EL SILENCIO DE AZORÍN
Tú le preguntarás, dime ¿qué sabes
del tiempo en que tu risa florecía
y el dulce amor sobre tus ojos era?
Y respondiendo a tus preguntas graves
amarga y voluptuosa de ironía
reirá bajo el sol mi calavera.
R. S. M.
Como quiera que desde que me divorcié padezco insomnio, paso las noches oyendo los podcast más peregrinos que se pueda imaginar. En efecto, si lo que escucho es muy interesante, no me duermo. Si es grotesco -como suele suceder- las voces destempladas junto con el griterío y la moralina despiertan en mí un hálito de irritación, que no me conviene en absoluto. Así pues, intento encontrar podcast donde se conjuguen superficialidad y esnobismo. Un ejemplo perfecto, que casi siempre me hace dormir enseguida es el podcast intitulado "Hotel Jorge Juan" donde entre tragos de la ginebra patrocinadora del podcast suelen preguntar a los invitados un llamado "cuestionario Proust" que, por supuesto, nada tiene que ver con la maravilla que es leer a Marcel Proust. Quede expreso de antemano todo mi respeto por la estupenda labor que hace el "conductor" del podcast y también queden expresas mis disculpas por el anglicismo.
En esa aventura podcastil descubrí hace unos días al filósofo español Javier Gomá y -como escucho entre sueños- me pareció oirle decir que ante el cadáver de su padre comprendió que hay emociones que la literatura no puede expresar. "Las personas que no conocen el dolor son como iglesias sin bendecir" dijo Luis Rosales, que precisamente sabía expresar el abanico completo de las emociones humanas en sus versos. Pero el caso es que el razonamiento de Gomá me hizo pensar en el silencio de Azorín y sobre ese silencio me gustaría hablar, ya que en este momento cualquier interpretación o matiz referido a la obra de Azorín es prácticamente un secreto. La mayoría de los libros de Azorín no es posible encontrarlos, mucho menos en ediciones recientes o que se vendan en las librerías. En contraste revelador, los libros de Gomá se editan hasta en texto refundido, como en el BOE.
"Reinaba un maravilloso silencio" dice Cervantes en uno de sus párrafos. “En la noche callada, en las horas de la alta noche, muchas veces, de niño, de adolescente, me he levantado yo, en el campo, y he abierto el balcón. La majestad silenciosa de la noche imponía. Todo callaba y fulgían los astros”, le responde Azorín.
¿Cuántas veces a lo largo de la vida habéis guardado silencio junto a un amigo querido? ¿Cuántas veces habéis mirado a vuestro amigo y habéis callado? En el silencio se transmiten a veces las comunicaciones profundas entre los hombres. Es que antes y después del silencio ocurren cosas, que son las que ponen el contexto de nuestra actitud. Y Azorín, que dominaba los recursos del lenguaje a su placer, también usa el silencio en sus escritos. Y lo usa exactamente igual que puede usarse el silencio en la vida común: creando el contexto que le da sentido al silencio. Una vez creado ese contexto en la literatura, no es preciso expresar con palabras la emoción que el autor ha querido comunicarnos. Es más, si se nos expresara con palabras tal emoción, ocurriría en la literatura lo mismo que en la vida, que la transmisión sería menos pura y menos intensa.
Conocer a Azorín consiste en saber lo que escribe y lo que quiere hacer constar que no ha escrito. Parece difícil pero no lo es. Solamente se trata de relacionarse con él, como con cualquier otro amigo de la vida ordinaria. Una vez que ingresamos en su amistad -y tal vez en la literatura se conozca más íntimamente a otro ser que en la realidad- sabremos no solamente lo que dice, sino también lo que calla.