 comentarios:
Yo cada década que cumplo la siento como un tranquilo escalofrío.
Un saludo
Un saludo, Rubén. ¡Gracias por tu visita!
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