¿Qué podrá decirse en este apartado blog de Mariano José Larra? En España, todo el mundo sabe que uno de sus artículos se llama "Vuelva usted mañana". Seguramente se piensa que ya el título es lo suficiente expresivo y describe, con toda probabilidad, la esencia de su contenido lo bastante como para que valga la pena leerlo. Tal vez haya leído el artículo algun antiguo estudiante, algún opositor, por haberlo incluido tal vez alguien en un remoto plan de estudios. Del resto de la obra de Larra, dudo mucho que en la actualidad, se lea nada por parte del público en general. ¿Habrá algún feo estudioso que lea a Larra en nuestros días? Seguramente lo habrá, y será estudioso por ese motivo, porque el ser feo no le dará opción a otra cosa. ¡Pobrecillo!
Es que si el uno por ciento de los españoles leyera hoy a Larra, la situación nacional sería insostenible. Es que ese uno por ciento armaría una revolución. Por eso, más vale que no se hable de él, que no se edite su obra, que no tenga un lugar permanente en las librerías. En cambio, estudiemos el diccionario secreto de C. Cela. Allí aprenderemos las acepciones de las palabras malsonantes, con objeto de que puedan ser incorporadas mejor a los mensajes de texto a través de los teléfonos móviles que es a lo que está reducida la actual literatura, para mayor honra de nuestros ministros de "cultura".
¿Cuál es, a juicio del autor de este escrito, la peligrosidad que encierra la obra de ese tal Larra? ¿Es autor incendiario, que anima la quema de nuestros montes? ¿Es autor terrorista, que enaltece la violencia en nuestras comunidades? No, no sería ese el peligro de que leyéramos a Larra, nada más alejado de su intención. El peligro verdadero de leer la obra de Larra en nuestros días sería ver que su descripción de España y de los españoles es exacta.
¿Qué mal hay en que Larra vea a los españoles tal cual somos? ¿No es acaso esto prueba de que lo que dicen los manuales de literatura es en este caso verdad, en contra de lo que usted sostiene con frecuencia, Animal? Ay, Larra ve con exactitud el origen, la forma y el modo de ser de nuestro carácter y de nuestros problemas, tan exactamente que nos parece que ha escrito sus artículos ayer mismo, ayer por la tarde. Pero la tragedia que supone todo esto es que Larra murió el 13 de febrero de 1837. Y si, en sus escritos del primer tercio del siglo XIX, describe con exactitud la sociedad española de 2009, ¿Qué es lo que hemos avanzado desde entonces? Si Larra, por conocernos bien, conoce hasta el talante y la intención de los periódicos de esta mañana, resulta que todo lo que nos han dicho en la escuela que ha pasado, no ha pasado realmente. Y que desde María Cristina de Borbón hasta Juan Carlos de Borbón no ha sucedido nada. Revoluciones, Restauraciones, Repúblicas, Guerras, Dictaduras. Si han existido (lo que dudaría tal vez Berkeley) o no da igual. No han servido para nada.
La cortísima vida de 27 años de Larra, en cambio sí ha existido y existirá. Existirá mientras siga revelando nuestro ser, mientras siga mostrándonos cómo somos, mientras no cambiemos para bien. Tal vez pueda escribirse otra entrada semejante a esta que escribimos ahora en el año 2109, si es que para entonces hay blogs, castellano y teclas para hacerlo. Tal vez sí, tal vez no.
En 1901, en la tarde del trece de febrero, un grupo de jóvenes armados de ramos de violetas se dirigió desde la Puerta del Sol de Madrid hasta Atocha, hasta el cementerio de San Nicolás donde estaba enterrado Larra. Allí leyeron un breve discurso, "Maestro de la presente juventud es Mariano José de Larra". Los jóvenes eran Ignacio Alberti, Camilo Bargiela, Pío Baroja, Ricardo Baroja, José Fluixá, Antonio Gil y J. Martínez Ruiz. Su escrito decía así:
"Amigos: consideremos la vida de un artista que vivió atormentado por ansias inapagadas de ideal; y consideremos la muerte de un hombre que murió por anhelos no satisfechos de amor. Veintisiete años habitó en la tierra. En tan breve y perecedero término, pasó por el dolor de la pasión intensa y por el placer de la creación artística. Amó y creó. Se dió entero a la vida y a la obra; todas sus vacilaciones, sus amarguras, sus inquietudes están en sus vibradoras páginas y en su trágica muerte.
Y he aquí porqué nosotros, jóvenes y artistas, atormentados por las mismas ansias y sentidores de los propios anhelos, venimos hoy a honrar, en su aniversario, la memoria de quien queremos como a un amigo y veneramos como a un maestro.
Maestro de la presente juventud es Mariano José de Larra. Sincero, impetuoso, apasionado, Larra trae antes que nadie al arte la impresión íntima de la vida, y con Larra antes que con nadie llega a la literatura el personalismo conmovedor y artístico. La lengua toda se renueva bajo su pluma: usado y fatigado el viejo idioma castellano por investigadores y eruditos en el siglo XVIII, aparece vivaz y esplendoroso, pintoresco y ameno en las páginas del gran satírico.
La vida es dolorosa y triste. El desolador pesimismo del pueblo griego, el pueblo que creara la tragedia, resurge en nuestros días. "¡Quién sabe si la vida no es para nosotros una muerte y la muerte no es una vida!", exclama Eurípides. Y Larra, indeciso, irresoluto, escéptico, es la primera encarnación y la primera víctima de estas redivivas y angustiosas perplejidades. El constante e inexpugnable "muro" de que Fígaro hablaba, es el misterio eterno de las cosas. ¿Dónde está la vida y dónde está la muerte?
"Tenme lástima, literato", le dice a Larra, en uno de sus artículos, su criado, "yo estoy ebrio de vino, es verdad; pero tú lo estás de deseos y de impotencia". Ansioso e impotente cruza Larra la vida; amargado por el perpetuo no saber llega a la muerte. La muerte para él es una liberación: acaso es la vida. Impasible franquea el misterio y muere.
Su muerte es tan conmovedora como su vida. Su muerte es una tragedia y su vida es una paradoja. No busquemos en Larra el hombre unilateral y rectilíneo amado de las masas: no es liberal ni reaccionario, ni contemporizador ni intransigente: no es nada y lo es todo. Su obra es tan varia y tan contradictoria como la vida. Y si ser libre es gustar de todo y renegar de todo —en amena inconsecuencia que horroriza a la consecuente burguesía—, Larra es el más libre, espontáneo y destructor espíritu contemporáneo. Por este ansioso mariposeo intelectual, ilógico como el hombre y como el universo ilógico; por este ansioso mariposeo intelectual, simpática protesta contra la rigidez del canon, honrada disciplina del espíritu, es por lo que nosotros lo amamos. Y porque lo amamos, y porque lo consideramos como a uno de nuestros progenitores literarios, venimos hoy, después de sesenta y cuatro años de olvido, a celebrar su memoria.
Celebrémosla, honrémosla, exaltémosla en nuestros corazones. Mariano José de Larra fue un hombre y fue un artista: saludemos, amigos, desde este misterio de la vida a quien partió sereno hacia el misterio de la muerte."
Y he aquí porqué nosotros, jóvenes y artistas, atormentados por las mismas ansias y sentidores de los propios anhelos, venimos hoy a honrar, en su aniversario, la memoria de quien queremos como a un amigo y veneramos como a un maestro.
Maestro de la presente juventud es Mariano José de Larra. Sincero, impetuoso, apasionado, Larra trae antes que nadie al arte la impresión íntima de la vida, y con Larra antes que con nadie llega a la literatura el personalismo conmovedor y artístico. La lengua toda se renueva bajo su pluma: usado y fatigado el viejo idioma castellano por investigadores y eruditos en el siglo XVIII, aparece vivaz y esplendoroso, pintoresco y ameno en las páginas del gran satírico.
La vida es dolorosa y triste. El desolador pesimismo del pueblo griego, el pueblo que creara la tragedia, resurge en nuestros días. "¡Quién sabe si la vida no es para nosotros una muerte y la muerte no es una vida!", exclama Eurípides. Y Larra, indeciso, irresoluto, escéptico, es la primera encarnación y la primera víctima de estas redivivas y angustiosas perplejidades. El constante e inexpugnable "muro" de que Fígaro hablaba, es el misterio eterno de las cosas. ¿Dónde está la vida y dónde está la muerte?
"Tenme lástima, literato", le dice a Larra, en uno de sus artículos, su criado, "yo estoy ebrio de vino, es verdad; pero tú lo estás de deseos y de impotencia". Ansioso e impotente cruza Larra la vida; amargado por el perpetuo no saber llega a la muerte. La muerte para él es una liberación: acaso es la vida. Impasible franquea el misterio y muere.
Su muerte es tan conmovedora como su vida. Su muerte es una tragedia y su vida es una paradoja. No busquemos en Larra el hombre unilateral y rectilíneo amado de las masas: no es liberal ni reaccionario, ni contemporizador ni intransigente: no es nada y lo es todo. Su obra es tan varia y tan contradictoria como la vida. Y si ser libre es gustar de todo y renegar de todo —en amena inconsecuencia que horroriza a la consecuente burguesía—, Larra es el más libre, espontáneo y destructor espíritu contemporáneo. Por este ansioso mariposeo intelectual, ilógico como el hombre y como el universo ilógico; por este ansioso mariposeo intelectual, simpática protesta contra la rigidez del canon, honrada disciplina del espíritu, es por lo que nosotros lo amamos. Y porque lo amamos, y porque lo consideramos como a uno de nuestros progenitores literarios, venimos hoy, después de sesenta y cuatro años de olvido, a celebrar su memoria.
Celebrémosla, honrémosla, exaltémosla en nuestros corazones. Mariano José de Larra fue un hombre y fue un artista: saludemos, amigos, desde este misterio de la vida a quien partió sereno hacia el misterio de la muerte."
Y termino yo: si queremos saber si son los clásicos de actualidad o no, leamos a Larra, volvamos a la tumba de Larra.
9 comentarios:
Asombra que un hombre de la dimensión de Larra, de la hondura filosófica, sociológica y política que el tuvo, viviera únicamente 27 años. Pasma el pensarlo. Y tuvo tiempo para dejar su nombre y sus análisis para la posteridad en un número ciertamente considerable. Tengo casi el doble de la edad de Larra y no he escrito ni una centésima parte que lo que él escribió, con tanta clarividencia, con tanta exactitud, con tanta lucidez. Nos caló hondo, y es posible, como dices, que sigamos siendo como él nos describió. Debería releerlo, es cierto. Son un lujo tus lecturas tal como nos las vas trayendo. Algún día quizás le toque a Leopoldo Alas, que a los 34 años se apuntó al mundo literario con La Regenta. Así, para abrir boca. Lástima de tradición española que es ignorada por completo por el gran público y orillada en las escuelas que no citan a Larra para nada. Ni a Larra ni a prácticamente a nadie de valor. Comparto contigo ese homenaje merecido a Larra. También le ofrendo un ramito de violetas.
Querido Joselu: Pues no sabía tu edad, pero parece ser que tenemos la misma. Y además de compartir la edad, compartimos también el asombro. Es increíble, en nuestros días, que en veintisiete años se pudiera escribir tanto y tan bien. Estoy repasando a Séneca para una próxima entrada y en el primer escrito suyo que he releído esta tarde nos habla del valor del tiempo: "Resérvate para ti mismo, y el tiempo que hasta hoy te han estado tomando, te han estado robando o que te ha huído, recógelo y aprovéchalo.[...] nos creemos obligados al agradecimiento por aquellas cosas pequeñas y despreciables, de cuya pérdida nos podemos recuperar, pero no nos creemos en deuda por haber recibido el tiempo que es la única que, ni agradeciéndola, podríamos ganar de nuevo." ¿Cómo ha cambiado la economía del tiempo, desde Larra hasta ahora? Hace unos días comentábamos los dos, en otro blog, algo relacionado con la televisión. ¿Tiene nuestra sociedad interés en disponernos un continuo delante de la atención para impedirnos reflexionar? Me parece que pasamos muy rápido de una cosa a otra, aparentemente ocupados siempre. ¿No es como una especie de "horror vacui" que nos lleva a entrelazar grecas con adornos llenando todo el lienzo sin ningún trazo digno de ser conservado? Es un tema para reflexionar. Y me gustaría mucho que lo hiciéramos, porque podría ayudarnos en nuestra vida corriente.
Esta serie de los valores literarios que estoy escribiendo está afectando, como es natural, a la tertulia de literatura que te mencioné. Hemos leído unos días atrás "el castellano viejo"; no da mucho para comentar, pero seguro que si lo relees volverás a disfrutar con él, te garantizo un buen rato.
Confesaré que no he leído a Clarín, Joselu. Al no dedicarme profesionalmente a la literatura, solamente me ha interesado encontrar amigos buenos entre los escritores. Y naturalmente, cuando encontraba uno, quería saber más de él, conocerlo a fondo, perseguirlo hasta capturar su verdadero espíritu. Normalmente soy más lector de obras casi completas que de muchos escritores, así que tengo lagunas inmensas. Te podrá parecer frívolo, pero a veces unas pocas páginas, la colocación de los adjetivos, la forma de usar la subordinación, me han separado de un autor. En el fondo he buscado en la literatura afecto y recetas para vivir.
Claro que sería un placer inmenso que nos ilustraras con Leopoldo Alas o con lo que tú quisieras desde esta casa. Si no te invité a hacerlo cuando lo hice con Yolanda fue porque me pareció obvio que si no tienes tiempo para mantener una idea tan magnífica como la de Cuaderno de África o tu otro blog de literatura, malamente podrías escribir algo aquí. Pero que quede dicho para siempre que si alguna vez cambian nuestras circunstancias, esta será tu casa, para lo que quieras y como quieras.
Y modestamente, en el nombre de Larra, sabiendo como sé que no soy quién para decirlo: ¡Gracias por tus violetas!
Francisco me urge que abandones esta serie sobre literatura ¿qué voy a hacer con tamaña ignorancia?
¡Es vergonzoso ver cuánta tarea me queda por hacer!...
Bromas aparte al leer los comentarios tuyo y de Joselu pensaba también en Martí, murió con 42 años y es casi increíble todo lo que escribió, la excelencia y diversidad de lo que hizo, realmente el tiempo no importa sino la dimensión de la huella.
Gracias por este manojo de motivaciones.
Un abrazo...
Querida Yolanda: Pues eso es lo que me gustaría que escribieras, no crítica literaria sino apuntes personales sobre tus sentimientos frente a los escritores cubanos. ¡Cómo me gustaría a mí poder escribir sobre Martí! Lo admiro, pero no tengo con él intimidad suficiente como para considerarlo conocido. Hay distancia, tal vez por respeto mío, entre los dos y no me atrevería a decirle que lleva torcida la corbata. No sé si he dicho ya alguna vez que quise que el primer poema que se grabara en la memoria de mi hija mayor fue uno de Martí. El resabido, en Cuba, "Cultivo una rosa blanca", que no por resabido y manoseado deja de ser un poema increíble. Sobre todo porque puede uno azotar los siglos sin encontrar a nadie que se haya atrevido a escribir esa idea. Tan plena, tan limpia, sobre todo tan verdadera.
Hacías referencia a tu interés por el arte y no creas que nos vendría mal que escribieras de ello. En esta civilización occidental el arte está medio agotado, cansado al menos. Pero en Cuba he visto una vitalidad, en pintura, que aquí nos falta. Desgraciadamente, tampoco conozco, ni puedo conocer la pintura actual cubana como para hablar de ella.
A veces me desesperan ciertas cosas de la escuela en España que Joselu menciona a menudo. Ayer estuve repasando una ficha de "deberes" con mi hijo pequeño, que tiene ahora seis años. Era sobre un poema de Gloria Fuertes, malo, muy malo, pésimo. Me parece que algunos educadores conocen a Gloria Fuertes porque salía por televisión y deben pensar que debe ser buena escritora por eso. Cuando yo tenía quince años me compré un libro de poesía escrito por ella. Y en cuanto lo hojeé decidí no leerlo hasta, por lo menos, los treinta años, porque no quería recibir influencias, en ningún sentido, de este tipo de escritores. ¡Y se les da a los niños de seis años! Después tuve ocasión de tratarla personalmente varias veces; era agradable tomar una copa en su casa, de madrugada. Pero a lo que voy es a que hoy en día en nuestros libros de texto se da a los niños a beber a Gloria Fuertes y se les veda a Martí. Y luego se niegan a darles tabaco y ron sin querer reconocer que se sube antes a la cabeza la mala poesía y la mala literatura. No hablemos de los cuentos de iniciación a la lectura sobre lo que hace la Rana Ana por la mañana o el pato que compra barato, como si los niños pequeños fueran simplemente adultos más retrasados; habría que recomendarles, puestos a ironizar, que se leyera a Montalbán, del que se reía Quevedo de la siguiente forma: Cita Quevedo los versos de Pérez de Montalbán que hablan del trabajo de las abejas:
"A las novicias muestra/cómo han de hacer la carga,/ya de la flor amarga,/ya de la vid y ya de la lenteja/fabrica los panales la más vieja"
Y dice Quevedo así, lo que me hizo reír tanto que, como verás, no lo he olvidado:
"¡La maldita "vieja" tuvo la culpa de una cosa tan infame como fabricar miel de la lenteja, que es miel triste y para la cuaresma!; que si es moza, escribe: Ya de la vid y ya de toda broza/fabrica los panales la más moza."
Bueno, pues si se leyera en las escuelas a este Pérez de Montalbán creo que los niños saldrían con un gusto mejor y con menos ripios que lo que se les da ahora. Afortunadamente para vosotros, por lo que yo sé, eso no pasa en Cuba.
Un abrazo. ¡Gracias!
Fuera del tema, encontré un bello poema de Cintio Vitier en el blog de Vladia. ¡Siempre mañana y nunca mañanamos! Lo digo por mí, por tanto tiempo como he deseado leer a Cintio y todavía no lo he hecho. Añoro, en este trance de la muerte de Cintio, las palabras de Maykel. Pienso a menudo en él y en la pequeña tragedia que es para todos que se le haya dificultado, como sospecho, el acceso a internet. ¡Maykel, con el pensamiento te acompañamos!
Pues aunque conocía al susodicho Larra porque en ámbitos anarquistas lo consideran como uno de los padres, aunque yo discrepe, debo confesar que nunca he leído nada de este escritor y creo que me será difícil hacerlo, a pesar de las ganas que me han entrado al leer su artículo, pues viviendo en Francia, me parece difícil que se encuentré algo de este autor a pesar de que vivió y estudió en este estado. Posiblemente en París, pero me queda muy lejos.
Me ha recordado su artículo a La Bola de Cristal, que hoy cumple 25 años de su creación. Yo no tengo muchos recuerdos, pero sé que lo vi y como yo 5 millones de espectadores o, decir lo mismo, toda España, por aquella época de mediados de los 80. Me recuerda usted su corta existencia y lo que logró alcanza y como fue censurado y, hoy en día, olvidado, por miedo de que las generaciones venideras abrazaramos el verdadero placer de vivir.
saludos
Muchas gracias por su visita y su comentario, Eloi. Al decir usted "el susodicho Larra" me ha hecho recordar un escrito de Eduardo Galeano, en el que copia una proclama del alcalde de Regla, en 1924, con motivo de la muerte de Lenin. Regla es un municipio de las afueras de La Habana, al otro lado de la bahía, que tengo la suerte de haber pisado y donde dejé una buena amistad. Voy a intentar buscarle el escrito de Galeano, con la esperanza de que le guste. Ya está, se lo copio:
"El alcalde del pueblo cubano de Regla convoca al gentío. Desde la vecina ciudad de La Habana ha llegado la noticia de la muerte de Lenin en la Unión Soviética y el alcalde emite un decreto de duelo. Dice el decreto que el susodicho Lenin conquistó merecida simpatía entre los elementos proletarios e intelectuales de este término municipal. Por tal motivo, a las cinco de la tarde del próximo domingo sus habitantes harán dos minutos de silencio y meditación, durante los cuales personas y vehículos quedarán en estado de quietud absoluta.
"A las cinco en punto de la tarde del domingo, el alcalde del pueblo de Regla sube a la Loma del Fortín. Más de mil personas lo acompañan, a pesar de la lluvia furiosa. Y bajo la lluvia transcurren los dos minutos de silencio y meditación. Después, el alcalde planta un olivo en lo alto de la colina, en homenaje al hombre que tan para siempre ha clavado la bandera roja allá en el centro de la nieve."
Siempre me gustó esa anécdota, que desde aquí le brindo. Si he conseguido despertar el deseo en usted de conocer a Larra, ya eso me justifica el esfuerzo de este artículo y de todos los demás que sobre esta serie he escrito. Ya puede imaginar cómo se lo agradezco. Le paso una referencia para El Castellano Viejo, que presumo no le aburrirá. Si a partir de ahí está en su estrella el compartir las palabras de Larra, estoy seguro de que usted sabrá buscarlas.
Francisco responderte era algo que deseaba hacer sin premura y parece que sólo el domingo por la noche iba a encontrar esa calma, después de unos días de frenético laboreo doméstico, seguí el link que dejaste a Eloi y lo primero que debo hacer es agradecerte, porque me he reído de muy buena gana, para colmo supón que una de las razones, la fundamental de mis trajines hogareños se debe justamente al onomástico de mi esposo, así que exhausta pero recompensada por el éxito del festejo he estado en mejores condiciones de disfrutarlo...
Son muchos los temas que han ido quedando pendientes en los comentarios,pero para Cintio lo primero, su muerte humedeció mis ojos, con él moría el Caballero de la cultura cubana, en el más amplio sentido de la palabra, no quise escribir sobre él, porque si nunca lo hice en vida ¿para qué el vano homenaje a la muerte? pienso que fue tanta su grandeza justamente por la humildad, se le conoce más por lo que hizo por la obra ajena, que por la suya propia, se piensa más en Cintio como el estudioso de Martí, el erudito capaz de hacer prólogos geniales, el recopilador de antologías imprescindibles, el testigo memorioso de un suceso llamado Orígenes, pero fue más que eso y lo fue por su talento, su poesía merece el detenimiento y otro tanto la de su esposa, Fina García Marruz.
La entereza con que vivió, la transparencia qe le permitió ser un pilar de cubanía al margen de cuestionamientos o disonancias, tal vez se comprenda aquí:
No me pidas falsas
colaboraciones, juegos
del equívoco y la confusión:
pídeme que a mi ser
lo lleve hasta su sol sangrando.
No me pidas firmas,
fotos, créditos para un abominable
desarrollo de la doblez: pídeme
que estemos como hermanos
abriéndonos el corazón hasta la muerte.
No halagues mi vanidad, busca mi fuerza,
que es la tuya. No quieras, con tu delicadeza,
que me traicione. No simules
que vas a creer en mi simulación.
No hagamos otros mundo de mentiras.
Vamos a hacer un mundo de verdad, con la verdad partida
como un pan terrible para todos.
Es lo que yo siento que cada día me exige, implacablemente,
la Revolución.
En cuanto a lo que me sugieres sobre pintura cubana, lo tendré en cuenta aunque tal vez recicle algunas viejas ideas, pero primero debo terminar compromisos de trabajo, así que tal vez quede entre las cosas para el nuevo año...
En cuanto a los sistemas de enseñanza acá tenemos programas que sin pecar de optimista creo se pueden catalogar de excelentes, los problemas están en la implementación en los últimos años se ha encaminado (por culpa de los maestros) hacia un perfil más reproductivo que analítico, en casa batallo contra eso, pero no es fácil y más aún cuando no venzo sus barreras por la lectura, ya no sé qué hacer para motivarla...
Martí y el respeto lo dejo pendiente, increíblemente fue desde Lezama que sentí la necesidad de buscar en él, pero esa es una larga historia que contaré otro día...
Un abrazo y disculpa lo extendido de mi comentario ...
Yolanda, nunca tus comentarios son extendidos; son siempre cortos, porque me pasaría las horas leyéndolos. Tienes mucho que contarnos.
La educación en Cuba debe ser magnífica; lo digo por los resultados. No puede compararse la gracia y la normalidad de los niños cubanos con la refitolera malcriadez de la mayoría de los españoles. Todo colaborará a ello. La austeridad nunca da malos frutos; la sobreabundancia de bienes materiales absurdos siempre deforma. Pero en los niños y en la actitud ante los ancianos se ve una diferencia abismal entre nuestros dos países. El trato a nuestros mayores es la prueba definitiva de que no podemos mirar a los otros, aquí, si no es por interés, porque pensamos que les sacaremos algo. ¿Cómo se justifica si no tantísimo abandono, una vez que ya no pueden darnos mas que afecto? El desprecio por nuestros ancianos es desolador.
El poema de Cintio es magnífico. He leído ya algunos de Fina y me han llamado la atención. Quien sí hace mucho que me gustó como poeta es Roberto Fernández Retamar, a quien conozco un poco mejor.
Y te acompaño en el problema de generar en nuestros hijos amor por la lectura. Yo no lo consigo tampoco y me sirve tu referencia de recordatorio de que seguramente no estoy haciendo lo que debo.
Esperamos tus escritos para cuando pueda ser.
Un abrazo con todo cariño, Yolanda.
Publicar un comentario