Desde que Azorín me hizo ver su valor, he sido apasionado publicista de Los Trabajos de Persiles y Segismunda. Esta obra es, tal vez, piedra de toque de la cultura española: La mayoría la ignora, algunos han escrito sobre ella, aún sin haberla leído, casi nadie la valora o la comprende. Es un sinsentido el prejuicio que la persigue a lo largo de los siglos: que Cervantes escribió una obra maestra, El Quijote, y una obra inservible, El Persiles. Pobre Cervantes, obligado a ser leído a edades en las que no es posible comprenderlo, lo que impide a tantos acercarse a él después, cuando la inteligencia ya está en sazón para abordar su lectura.
Cervantes creía que el Persiles era su mejor escrito. ¿No es una petulancia inaguantable pensar que tenemos un juicio crítico sobre su obra de mejor calidad que el suyo propio? La realidad es que El Persiles es el complemento indispensable del Quijote y que las dos obras forman una suerte de unidad: la lectura de una de ellas aclara el sentido de la otra.
Pero si no se entiende El Quijote, ¿cómo se va a entender El Persiles?. Si el Quijote es una visión del alma humana a través del microscopio, El Persiles es la misma visión del alma humana, pero a través del telescopio. En el Quijote, lo que importa es conocer nuestros pensamientos más íntimos, nuestras razones más secretas. Todo en El Quijote tiene origen en nuestro interior. En El Persiles somos vistos a una gran distancia y, gracias a él, podemos comprender los efectos de nuestro destino. Una tormenta nos aparta de nuestro rumbo; nos arroja a las playas de una isla desconocida, a la que jamás pensamos arribar.
Azorín nos muestra, con razón, que la prosa más limpia, más clara, más maravillosa de Cervantes está en el Persiles. Copiaré aquí las palabras de su cita, con la esperanza de atraer hacia el Persiles el corazón de algún amigo nuevo:
"En esto iban las naves con un mismo viento por diferentes caminos, que este es uno de los que parecen misterios en el arte de la navegación; iban rompiendo, como digo, no claros cristales, sino azules; mostrábase el mar colchado, porque el viento, tratándole con respeto, no se atrevía a tocarle a más de la superficie, y la nave suavemente le besaba los labios, y se dejaba resbalar por él con tanta ligereza, que apenas parecía que le tocaba."
Capítulo primero del libro tercero.
5 comentarios:
Pero el Quijote se entiende muy bien, sobre todo con las notas de F. Rico o las de M. de Riquer... Yo leí el Persiles cuando estudiaba y no sé si entero, lo buscaré. El Quijote me apasiona.
La verdad es que nunca he leído un Quijote anotado. Tuve la suerte de conocerlo a través de una edición infolio de finales del diecinueve que fue de mi abuelo y que ya estaba puntuada por Rodríguez Marín, y el caso es que casi nunca coincide lo que yo interpreto con los comentarios que leo. Después lo he leído unas cuantas veces más, hasta desarrollar un cariño grande por Cervantes. Si buscas en "Al margen de los clásicos", allí tienes una crítica cabal del Persiles, mucho más ajustada que la mía y, por supuesto, infinitamente más bella.
Gracias por tus comentarios, que me han alegrado.
Pero las notas sirven para entender el significado de una palabra que designa a una tela o una comida, y son tan maravillosas y poéticas que valen la pena, son dos sabios ese par...
He visto que no entiendes mi manera de escribir, será que escribo mal, con las prisas, pero lo que para mí es feliz, a ti te parece triste. Ya dijo Proust que cada uno pone la lupa en un aspecto y por eso cada uno lee un libro distinto. Yo no huyo de ninguna tribulación, ni de mí misma, sino que evito cosas para cuidarme y protegerme: eso lo da el conocerse. Unos días en un lugar prestado me han permitido corregir mi libro y tener un encuentro afortunado, que me revela otras cosas de mí misma y me permite celebrar vitalmente lo que sea, la propia vida, y de paso desintoxicarme de lo peor de Ejpaña. Para mí no hay un solo "camino de la verdad", sino que va cambiando todo el tiempo y obliga a estar alerta para ver lo que se oculta, esa es la gracia. En la incertidumbre también está la felicidad. Pasé muchas navidades con mi hijo, cuando era pequeño, y eso tuvo su encanto. Pero ahora los dos nos encontramos de otra manera, no necesariamente en una cena ritual. En mi mundo, no todos deben hacer lo mismo ni seguir el mismo camino. Ni todos deben celebrar lo mismo el mismo día y de la misma manera. Por suerte!
Zbelnu, cuando dije que no había leído un Quijote anotado no quise decir que no me hubiera gustado hacerlo tal vez, simplemente no tuve ocasión, porque mis ejemplares no contenían notas y yo me conformé con ellos. Al resto te respondo en tu blog.
Si, probablemente lo sea
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