martes, 22 de enero de 2008

UN CHÂTEAU EN LA CÔTE D'AZUR

Le Corbusier tenía un Palacio en la Costa Azul. No podía ser menos, ya que lo construyó, como regalo a su mujer, allá por el 1952 aproximadamente. En ese momento estaba proyectando, aparte las Unité d'habitation, una ciudad entera, Chandigart, en La India, fruto, supongo, de un encargo de su gobierno. Tal vez el arquitecto de más éxito del mundo entonces, parece lógico que Le Corbusier quisiera darse un respiro y construirse un "Palazzo" para sus vacaciones.
El Palacio de Le Corbusier dispone de un ala para la esposa y de otro ala para el marido. Por muy bien que se lleven marido y mujer, es curioso ver repetido, a lo largo de los siglos, el esquema que destina la cama matrimonial a los dominios de la mujer y una sencilla cama simple para el ordinario descanso del marido, todo esto, claro está, en las Villas que dispongan de espacio, cultura y mentalidad suficiente para hacerlo.
En el Palacio de Le Corbusier, aunque hay obras de arte, especialmente pinturas, por doquier, los espacios destinados al aseo son mínimos, cosa que puede dar que hablar siendo el propietario y proyectista al mismo tiempo un hombre tan rico. En cambio, los lugares en los que es posible dedicarse a leer, a estudiar, a escribir o a trabajar son comparativamente amplísimos. Casi el 70% del Palacio puede usarse en actividades de ese tipo. Por supuesto que está en primera línea de mar. Tiene inmejorables vistas, aunque la ventilación está estudiada para favorecer el flujo cruzado con objeto de que no sea necesario acondicionar artificialmente el ambiente. Es sabido que los hombres a veces combinan su riqueza con su tacañería.
Y el colmo de la tacañería parece ser la carencia de ducha en las habitaciones. Viendo que el mar estaba a unos metros de la casa, parece ser que el arquitecto pensó que podía ahorrarse un dinero en conducciones, aparte el gasto mensual a pagar a la compañía suministradora.
Así tal vez se describirá en un futuro el Palacio que Le Corbusier se construyó en la Costa Azul, en 1952. Es curioso que nadie me hablara de él en La Escuela, ya que Le Corbusier era, en todos los cursos, un tema constante de conversación. Descubrí el Palacio cuando me puse a estudiar los tomos de su Obra Completa, donde se le dedica no más de un par de páginas, allá por los primeros años de mi ejercicio profesional.
El Palacio de Le Corbusier tiene en total 3,66 m. de largo por 3,66 m. de ancho y 2,26 m. de altura, aparte un pasillo de acceso de unos 70 cm de ancho; es decir, ocupa una superficie de unos 15 m2. No tiene ducha, porque tal vez Le Corbusier pensó que, teniendo delante la inmensidad del mar, sería ofender ridículamente al Mediterráneo pretender competir con él mediante el agua que sale de un tubo de un cuarto de pulgada. De hecho, Le Corbusier murió de un infarto cuando se bañaba en ese mar frente a la casa de vacaciones que usó cada mes de agosto y que hemos descrito. Es verdad que dispone de dos alas virtuales; es verdad lo que hemos dicho de las camas y las ventilaciones. Es verdad que es preciso ser muy rico, en la cuenta corriente y en el espíritu, para ser feliz en un espacio de 3,66x3,66x2,26 disponiendo de recursos suficientes como para contruirse uno de 36,6x36,6x22,6 o tal vez hasta uno de 366x366x226.

6 comentarios:

Joselu dijo...

A veces la aristocracia se encuentra en la austeridad y la carencia de signos de ostentación. Se puede ser rico teniendo de todo en grado superlativo, o, mejor aún, prescindiendo de todo. Me quedo con la segunda opción. Se puede ser feliz en la simplicidad.

odette farrell dijo...

Me encantó tu post...

Yo estudié también Arquitectura y obviamente Le Corbusier era uno de los temas principales de estudio, pero deconocía su palacio.

Sí, definitivamente era el hombre más rico del mundo cuando construyó un palacio así... yo quiero llegar a ser un día así de rica para poder prescindir de todo! excepto claro está de mis pinceles :)))

Yolanda Molina Pérez dijo...

"Mejor que ser príncipe ser útil", quizás creyó en la utilidad del espacio para hacer en sus vacaciones lo que no tenía tiempo de hacer a diario, y prescindió de la rutinas cotidianas, como la ducha, ¿quién sabe?

Animal de Fondo dijo...

Joselu: no solamente me parece que se puede ser feliz con la sencillez, es que no se me ocurre otra forma de serlo. Seguramente los bienes materiales innecesarios son más carga que alivio, aunque a veces nos esforcemos por conseguirlos.
Odette: Pues sí, es curioso que en las escuelas no nos muestren la casita. Es verdad que es muy pequeñuja al lado de Ronchamp o la Tourette, pero bueno, por lo menos decirnos que existe ya podrían.
Yolanda: Quién sabe, sí; por cierto, ¿de quién es la frase entrecomillada?
Un abrazo a todos.

Jueves dijo...

¡Yo también me habría construido un palacio sin ducha!... Porque hay que ver la manía de lavarse por todo... :) Creo que los adolescentes son tan "raros" porque sus padres los bañaron todos los días cuando eran bebés... O no...

Animal de Fondo dijo...

Eh, que te echábamos de menos!