martes, 20 de diciembre de 2011

POR QUÉ NO CREO EN LOS REYES MAGOS. LA INDIFERENCIA EN EL AMOR


A M.M.
La misión de los padres no consiste en que sus hijos tengan una infancia feliz. El propósito de toda educación no se reduce a la infancia, sino que pretende tener efectos a lo largo de toda la vida. He escuchado a muchas personas referirse a su etapa escolar con añoranza. Yo no pienso así. Si el resultado de nuestros estudios no consiguió elevarnos a una posición mejor, ¿para qué sirvieron?. Asimismo, si la consecuencia de nuestra educación infantil no fue una vida adulta más plena, pobre educación infantil y pobre infancia en sí misma, por mucho que queramos idealizarla.
¿Alguien duda de la superior capacidad en recursos de un adulto? Con más información, más desarrollo y con un cerebro plenamente formado lo lógico es enfrentarse a las circunstancias de la vida con mayor probabilidad de éxito. Si nuestra vida es un fracaso tan grande como para que añoremos la época en que nuestro arsenal era mucho más escaso, algo tremendamente equivocado ocurrió en nuestra educación.
Cuando nació el primero de mis hijos tuve que buscar respuestas a muchos problemas que antes no me había planteado. Y una de las primeras decisiones a tomar fue si escogería el camino de la verdad o el de la "mentira piadosa" en cuanto a mi relación con los niños. Una vez planteada la cuestión parece difícil no escoger la verdad. Tal vez esta sea la razón por la que la mayoría de los padres que conozco prefieren no preguntarse cuál deberá ser su conducta con respecto a esto.
Una de las innumerables consecuencias del compromiso con la verdad es que para quien lo asume no es posible engañar a los niños con respecto a los Reyes Magos.
La cuestión de los Reyes Magos os perecerá una tontería sin mayores consecuencias, una futilidad. Yo no lo pienso así. Y después de pasados los años, comprendo que lo que parecía una decisión intrascendente ha tenido consecuencias notables. Es por eso que me atrevo a intentar describir mi experiencia. No pretendo juzgar a los demás padres por seguir otros caminos. Pero lo que me ha decidido a escribir es pensar que existirán siempre padres primerizos y que mi caso puede ayudarles.
Al tomar la decisión de excluir a los Reyes Magos de nuestra vida, lo primero que me sorprendió fue la tremenda, inconcebible presión social que provocamos. Los adultos que nos rodeaban empezaron a comportarse con tanto ímpetu como si trataran de evitar que diéramos diez latigazos a los niños cada mañana. Los argumentos más peregrinos, desde "fomentar el desarrollo de la fantasía en los niños", "no despojar a los niños de la belleza y felicidad de su infancia", hasta los recursos increíbles al "hazlo por mí", "confía en mí, que sé de lo que hablo", "qué trabajo te cuesta..." pasando por las alusiones, siempre tan efectivas, al miedo: "piensa qué gran error puedes cometer", "considera si no harás un perjuicio irreparable"; se nos dijo de todo. Pero no hicieron la menor mella en nuestra decisión. Hay una piedra de toque para el amor: la indiferencia con que se expresa. Me explicaré. Una característica esencial del amor es que es gratuito; es decir, que quien ama no tiene el menor interés personal en las consecuencias de ese amor. El amor consiste en buscar el bien de aquél a quien se ama, no en buscar el bien propio. Si por amor criticamos la conducta de nuestros semejantes, no sentiremos la menor conmoción personal en que nos hagan caso o no. Nosotros ya dimos lo que nos correspondía, ellos harán  lo que consideren más justo.
Pues bien, esta decisión acerca de los Reyes Magos no producía esta "indiferencia" amorosa en los demás. Provocaba más bien irritación, conmoción de valores, y sobre todo un deseo de conseguir reafirmación propia por medio de nuestra aceptación de lo convencional. Bien, en resumen, decidimos no aceptar esta convención.
Y es que en esta cuestión de los Reyes Magos hay muchísimas más cosas en juego de lo que parece. La primera de ellas y la principal es que introducimos en el cerebro de los niños una concepción del mundo en la que interviene lo mágico como parte fundamental de nuestra estructura. Y con lo mágico abrimos muchas puertas. Abrimos la puerta a la superstición y también a la idea de los poderes ilimitados de alguien. Y con estos poderes ilimitados llega la desigualdad social. Hay seres que lo pueden todo y otros que apenas si consiguen lo razonable. Detrás de esta idea está sembrada la semilla de las instituciones trascendentes, de la metafísica. Pero también la semilla que nos hará creer que algunas personas son diferentes a nosotros, que poseen unas cualidades inalcanzables. En definitiva, tras los Reyes Magos está la justificación de la autoridad como principio y desligada de la razón. No solamente eso, con la mentira de los Reyes Magos estamos sembrando la necesidad de desconfiar de las aseveraciones de nuestra familia. Si nuestro padre nos engañó ya una vez, ¿cómo sabremos que no lo está haciendo en el futuro? Una cosa es mostrar a los niños nuestra fragilidad, con la que deben contar siempre, y otra engañarlos a conciencia.
La vida ha de ser bella tal cual es; quiero decir que nuestro propósito debe ser construir la belleza de la vida real. Toda belleza que se sustenta en un ensueño no es tal; es alienación. Con el agravante de que lo bueno real es mejor y más bello que lo bueno ficticio y artificialmente formado. Que los padres, trabajadores normales, hagan un esfuerzo por obsequiar a sus hijos es mil veces más emocionante a que ese esfuerzo, sin esfuerzo, lo hagan unos seres lejanos, desconocidos, Reyes de no se sabe qué ni dónde.
Y emocionante también ha sido acompañar a los niños en la aventura de no vivir la navidad y de no tener Reyes Magos. Cuando cumplían tres años y empezaban a ir al colegio solíamos dejarlos en casa los días más conflictivos. El colegio al que iban era público y ellos no acudieron nunca a clases de religión; no obstante, casi todo diciembre se dedicaba a la navidad, a la fiesta de navidad, a las limosnas de navidad, etc., etc. También teníamos que hablar con ellos desde muy niños analizando la opción que habían tomado los otros padres para poder respetarla. No queríamos que mis hijos estropearan ningún secreto ni coartaran las otras decisiones educativas de sus compañeros. Así que durante algunos años tuvieron que callar ante las descripciones de la noche de Reyes, juguetes, etc. Mis hijos nunca tuvieron juguetes esa noche, claro. Tuvieron cariño y atención cada día, fuera o no navidad. Y tuvieron que compartir con sus padres, desde niños, la responsabilidad de nuestras elecciones. Ya que sin complicidad mutua, sin razonar juntos el por qué de nuestras opciones no hubiera sido posible el que respetáramos a los otros.
Pasó el tiempo y llegó el momento de la desilusión para los otros niños. Muchas veces mis hijos me contaron las decepciones de sus compañeros, que a menudo no pueden comprender el por qué del engaño, burdo, por parte de sus padres.


La mejor suerte que podemos tener al aterrizar en un planeta es encontrar a alguien que nos lo describa lealmente y con la verdad. Solamente de esa manera podremos adaptarnos cuanto antes a sus condiciones, sin dar carreras en la dirección equivocada. No comprendo cómo, al aterrizar en nuestro planeta nuestros hijos, nosotros, en lugar de ejercer ese papel, elegimos repetir las instrucciones que los jefes de las distintas tribus nos dan. Sabiendo que son mentiras, aunque las disfracemos con el nombre de mentiras piadosas. 
El compromiso con la verdad en los niños es un criterio que, en mi experiencia, solamente produce resultados positivos. No nos deja más autoridad que la que nos corresponde; yo, por ejemplo, creo tenerla bastante afianzada en cuanto a resolver problemas o en cuanto a vigilar la ortografía. No puedo tenerla en cuanto dictaminar regímenes alimenticios, ya que están hartos de verme incumplirlos. La vida es bella, frágil, emocionante y sencilla. Y el verdadero amor es una suerte de indiferencia.

martes, 29 de noviembre de 2011

CÓMO CAMBIAR EL MUNDO EN SIETE DÍAS. II: LA SANIDAD.


Es intolerable que se obtenga un beneficio personal a cambio de la ayuda que se preste a otro ser humano para sobrevivir. Es un enunciado tan evidente que me avergüenza verme en la tesitura de demostrarlo.
Parece un cambio muy difícil, por lo radicalmente ausentes que están sus premisas en nuestra sociedad. Sin embargo, es muy fácil; basta con no tolerar el ejercicio privado de la medicina.
Y aquí entramos en esa falsa concepción de la libertad que empaña nuestras estructuras. Falta de libertad no es que se impida un ejercicio nefasto para la sociedad. Nadie considera falta de libertad que se prohiba ejercer de verdugo o enterrador a voluntad del operario. En cambio, lo que es una atrocidad, que va contra la libertad y la justicia, es que sea la posición social el determinante de si puede uno someterse a tal o cual tratamiento que salve su vida.
Tal como descreo del ejercicio privado de la sanidad -es decir del ejercicio en busca de un interés material-, descreo igualmente de que puedan expedirse bajo precio los medicamentos, por la misma razón. Se me dirá que entonces los "laboratorios" no investigarían. Miel sobre hojuelas, que no investiguen, si su pretensión es enriquecerse por medio del dolor y la muerte. Tal como ocurre con el software libre, que no se preocupen, que otros ya investigarán. Otros que lo harán por el afán de ayudar a sus semejantes. Entonces ya no serán necesarias las epidemias buscadas o extendidas, desaparecerá la controversia sobre qué fue antes, la enfermedad o la vacuna. Seguro que hay millones de seres con la vocación suficiente para investigar para los demás a cambio de un simple sueldo. Digo mal, no será a cambio; ocurrirá que habrá que ayudarles materialmente a ellos también como es de justicia hacerlo.
Tal vez quien no haya experimentado esta medicina no pública la tenga idealizada. Yo que, por circunstancias laborales, he acudido a ella muchos años, creo haberla visto en su propia salsa. Una medicina en la que el paciente debe estar a cada momento vigilante, hasta la paranoia, para que no te acaben si es esto lo rentable. Podría relatar muchos casos, pero no viene a cuento. La razón de la justicia basta.
Y nada es nuevo. Ocurre que es la hora de cambiarlo. Pero ya Quevedo, en el "Libro de todas las cosas y otras muchas más", explicaba entre las proposiciones de su primer tratado: "Para que te duren poco las enfermedades" ...y se respondía a sí mismo: "Llama a tu médico cuando estás bueno y dale dineros porque no estás malo; que si tú le das dinero cuando estás malo ¿cómo quieres que te de una salud que no le vale nada y te quite un tabardillo que le da de comer?". ¿Hay mejor definición de una sanidad pública?
Y para que se vea lo poco que el mundo ha cambiado, copiaré también la parte del tratado "Para saber todas las ciencias y artes mecánicas y liberales en un día" que se refiere al ejercicio de la medicina:

"Si quieres ser famoso médico, lo primero linda mula, sortijón de esmeralda en el pulgar, guantes doblados, ropilla larga y en verano sombrerazo de tafetán. Y en teniendo esto, aunque no hayas visto libro, curas y eres doctor; y si andas a pie aunque seas Galeno, eres platicante. Oficio docto, que su ciencia consiste en la mula.
"La ciencia es ésta: dos refranes para entrar en casa; el ¿qué tenemos? ordinario, venga el pulso, inclinar el oído, ¿ha tenido frío? Y si él dice que sí primero, decir luego: «Se echa de ver. ¿Duró mucho?» y aguardar que diga cuánto y luego decir: «Bien se conoce. Cene poquito escarolitas; una ayuda». Y si dice que no la puede recibir, decir: «Pues haga por recibilla». Recetar lamedores jarabes y purgas para que tenga que vender el boticario y que padecer el enfermo. Sangrarle y echarle ventosas; y hecho esto una vez, si durare la enfermedad, tornarlo a hacer, hasta que, o acabes con el enfermo o con la enfermedad. Si vive y te pagan di que llegó tu hora; y si muere di que llegó la suya. Pide orines, haz grandes meneos, míralos a lo claro, tuerce la boca. Y sobre todo advierte que traigas grande barba, porque no se usan médicos lampiños y no ganarás un cuarto si no pareces limpiadera. Y a Dios y a ventura, aunque uno esté malo de sabañones, mándale luego confesar y haz devoción la ignorancia. Y para acreditarte de que visitas casas de señores apéate a sus puertas y entra en los zaguanes y orina y tórnate a poner a caballo; que el que te viere entrar y salir no sabe si entraste a orinar o no. Por las calles ve siempre corriendo y a deshora, porque te juzguen por médico que te llaman para enfermedades de peligro. De noche haz a tus amigos que vengan de rato en rato a llamar a tu puerta en altas voces para que lo oiga la vecindad: «Al señor doctor que lo llama el duque; que está mi señora la condesa muriéndose; que le ha dado al señor obispo un accidente» y con esto visitarás más casas que una demanda y te verás acreditado y tendrás horca y cuchillo sobre lo mejor del mundo."
Y todo esto, que en España no ha cambiado desde entonces, en Cuba ya cambió; así que allí de los siete días les sobran seis y medio. Y les dejo el medio hasta que no se necesite más un guanajo ni una intervención de Babalú Ayé.

viernes, 25 de noviembre de 2011

CÓMO CAMBIAR EL MUNDO EN SIETE DÍAS


De todas las afirmaciones que he leído de Fidel, y son muchas, solamente hubo una con la que no quise estar de acuerdo. Fue cuando indicó algo parecido a esto: "Creíamos que bastarían treinta años para hacer la Revolución; ahora sabemos que serán preciso trescientos". Y me atrevo, sin embargo de la diferencia infinita que hay entre nosotros, en responsabilidad, inteligencia y valía, a discutírselo. Por eso el título, tan rimbombante, de esto que quisiera fuese una serie de artículos, que seguramente no terminaré por no saber hacerlo.
Realmente pienso que lo que debe ser cambiado en cada uno de nosotros, si lo hay, no tiene más oportunidad para cambiar que la que le presta el instante. Esa planificación pausada, que lleva media vida pensar y toda la muerte en ejecutarse, no cambia nada. Lo que haya que cambiar debe cambiar ahora, en este ahora eterno, o no cambiará jamás.
Así que me gustaría, en una serie de entradas, abordar lo que creo que deberíamos cambiar, refiriéndome a distintas facetas en las que suele estructurarse nuestra sociedad: la educación, la sanidad, el trabajo y tal vez, en suma, nuestra actitud frente a los bienes materiales y frente a los bienes espirituales. Sospecho que nada material puede resolverse si no es por la vía espiritual. Y quienes buscan, en nuestros tiempos, resolver problemas financieros con finanzas, no se dan cuenta de lo equivocado de tal camino. Echar más leña material al incendio de la materialización absoluta e inconsciente sólo avivará la hoguera.
Una vez expuestos estos bosquejos de lo que quisiera escribir, ¿abordaremos la primera cuestión? ¿Habrá algo que cambiar en el mundo, para cambiar el mundo en siete días, más importante que cambiarnos a nosotros mismos?
Marco Aurelio, esperanzadamente, me enseñó una vez: "Si llegaras alguna vez, oh alma mía, a ser buena, sencilla, uniforme, sin rebozo y más patente a los ojos de todos que ese cuerpo de que estás vestida! ¡Si al cabo empezaras a tener gusto en la benevolencia y sincero amor para con todos! ¡Si algún día te hallaras satisfecha y sin necesidad de nada, no deseando ni codiciando cosa alguna, ni animada ni menos inanimada, para el goce de tus delicias, no apeteciendo tiempo en que pudieses disfrutarlas más a la larga, no suspirando por país, región, cielo benigno, ni compañía de hombres más adaptada a tu genio!" (Libro X).
Si cambiamos, en este sentido que nos indica Marco Aurelio, ya habremos cambiado el mundo. ¿En qué momento de nuestra infancia abandonamos este camino de la bondad y la sencillez? ¿Quién nos engañó? ¿Cuál es el miedo a comportarnos así? Repetiré una vez más, por si alguien no me lo leyó anteriormente: la bondad y la estupidez no se parecen en nada. Desechemos ese temor a que, por ser buenos, nos confundan con tontos.
No necesitamos ninguna sucesión temporal para hacer esto. Cuando comprendemos algo por primera vez, la transformación es instantánea.
Escuchad lo que dice el mismo Marco Aurelio en el Libro IV: "No bien habrán pasado diez días, cuando ya te reputarán por un dios aquellos mismos que ahora te tienen por una bestia o por una mona, si te dieres a seguir y tener por sacrosantas las leyes de la razón."
Pasan los siglos y siglos desde las palabras de Marco Aurelio y no nos decidimos a dejar de ser bestias o monas, estando en nuestra mano hacerlo en un instante. Por temporadas, pensamos guardar nuestra condición en secreto y vivir fingiendo. Por temporadas, nos mostramos tan viles como creemos que somos. ¿No llega el momento de cambiar, de ser quien verdaderamente deseamos y somos?
Así que esto es lo que quería decir en este primer artículo: Si cambiamos ahora, si cambio yo, el único yo que existe, cambiaremos el mundo en menos de siete días.
Y me despido con palabras de Borges; como él, yo también "hablo del uno, del único, del que siempre está solo." 

miércoles, 16 de noviembre de 2011

POR QUÉ NO ADMIRO LA INTELIGENCIA Y SÍ ADMIRO LA BONDAD


En mi pubertad admiraba la inteligencia. En aquellos años nos hacían test de inteligencia en los colegios; hasta en algunas asociaciones juveniles nos hacían test de inteligencia. Enseguida leíamos a José Luis Pinillos y nos enterábamos qué significaba el percentil que nos habían asignado, que se nos antojaba muy importante. Esos libros decían que un coeficiente de inteligencia de 100 era normal. Que un coeficiente de inteligencia de 140 era superior. Que un coeficiente de inteligencia de 80 era un poco inferior. Nos preocupaba nuestra capacidad de razonamiento abstracto, nuestra visión espacial, y consiguieron hacernos creer que todo ello afectaría a nuestro desarrollo profesional y, singularmente, a nuestra vida.
Leímos que Napoleón tenía un coeficiente de inteligencia de 190 y a mí empezó a extrañarme que la mezcla de los sucesos del 18 brumario con la autocoronación como emperador, con cientos de miles de muertos sacrificados en pos de una bella idea produjera un resultado espectacularmente brillante, según los parámetros de medida estándar. Así que empecé a sospechar. Después vi que una especie supuestamente normal se había dedicado a lo largo de los siglos a destruir, torturar, conquistar. Que los dirigentes de la tal especie construían sus dominios generalmente sobre cadáveres, desgracia, horror. Así que decidí desconfiar de tales parámetros de normalidad y sustituí la idea de que un coeficiente de inteligencia de 100 significa normal por la consideración de que un coeficiente de inteligencia de 100 significa más bien habitual.
Desde entonces creo que un coeficiente de inteligencia de 2500 o 3000 tal vez sería el parámetro de normal en la especie humana. Y visto, por nuestro comportamiento a lo largo de la historia, que nos debatimos entre una subnormalidad más o menos profunda, creo que el hecho de que seamos unas décimas más o menos subnormales no es relevante para nuestras vidas, en contra de lo que suelen enseñarnos. No solamente a lo largo de la historia; basta contemplar cualquier suceso de la actualidad para que podamos poner en tela de juicio nuestra cordura. La apreciación es evidente en los grandes sucesos; guerras sin más fundamento que la codicia, países enteros donde la falta de alimentos es la norma, sociedades opulentas que se devoran a sí mismas. Pero en las pequeñas anécdotas de cada día podemos verlo también: Como no seguimos el consejo de Quevedo de pagar a los médicos porque estamos sanos, seguimos creyendo que nos curarán el tabardillo que les da de comer.
Pero si no podemos llegar a ser inteligentes, ¿por qué no aspirar a la bondad? La inteligencia no está a nuestro alcance, pero la bondad sí, y el mundo está lleno de ejemplos. La bondad es lo único que puede salvarnos de la desgracia de nuestra mediocre inteligencia. Mediante la bondad, podemos acceder a una guía segura que nos impele a comportarnos como si fuéramos inteligentes. Ya que si tuviéramos ese coeficiente de 3000 seríamos, sin duda, buenos -porque querríamos ser felices-, ser buenos es la única oportunidad que tenemos de vivir como si no fuéramos tan tontos.
Por eso, poco después de aquella pubertad, dejé de admirar la inteligencia y decidí admirar la bondad que, según creo, es lo único medianamente inteligente que puede hacerse.

Nota: publico esta vieja entrada como introducción a una nueva serie que quisiera desarrollar.

sábado, 22 de octubre de 2011

POR SUS OBRAS LOS CONOCERÉIS

Me asombra a menudo que las masas adopten opiniones firmes escuchando solamente el resumen con que una de las partes abruma. Pienso que buscando en fuentes redactadas para ilustrar otra cuestión distinta de la que se debate hay más oportunidades -aunque no muchas- de entrever algo entre líneas.
No sé apenas nada de Libia y, antes de que lo borren, me he apresurado a consultar la wikipedia con el ánimo de ampliar las luces. Copio de ella:


"Actualmente al país se le adjudica la esperanza de vida más alta de África continental (si se cuentan a las dependencias sólo es superada por la isla británica deSanta Elena), con 77,65 años.4 También cuenta con el PIB (nominal) per cápita más alto del continente africano, y el segundo puesto atendiendo al PIB per cápita en paridad de poder adquisitivo (PPA). Además, Libia ocupa el primer puesto en índice de desarrollo humano de África, y se le puede comparar en términos de PIB per cápita con países como Argentina o México.

"En materia de derechos humanos, respecto a la pertenencia en los siete organismos de la Carta Internacional de Derechos Humanos, que incluyen al Comité de Derechos Humanos (HRC), Libia ha firmado o ratificado:





"Tiene una de las tasas de mortandad más bajas del mundo, 3,4 por 1000 habitantes, y una alta tasa de nacimientos, 24,04 por cada mil habitantes.
"82,6 % de la población libia sabe leer y escribir, y los jóvenes estudian hasta una media de 17 años."


Mi curiosidad me ha llevado a consultar también las cifras de otro país, del que he escuchado alguna vez decir que desde hace unos años es democrático. Afganistán debería serlo; hace muchos años que fue "liberado"; copio asimismo de la wikipedia:


"El Presidente Hamid Karzai y su Gobierno (instaurados por la comunidad internacional y posteriormente refrendados por el órgano legislativo elegido por voto popular en 2005).

"En muchos aspectos Afganistán es un estado tan sólo nominalmente, habiéndose convertido en un protectorado de EE.UU., la OTAN y las Naciones Unidas. 

"En materia de derechos humanos, respecto a la pertenencia en los siete organismos de la Carta Internacional de Derechos Humanos, que incluyen al Comité de Derechos Humanos (HRC), Afganistán ha firmado o ratificado:




"Las mujeres deben taparse la cara para poder ver a un hombre que no es su marido ni su hijo. Para ello se cubren con el burka (pieza de tela que cubre la cabeza y deja sólo una rejilla de tela para ver). No pueden salir solas de casa. El 80% de las mujeres sufre violencia doméstica, conducta que no está penada en Afganistán.
"Durante los últimos años, Afganistán se ha mantenido fuera de la lista de países ordenados según su Índice de Desarrollo Humano elaborada por la ONU, debido a que no es posible recopilar datos suficientes para una correcta clasificación. En todo caso, cabría esperar que Afganistán fuera el último en dicho ranking, dado su escaso desarrollo económico y social.
"En 2007, Afganistán tenía una población de 31.889.000 habitantes. La esperanza de vida es de 43 años. El 36% de la población está alfabetizada."

En el fondo no puedo creer que la realidad sea ignorada por todos nosotros ingenuamente.  De algún modo debemos tener conciencia de la verdad. ¿Qué semilla convierte a los hombres en perros de presa? ¿Cómo se puede, sin necesidad imperiosa, celebrar la destrucción y la muerte? Ayer leía yo a Quevedo en la Política de Dios buscando la respuesta.


"La justicia se muestra en la igualdad de los premios y los castigos, y en la distribución, que algunas veces se llama igualdad. Es una constante y perpetua voluntad de dar a cada uno lo que le toca. Llámese idiopragia, porque sin mezclarse en cosas ajenas, ordena las propias: aprosopolepsia, cuando no hace excepción de personas. A los hipócritas llama Cristo acceptores vultus. -Esta virtud, que entre todas anda con mejores compañías, o con menos malas, pues sólo ella no está entre dos vicios, siendo la que gobierna y continúa y dilata el mundo, quiere ser tratada y poseída con tal cuidado y moderación, como aconseja el Espíritu Santo cuando dice: Noli nimium esse justus: pecado en que incurren los que tienen autoridad en la república, y son vengativos; que hipócritas, de la justicia de Dios hacen venganza, afrenta y arma ofensiva. Éstos son alevosos, no jueces; traidores y sacrílegos, no príncipes. San Agustín lo entendió así, cuando dijo: Justitia nimia incurrit peccatum; temperata vero justitia facit perfectionem. No se desdeñó esta verdad de las plumas de los idólatras; pues Terencio, en la comedia que llamó Heautontimorumenos, dijo:
Jus summum summa saepe malitia est."

martes, 18 de octubre de 2011

MENSAJE DE RENÉ A FIDEL Y RAÚL

Querido Comandante:

Primero que todo un abrazo, mi agradecimiento, el sentimiento de aprecio no solamente por todo el apoyo que ha volcado usted sobre nosotros, por la forma en que ha movilizado a todo un pueblo y ha movilizado la solidaridad internacional a favor del caso nuestro, sino, en primer lugar, por habernos servido de inspiración, por haber sido el ejemplo que hemos seguido durante estos 13 años y por haber sido para nosotros una bandera tras la cual nunca íbamos a dejar de marchar.

Para nosotros esta misión no ha sido más que la continuación de todo lo que han hecho ustedes, de lo que la generación suya hizo por el pueblo cubano y por el resto de la humanidad.

Para mí es un placer enorme enviarle este mensaje, enviarle el abrazo temporal, que irá por esta vía, porque sé que nos daremos un abrazo finalmente; por mucho que intenten nuestros adversarios impedirlo, sé que nos vamos a dar ese abrazo. Sé que los Cinco regresaremos porque usted lo prometió y porque ha movilizado la energía, lo mejor de la humanidad, la voluntad de todo el mundo para que eso suceda.

Para nosotros es un honor servir a la causa que usted inspiró en el pueblo de Cuba, ser seguidores de usted, seguidores del camino que usted y Raúl abrieron, y nunca dejaremos de ser merecedores de esa confianza que ustedes depositaron en nosotros. 

A los dos, a usted, Fidel, a Raúl que ahora nos guía en esta nueva etapa difícil, compleja pero gloriosa en que estamos enfrascados para romper la dependencia económica que nos ata todavía y que impide que logremos construir la sociedad que queremos, les envío un abrazo de parte de los Cinco, les digo que siempre tuvimos confianza en ustedes. Cuando estábamos solos en el hueco, cuando estábamos incomunicados, cuando no recibíamos noticias, cuando mis cuatro hermanos no sabían nada de su familia porque no se les podía decir, siempre tuvimos confianza en ustedes, siempre supimos que ustedes no abandonarían a sus hijos, porque siempre supimos que la Revolución nunca abandonaba a quienes la defendían. Por eso es que merece ser defendida y por eso es que siempre lo haremos.

Y aunque no estoy seguro de que merezcamos todos los honores que se nos han hecho, sí le puedo decir que el resto de vida que nos queda será dedicado a merecerlo, porque ustedes nos inspiran, porque ustedes son la bandera que nos enseñó cómo comportarnos y hasta el fin de nuestros días trataremos de ser merecedores de la confianza que ustedes depositaron en nosotros.

Para mí ahora esto es una trinchera en la que seguiré en el mismo combate a que ustedes me convocaron y voy hasta el final, hasta que se haga justicia, a seguir sus órdenes, a hacer lo que haya que hacer.

Y les digo a Fidel y a Raúl: ¡Comandantes, los dos, ordenen! 

lunes, 10 de octubre de 2011

LOS QUE MUEREN CON JOBS



Ahora que lamentamos la pérdida de la inteligencia individual de Steve Jobs podemos pensar en los objetos que se quedarán sin desarrollar, que ya no veremos. Sin duda Apple no será lo mismo y de algún modo la inteligencia humana se ha empobrecido, lo que ocurre con cada muerte.
Generalmente nos lamentamos de la pobreza conmovidos por el sufrimiento humano. ¿Nos damos cuenta, sin embargo, del mundo que perdemos por esta causa? ¿Cuántos seres tan inteligentes al menos como Jobs se debaten cada día entre la enfermedad y la miseria, impedidos de pensar en otra cosa que no sea la supervivencia? Al igual que podemos imaginar un mundo en el que Steve Jobs siguiera siendo el centro de Apple también podemos imaginar un mundo globalmente solidario, desarrollado y con escasez o riqueza compartidas. ¿Qué maravillas veríamos entonces? ¿Cómo serían nuestros viajes, nuestras vacaciones? ¿Qué Ipod, qué Imac, qué Ipad, qué Iphone desarrollarían en Somalia o en Haití? ¿Cuáles serían nuestros ritmos musicales? ¿Qué cine nos ofrecerían los talentos que ahora se pierden? 
El mundo se ha empobrecido con la muerte de Jobs y también con la muerte de los que no son Jobs, que siguen muriendo hoy. Así que vaya mi recuerdo emocionado a todos ellos. Él murió por un cáncer de páncreas. Ellos, por hambre, por malaria, por enfermedades comunes. Todos ellos eran visionarios, todos ellos eran creadores.

domingo, 9 de octubre de 2011

SOMBRAS



En la muerte de Steve Jobs

Recluidos en la cueva de Montesinos, algunos contemplamos interminablemente el espectáculo de las sombras. Tanto nos apasiona, tanto nos subyuga, que olvidamos a veces regresar a la realidad. Sombras por sombras, la diferencia no es esencial. Imágenes por imágenes, pronto desaparecerán, las reales y las fingidas, convirtiéndose en la misma cosa: un sueño común.
Uno de los que agrandó  el orificio por donde miramos el espectáculo -previo pago en la taquilla-, Steve Jobs. Tal vez llegue un tiempo en que lo mejor sea condenar de nuevo ese orificio. Mientras tanto, no quisiera olvidar el sentido de los abrazos, "en el lado de acá", como decía Cortázar.
Recuerdo la letra de un chotis que escuché en la infancia:
Lo que antes te tardabas, de la Bombi
Al centro de Madrid en un Simón,
Te lleva a Nueva York un aeroplano.
¿Y qué haces tan temprano en Nueva York?"

domingo, 22 de mayo de 2011

EL BRILLO EN LOS OJOS


Mi mujer y yo solemos, infructuosamente, defender la Revolución Cubana cuando tenemos ocasión. Digo infructuosamente, porque nuestros interlocutores suelen explicarnos -sin que hayan ni siquiera visitado La Isla- cómo es aquello, por qué el sistema cubano "no funciona", repitiendo lo que ignoran es solamente una consigna vacía que nos sabemos de memoria.
Ya que casi nunca valen las razones, se me ocurre que tal vez se admita, en esta batalla desigual, el testimonio del brillo en los ojos, que ahora esgrimo a nuestro favor. Las fotografías están publicadas en el maravilloso blog de Silvio Rodriguez, Segunda Cita, que tanto bien nos hace. La primera se tomó en el Concierto en El Cotorro y las otras dos en el Concierto en Lugardita, barrio sin agua pero con amor, como titula el mismo Silvio.
Basta con comparar ese brillo en los ojos con la mirada de los diez, los cien, los mil, los un millón más ricos del mundo.


sábado, 21 de mayo de 2011

SPANISHREVOLUTION



Á S. M. EL REY DON FELIPE IV 

MEMORIAL 


Católica, sacra y real majestad, 
Que Dios en la tierra os hizo deidad: 

Un anciano pobre, sencillo y honrado. 
Humilde os invoca y os habla postrado. 

Diré lo que es justo, y le pido al cielo 
Que así me suceda cual fuere mi celo. 

Ministro tenéis de sangre y valor, 
Que sólo pretende que reinéis, señor, 

Y que un memorial de piedades lleno 
Queráis despacharle con lealtad de bueno. 

La Corte, que es franca, paga en nuestros días 
Más pechos y cargas que las behetrías. 

Aun aquí lloramos con tristes gemidos, 
Sin llegar las quejas á vuestros oídos. 

Mal oiréis, señor, gemidos y queja 
De las dos Castillas, la Nueva y la Vieja. 

Alargad los ojos; que el Andalucía 
Sin zapatos anda, si un tiempo lucía. 

Si aquí viene el oro, y todo no vale, 
¿Qué será en los pueblos de donde ello sale? 

La arroba menguada de zupia y de hez 
Paga nueve reales, y el aceite diez. 

Ocho los borregos, por cada cabeza, 
Y las demás reses, á rata por pieza. 

Hoy viven los peces, ó mueren de risa; 
Que no hay quien los pesque, por la grande sisa. 

En cuanto Dios cría, sin lo que se inventa, 
De más que ello vale se paga la renta. 

A cien reyes juntos nunca ha tributado 
España las sumas que á vuestro reinado. 

Y el pueblo doliente llega á recelar 
No le echen gabela sobre el respirar. 

Aunque el cielo frutos inmensos envía. 
Le infama de estéril nuestra carestía. 

El honrado, pobre y buen caballero, 
Si enferma, no alcanza á pan y carnero. 

Perdieron su esfuerzo pechos españoles. 
Porque se sustentan de tronchos de coles. 

Si el despedazarlos acaso barrunta 
Que valdrá dinero, lo admite la Junta. 

Familias sin pan y viudas sin tocas 
Esperan hambrientas, y mudas sus bocas. 

Ved que los pobretes, solos y escondidos. 
Callando os invocan con mil alaridos. 

Un ministro, en paz, se come de gajes 
Más que en guerra pueden gastar diez linajes. 

Venden ratoneras los extranjerillos, 
Y en España compran horcas y cuchillos.

Y, porque con logro prestan seis reales. 
Nos mandan y rigen nuestros tribunales. 

Honrad á españoles chapados, macizos; 
No así nos prefieran los advenedizos. 

Con los medios juros del vasallo aumenta, 
El que es de Ginebra, barata la renta. 

Más de mil nos cuesta el daros quinientos; 
Lo demás nos hurtan para los asientos. 

Los que tienen puestos, lo caro encarecen 
Y los otros plañen, revientan, perecen. 

No es buena grandeza hollar al menor; 
Que al polluelo tierno Dios todo es tutor. 

En vano el agosto nos colma de espigas, 
Si más lo almacenan logreros que hormigas. 

Cebada que sobra los años mejores 
De nuevo la encierran los revendedores. 

El vulgo es sin rienda ladrón homicida; 
Burla del castigo; da coz á la vida. 

"¿Qué importa mil horcas, dice alguna vez, 
Si es muerte más fiera hambre y desnudez?" 

Los ricos repiten por mayores modos: 
"Ya todo se acaba, pues hurtemos todos." 

Perpetuos se venden oficios, gobiernos. 
Que es dar á los pueblos verdugos eternos. 

Compran vuestras villas el grande, el pequeño; 
Rabian los vasallos de perderos dueño. 

En vegas de pasto realengo vendido. 
Ya todo ganado se da por perdido. 

Si á España pisáis, apenas os muestra 
Tierra que ella pueda deciros que es vuestra. 

Así en mil arbitrios se enriquece el rico, 
Y todo lo paga el pobre y el chico. 

Sin duda el demonio, propicio y benino
Aquel que por nombre llaman peregrino, 

Al Conde le dijo, favorable y plácido, 
Cuando su excelencia oraba en San Plácido: 

«Del rey los vasallos compiten tu puesto; 
Destruye, aniquila y acábalo presto. 

Los de la Corona mayores contrarios 
Serán la disculpa para tus erarios: 

Que si acaban éstos con la monarquía. 
Morirá también quien te perseguía. 

Mejor libra en guerra el que es prisionero 
Que el que es sentenciado por el juez severo. 

La causa de todo lo que ellos ganaron, 
No la mataron, sino la libraron.» 

Esto dijo el diablo al Conde Guzmán, 
Y el Conde prosigue como don Julián. 

Consentir no pueden las leyes reales 
Pechos más injustos que los desiguales. 

Ved tantas miserias como se han contado, 
Teniendo las costas del papel sellado. 

Si en algo he excedido, merezco perdones: 
Duelos tan del alma no afectan razones. 

Servicios son grandes las verdades ciertas; 
Las falsas razones son flechas cubiertas. 

Estímanse lenguas que alaban el crimen, 
Honran al que pierde, y al que vence oprimen. 

Las palabras vuestras son la honra mayor, 
Y aun si fueran muchas, perdieran, señor.

Todos somos hijos que Dios os encarga; 
No es bien que, cual bestias, nos mate la carga. 

Si guerras se alegan y gastos terribles. 
Las justas piedades son las invencibles. 

No hay riesgo que abone, y más en batalla. 
Trinchando vasallos para sustentalla. 

Demás que lo errado de algunas quimeras 
Llamó á los franceses á nuestras fronteras. 

El quitarle Mantua á quien la heredaba 
Comenzó la guerra, que nunca se acaba. 

Azares, anuncios, incendios, fracasos. 
Es pronosticar infelices casos. 

Pero ya que hay gastos en Italia y Flandes, 
Cesen los de casa superfluos y grandes. 

Y no con la sangre de mí y de mis hijos. 
Abunden estanques para regocijos. 

Plazas de madera costaron millones, 
Quitando á los templos vigas y tablones.

Crecen los palacios, ciento en cada cerro, 
Y al gran San Isidro, ni ermita, ni entierro.

Madrid á los pobres pide mendigante, 
Y en gastos perdidos es Roma triunfante. 

Al labrador triste le venden su arado, 
Y os labran de hierro un balcón sobrado. 

Y con lo que cuesta la tela de caza 
Pudieran enviar socorro á una plaza. 

Es lícito á un rey holgarse y gastar; 
Pero es de justicia medirse y pagar. 

Piedras excusadas con tantas labores» 
Os preparan templos de eternos honores. 

Nunca tales gastos son migajas pocas, 
Porque se las quitan muchos de sus bocas. 

Ni es bien que en mil piezas la púrpura sobre, 
Si todo se tiñe con sangre del pobre. 

Ni en provecho os entran, ni son agradables, 
Grandezas que lloran tantos miserables. 

¿Qué honor, qué edificios, qué fiesta, qué sala, 
Como un reino alegre que os cante la gala? 

Más adorna á un rey su pueblo abundante. 
Que vestirse al tope de fino diamante. 

Si el rey es cabeza del reino, mal pudo 
Lucir la cabeza de un cuerpo desnudo. 

Lleváranse bien los gastos enormes; 
Lleváranse mal si fueren disformes. 

Muere la milicia de hambre en la costa; 
Vive la malicia de ayuda de costa. 

Gana la vitoria el valiente arriesgado; 
Brindan con el premio al que está sentado. 

El que por la guerra pretende alabanza 
Con sangre enemiga la escribe en su lanza. 

Del mérito propio sale el resplandor, 
Y no de la tinta del adulador. 

La fama, ella misma, si es digna, se canta: 
No busca en ayuda algazara tanta. 

Contra lo que vemos, quieren proponernos 
Que son paraíso los mismos infiernos. 

Las plumas compradas á Dios jurarán 
Que el palo es regalo y las piedras pan. 

Vuestro es el remedio: ponedle, señor. 
Así Dios os haga, de Grande, el Mayor. 

Grande sois Filipo, á manera de hoyo 
Ved esto que digo, en razón lo apoyo: 

Quien más quita al hoyo, más grande le hace; 
Mirad quién lo ordena, veréis á quién place. 

Porque lo demás todo es cumplimiento 
De gente civil que vive del viento. 

Y, así, de estas honras no hagáis caudal; 
Mas honrad al vuestro, que es lo principal. 

Servicios son grandes las verdades ciertas; 
Las falsas lisonjas son flechas cubiertas. 

Si en algo he excedido, merezca perdones: 
¡Dolor tan del alma no afecta razones! 

F. Quevedo.

martes, 22 de febrero de 2011

LA INICIATIVA DE SILVIO RODRÍGUEZ

Apoyemos la iniciativa de Silvio Rodríguez:

dueños de internet y presidente obama: ¡construyan una red satelital que dé internet gratuito al tercer mundo! 

El resto de la información está en el blog de Silvio:

Segunda cita