viernes, 25 de noviembre de 2011

CÓMO CAMBIAR EL MUNDO EN SIETE DÍAS


De todas las afirmaciones que he leído de Fidel, y son muchas, solamente hubo una con la que no quise estar de acuerdo. Fue cuando indicó algo parecido a esto: "Creíamos que bastarían treinta años para hacer la Revolución; ahora sabemos que serán preciso trescientos". Y me atrevo, sin embargo de la diferencia infinita que hay entre nosotros, en responsabilidad, inteligencia y valía, a discutírselo. Por eso el título, tan rimbombante, de esto que quisiera fuese una serie de artículos, que seguramente no terminaré por no saber hacerlo.
Realmente pienso que lo que debe ser cambiado en cada uno de nosotros, si lo hay, no tiene más oportunidad para cambiar que la que le presta el instante. Esa planificación pausada, que lleva media vida pensar y toda la muerte en ejecutarse, no cambia nada. Lo que haya que cambiar debe cambiar ahora, en este ahora eterno, o no cambiará jamás.
Así que me gustaría, en una serie de entradas, abordar lo que creo que deberíamos cambiar, refiriéndome a distintas facetas en las que suele estructurarse nuestra sociedad: la educación, la sanidad, el trabajo y tal vez, en suma, nuestra actitud frente a los bienes materiales y frente a los bienes espirituales. Sospecho que nada material puede resolverse si no es por la vía espiritual. Y quienes buscan, en nuestros tiempos, resolver problemas financieros con finanzas, no se dan cuenta de lo equivocado de tal camino. Echar más leña material al incendio de la materialización absoluta e inconsciente sólo avivará la hoguera.
Una vez expuestos estos bosquejos de lo que quisiera escribir, ¿abordaremos la primera cuestión? ¿Habrá algo que cambiar en el mundo, para cambiar el mundo en siete días, más importante que cambiarnos a nosotros mismos?
Marco Aurelio, esperanzadamente, me enseñó una vez: "Si llegaras alguna vez, oh alma mía, a ser buena, sencilla, uniforme, sin rebozo y más patente a los ojos de todos que ese cuerpo de que estás vestida! ¡Si al cabo empezaras a tener gusto en la benevolencia y sincero amor para con todos! ¡Si algún día te hallaras satisfecha y sin necesidad de nada, no deseando ni codiciando cosa alguna, ni animada ni menos inanimada, para el goce de tus delicias, no apeteciendo tiempo en que pudieses disfrutarlas más a la larga, no suspirando por país, región, cielo benigno, ni compañía de hombres más adaptada a tu genio!" (Libro X).
Si cambiamos, en este sentido que nos indica Marco Aurelio, ya habremos cambiado el mundo. ¿En qué momento de nuestra infancia abandonamos este camino de la bondad y la sencillez? ¿Quién nos engañó? ¿Cuál es el miedo a comportarnos así? Repetiré una vez más, por si alguien no me lo leyó anteriormente: la bondad y la estupidez no se parecen en nada. Desechemos ese temor a que, por ser buenos, nos confundan con tontos.
No necesitamos ninguna sucesión temporal para hacer esto. Cuando comprendemos algo por primera vez, la transformación es instantánea.
Escuchad lo que dice el mismo Marco Aurelio en el Libro IV: "No bien habrán pasado diez días, cuando ya te reputarán por un dios aquellos mismos que ahora te tienen por una bestia o por una mona, si te dieres a seguir y tener por sacrosantas las leyes de la razón."
Pasan los siglos y siglos desde las palabras de Marco Aurelio y no nos decidimos a dejar de ser bestias o monas, estando en nuestra mano hacerlo en un instante. Por temporadas, pensamos guardar nuestra condición en secreto y vivir fingiendo. Por temporadas, nos mostramos tan viles como creemos que somos. ¿No llega el momento de cambiar, de ser quien verdaderamente deseamos y somos?
Así que esto es lo que quería decir en este primer artículo: Si cambiamos ahora, si cambio yo, el único yo que existe, cambiaremos el mundo en menos de siete días.
Y me despido con palabras de Borges; como él, yo también "hablo del uno, del único, del que siempre está solo." 

8 comentarios:

Joselu dijo...

El mundo es el habitante español tenido por gandul o torpe a ojos de la Merkel, el mundo es el talibán que piensa que las mujeres deben ir cubiertas y no tener acceso a la educación, el mundo es la muchacha con hiyab que lucha por ser algún día cardiólogo, el mundo es el trilero que despluma a los turistas inocentes en las ramblas, el mundo es Yoani Sánchez, bloguera que denuncia el nepotismo del régimen cubano, el mundo es el negro que se pudre en la cárcel por un asesinato que cometió hace veinte años, el mundo son los niños que juegan en los parques, el mundo son los refugiados somalíes que se hacinan en un campo de refugiados en Kenia, el mundo es el esquimal (inuit) alcoholizado en un bar en Anchorage, el mundo es el alumno malévolo que busca hacer daño a su profesor porque lo ve débil, el mundo es el resentido que se alegra de las desgracias ajenas, el mundo es la frustración ante la muerte inevitable de alguien que padece cáncer o SIDA, el mundo es la envidia, la generosidad de tantos y tantos seres humanos, el mundo es tan polimórfico y tan inmenso que son vanas todas las teorías o esperanzas de cambiar lo que es inabarcable por la pluralidad infinita de los seres humanos que incluyen a los gusanos que huyeron en balsas a Miami y los ilusos que piensan que la revolución puede llevar trescientos años y para forzar a los hombres a sentir la revolución fusilan, meten en cárceles o vituperan a todos los que opinan diferente. El mundo es de tal manera que no puede ser operada ninguna revolución que aúne a todos los seres humanos y menos en siete días o trescientos años. Esta consideración sólo puede llevar a planteamientos erróneos y totalitarios. Desde que escribió Marco Aurelio la humanidad no ha aprendido mucho. Hace lo que puede con errores y con aciertos, con miseria y con grandeza, con vulgaridad y con dignidad. Pero nunca será un modelo un régimen que se perpetúa en el tiempo esperando que en trescientos años los seres humanos serán diferentes.

Un abrazo.

Animal de Fondo dijo...

Querido Joselu, lamento mucho que tengas esa visión de la Revolución Cubana, que yo sospecho no es tuya propia, sino que considero afectada por la cruzada de información falsa que tantos medios propagan acerca de de Cuba. Todo ello dentro del profundo respeto que te tengo, aunque disienta de tus opiniones, entre otras cosas porque me consta que eres esencialmente bienintencionado.
Sea ello, pues, una muestra de lo mal que lo hacemos quienes intentamos hacer ver a los demás lo que consideramos es la verdad en lo relativo a estas cuestiones. No me cabe duda de que tendremos que esforzarnos más y mejor en explicar lo que pensamos son obras maravillosas de La Revolución, obras maravillosas también de Fidel, por quien siento admiración y cariño, aunque no consiga, a mi pesar, contagiártelos.
Un abrazo.

Javier dijo...

Desde la perspectiva en que ando, que a veces flaquea y a veces llora, me atrevo a decir, en voz baja, que la verdadera revolución sucede a diario, porque revolucionar es dar vueltas, es, a la postre, marearse.

Si confundimos buenas palabras, mejores acciones, solidaridad y generosidad, que vienen a ser una y la misma cosa, con la parafernalia terminológica a que nos abocan ideólogos, políticos y financieros, estamos perdidos. Mejor dicho, nunca estuvimos a salvo.

¿Cómo no estar de acuerdo con el reparto equitativo de la riqueza entre los ciudadanos? ¿Cómo no con el reparto, aún más igualitario, del trabajo -ojo, no con su división internacional-, a cada uno según su capacidad? ¿Cómo no mostrarse optimista ante la eventual desaparición de los privilegios, ni en función de clase ni de preeminencia social, sino simplemente de todos los privilegios? ¿Cómo no agradecer que te hablen con sentimiento, con honradez, con educación?

Pero, ¿cómo explicar que todas estas cosas en las que todos estamos de acuerdo nunca lleguen, jamás se pongan en práctica y siempre se posterguen ad kalendas graecas? ¿Quién es capaz de explicárnoslo sin el catecismo o el manifiesto comunista(tantas veces tomados en falso)en la mano?

Puede quien quiere. Mi padre, que era comunista y sufrió represión, murió con la esperanza de viajar algún día a la URSS, en la convicción de que allí no existiría esa maldad que caracteriza al capitalismo. Pero, derribados los muros de la vergüenza, otras infamias aún mayores fueron desveladas.

Cuba tiene en mi corazón ese anhelo romántico por lo que pudo ser y terminó ahogado en la violencia que rodea, inevitablemente, a toda imposición. Pudiera parecer que la democracia es la verdadera solución, pero implica otro orden de violencia, más sutil, más permeable, más sibilina, que difícilmente vemos. Por eso prospera.

La revolución ha muerto. Sólo nos queda la evolución, la de nuestras miserables, ruines y egoístas mentes, para que el mundo sea mejor, no perfecto, pero sí más sano.

Un abrazo.

Animal de Fondo dijo...

Javier, lamento mucho que tu padre no viajara a la Unión Soviética; estoy seguro de que hubiera encontrado lo que buscaba. ¿No encontramos cada uno, en cada viaje, un poco de lo que llevamos dentro?.
Lo que no es de recibo es que sin haber viajado allí ninguno de nosotros repitamos las consignas del capitalismo infamando lo conseguido por los soviéticos; tal vez el país fuera aburrido; pero estoy convencido de que sería también más justo que nuestros países capitalistas. La apropiación de la plusvalía, que es una suerte de esclavitud, es de una injusticia tal que verdaderamente no llego a comprender cómo podemos ni plantearnos el construir algo sobre las bases del sistema capitalista, que son perversas en sí mismas. Ya me parece que estoy glosando la Rerum Novarum que, por cierto, tengo pendiente de leer.
La dictadura del proletariado será, cuando exista, una imposición a la que me acogeré muy gustoso; mientras tanto, no se puede pedir, no digo ya exigir, a los países que se entreguen vencidos a sus enemigos mortales, enemigos que solamente quieren su mal. Mucho menos a países infinitamente más democráticos que los nuestros, como por ejemplo Cuba. Seguramente para algunos ahora termino de rematarlo, jajaja. Adoro lo conseguido por la Revolución Cubana, que no me parece nada utópica ni romántica. Simplemente se hace con materia humana, que ya sabemos es bastante perfectible.
Estoy de acuerdo en muchas cosas contigo: dejemos de ser ruines, dejemos de ser egoístas ahora, y una revolución -que no puede morir- girará junto a nuestras esferas.
Un abrazo, Javier!

Yolanda Molina Pérez dijo...

Francisco, debo empezar por ofrecerte disculpas y apropiarme de tu espacio, pero no puedo dejar de sentirme "tocada" y por lo tanto siento el impulso de saltar, para bien o para mal, aunque no logre convencer a otros, y ni siquiera se me conceda el beneficio ya no de la credulidad, sino de la duda.
Joselu, también formo parte del mundo junto a millones de cubanos que ni nos montamos en balsas,(que llevaban ciudadanos de todo tipo, no soporto el término gusano, pero fundamentalmente a personas buscando mejoras económicas para ellos y los suyos), ni sentimos la opresión o el nepotismo como la soga al cuello. Sabes que más de una vez he escrito sobre las cosas de mi país que no me gustan y que creo deben mejorarse, a mi juicio entre las peores se encuentra la de siempre creernos capaces de trabajar para el futuro cuando no somos competentes para modificar el presente, esa postergación en el tiempo para hacer lo correcto con inmediatez es el error repetido que nos mantiene en un círculo vicioso y dicho sea de paso en los últimos tiempos hemos visto una moderada tendencia a la espiral.
Culpar a Fidel de lo que es Cuba, es una injusticia, como mismo él tuvo la hombradía de sublevar a un pueblo para acabar con lo que consideraba injusto ¿no crees que pudieron surgir muchos más si la necesidad histórica lo hubiese requerido? Porque no faltan ejemplos en más de cinco siglos, sólo que quienes cuestionan la Revolución, criticable desde más de un punto de vista y desde muchas perspectivas, han encontrado en la palabra y la vida fácil el método para canalizar su oposición, entre otras cosas porque la vida de los revolucionarios, entendidos estos como seres promotores del cambio, implica rigor, sacrificio y renuncia y es mucho mejor ser un “líder” docto en tecnología e imagen pública, que un ser anónimo que lacere su propia carne para conseguir a la larga darle al espíritu la gloria de la complacencia.
Supongo que tengo el nimio derecho a formar parte de este mundo con ganas infinitas de hacerlo mejor, y será una majadería mía pero la comparto con millones que creemos tener mucho más que otros tanto que a diario mueren por conquistar lo que nací teniendo alrededor de mi cuna y que quizás por eso doy por hecho, pero si lo perdiera probablemente se convertiría en urgencia luchar para tenerlo, y con denuedo por asegurárselo a mis hijas.
Los sistemas totalitarios consideran como enemigo a todo pensamiento diferente, y eso lo dijo George Orwell, creo que en Cuba ha llegado el tiempo de entender y aprender muchas cosas, y siempre es útil recordar que no sólo desde dentro nace el enfrentamiento, ni tampoco está EU sólo en el bando contrario aunque lidere la ofensiva, para muchos, satanizarnos forma parte de algo aprendido, aunque lo que nos cree sea sólo la voz escuchada a terceros.
cont...

Yolanda Molina Pérez dijo...

¿Puede alguien decirme un solo país donde no haya divisiones políticas y los que estén en el poder neutralicen o al menos intenten hacerlo con los que consideran sus enemigos? Y no digo que esté bien lo que se hace acá, pero tampoco es para escandalizarnos porque Javier ¿habrá más violencia en Cuba ahora que la que se emplea para neutralizar la ola de protestas que recorre en los últimos meses el mundo?
Ya sé que existen muchas maneras de esgrimir la violencia, pero créanme los cubanos estamos más libres de ella de lo que popularmente se cree, incluso dentro y fuera.
No puede pensarse en una revolución para hacerla en 300 años, y ya nos ha tomado más de lo necesario, pero me gusta pensar que estamos en un despegue para tomar velocidad y que en tres siglos seguiremos animados por las ganas de hacerla cada día un poquito mejor, con la posibilidad de la evolución que nos deja Javier y que inevitablemente, desde mi punto de vista nos llevaría a revolucionarnos.
Pero la revolución es mucho más que una isla caribeña, a fin de cuentas hay muchos más necesitados de ella que nosotros, y sabes Francisco, quizás los cubanos llevamos tanto tiempo siendo buenos (aunque no todo lo que yo quisiera) que nos toman por tontos y de ahí la necesidad de decirnos qué, cómo, y cuándo actuar.
Mis disculpas una vez más y espero que Joselu y Javier entiendan que no hay nada personal en mis palabras, sólo el intento de ofrecerles una visión desde el otro lado del lado del cristal…
Abrazos…

Animal de Fondo dijo...

Querida Yolanda, no sabes la alegría que me ha dado tu intervención. Y realmente creo que este caso debería enseñarnos algo. Primero, que debemos esforzarnos mucho más en todos los sentidos; en el exterior, en defender a Cuba, sin claros en la línea; en el interior, a ayudar a que muchos cubanos vean de verdad cómo es de injusto este mundo que allí tantos turistas falsean. Fíjate lo revelador que es el caso de Joselu; él lee tu blog, está en teoría bien informado. No hay más que ver su opinión sobre la cabecilla de los mercenarios, junto con los otros términos que expresa para darse cuenta de hasta qué punto el lavado de cerebro, en lo concerniente a Cuba, ha hecho efecto en él. Lo digo con todo cariño a Joselu, a su persona; lo que no puedo es condescender con los disparates en los que cree. El mismo Javier es de lo mejor que hay por aquí; es bienintencionado, ama la justicia, defiende la igualdad; tiene lucidez para comprender las aberraciones de nuestro sistema (chicos, perdonad que hable así de vosotros; comprended que Yolanda es como de mi familia); sin embargo piensa que la idea de la Revolución cubana es una utopía, un viejo romanticismo. Al que no lo anulan por una parte, lo eliminan por otra.
Si yo fuera millonario, Yolanda, lo primero que haría sería extender veinte cartas de invitación a veinte periodistas cubanos para que vinieran a alojarse en mi casa (aunque dudo que los dejaran entrar y tendría que construir una barbacoa, jaja). Al igual que es imposible, sin vivir muy dentro de la sociedad cubana, comprender nada de lo de allá, es también imposible comprender bien lo de acá sin sentirlo en las carnes. Ahora mismo en el blog de Joselu está candente una discusión sobre unos alumnos de Joselu que han copiado un examen. Según el mismo Joselu, esos niños, que deben tener unos trece o catorce años, apenas saben leer. No uno o dos niños. ¡Todos los de sus dos clases! Y aquí se discute si está bien o mal que copien. Si se diera una situación medio parecida en Cuba, que no puede darse, yo creo que Martí se levantaba de la tumba. ¿No sería más difícil lo que se hizo cuando la alfabetización? ¿No será más difícil conseguir lo que se está consiguiendo en tantos países con el método "Yo sí puedo" de esa genial maestra, Leonela Inés Relys Díaz, a instancias de Fidel? Pues aquí se analiza si será mejor que aprendan a leer con Ipad o con Ipod, si es o no censurable que copien, pero de que los niños aprendan a leer de una vez ni sombra. Parece que lo importante será justificar bien documentadamente, dentro de unos meses, el motivo científico por el que no aprendieron. Que conste que esto no es una crítica a Joselu, pero sí al sistema.
Todo esto que ocurre lo dijo Fidel y yo lo expuse en el blog. Lo copiaré de nuevo, porque es el vivo retrato de nuestra situación: (continúa)

Animal de Fondo dijo...

(continuación)
"Cuando surgieron los medios masivos se apoderaron de las mentes y gobernaban no solo a base de mentiras, sino de reflejos condicionados. No es lo mismo una mentira que un reflejo condicionado: la mentira afecta el conocimiento; el reflejo condicionado afecta la capacidad de pensar. Y no es lo mismo estar desinformado que haber perdido la capacidad de pensar, porque ya te crearon reflejos: ‘Esto es malo, esto es malo; el socialismo es malo, el socialismo es malo’, y todos los ignorantes y todos los pobres y todos los explotados diciendo: ‘El socialismo es malo.’ ‘El comunismo es malo’, y todos los pobres, todos los explotados y todos los analfabetos repitiendo: ‘El comunismo es malo’.
“‘Cuba es mala, Cuba es mala’, lo dijo el imperio, lo dijo en Ginebra, lo dijo en veinte lugares, y vienen todos los explotados de este mundo, todos los analfabetos y todos los que no reciben atención médica, ni educación, ni tienen garantizado empleo, no tienen garantizado nada: ‘La Revolución Cubana es mala, la Revolución Cubana es mala.’
“¿De qué hablan? ¿Qué hace el analfabeto? ¿Cómo puede saber que el Fondo Monetario Internacional es bueno o malo, y que los intereses son más altos, y que el mundo está siendo sometido y saqueado incesantemente por mil métodos de ese sistema? No lo sabe.
“No enseñan a leer y escribir a las masas, gastan un millón de millones en publicidad cada año; pero no es que gasten, lo gastan en crear reflejos condicionados, porque aquel compró Palmolive, el otro Colgate, el otro jabón Candado, sencillamente porque se lo dijeron cien veces, se lo asociaron a una imagen bonita y le fueron sembrando, tallando el cerebro. Ellos que hablan tanto de lavado de cerebro, ellos lo tallan, le dan una forma, le quitan al ser humano la capacidad de pensar; y si todavía le fueran a quitar la capacidad de pensar a alguien que se gradúa en una universidad y puede leer un libro sería menos grave.
“¿Qué puede leer el analfabeto? ¿Cómo se entera de que lo están engatusando? ¿Cómo se entera de que la mentira más grande del mundo es decir que eso es democracia, el sistema podrido que impera ahí y en la mayor parte, por no decir casi todos los países que copiaron ese sistema? [...] Eso es lo que hace que cualquiera pueda ser, al cabo del tiempo, muchas veces más revolucionario de lo que era cuando ignoraba muchas de esas cosas y solo conocía los elementos de la injusticia y de la desigualdad."
Abrazos, Yolanda, hemos de seguir pensando y hablando.