sábado, 27 de noviembre de 2010

BORGES


Descubrí a Borges cuando tenía catorce años, a través de una cita en un libro que me parecía misterioso; se llamaba "El retorno de los brujos" y estaba escrito por Louis Pauwels y Jacques Bergier. Compré "El Aleph" y algunos años después lo perdí; pero el libro me maravilló lo suficiente como para pedir a una de mis tías, que fue maestra, que me regalara la primera edición de sus Obras Completas.
Cuando estudiaba preuniversitario ya sabía yo que Borges no era un gran novelista; al describirlo así Gonzalo Torrente en su libro de texto de literatura comencé a sospechar que los críticos y los profesores a veces no leen al autor del que escriben o hablan; se conforman con creer lo que se ha dicho en otras reseñas. Años después me entretuve en descubrir estas copias de copias de copias;  es asombroso saber la cantidad de especialistas que ha leído a Fernández-Guerra (o a otros que han leído a Fernández-Guerra) en lugar de leer a Quevedo. A veces se puede seguir el hilo de una errata a través de los siglos.
Aprendí a establecer una relación personal con los escritores que me gustan. Amar o no amar es casi siempre una cuestión de punto de vista. ¿Cómo no amar a alguien cuando se conocen sus pensamientos y sus emociones más íntimas? Sé que no todos piensan así; en una ocasión Antonio Gala (el que escribía artículos espléndidos en Sábado Gráfico, junto a Néstor Luján y José Bergamín) se sorprendió de mi afectuosa relación con Borges y me confesó que había mezclado colillas  con aceitunas en un plato para ver su reacción si se llevaba una a la boca.
Tal vez Borges tuvo algo de Pablo Palazuelo y de Eusebio Sempere. Tuvo delicadeza, tuvo modestia, tuvo perfección formal. Sus inquisiciones son una forma amena y sencilla de adentrarse en mundos ajenos; nominalismo, realismo, arte de injuriar; David Hume y George Berkeley. Mediante su descripción del idealismo conseguí un notable en Estética y Composición, que nos enseñaba Víctor D'Ors; en el examen, en lugar de contestar a las preguntas, me dediqué a argumentar lo irrelevante de hacerlo; el examinador y yo no coincidiríamos seguramente en el espacio ni en el tiempo, según Hume, por lo que difícilmente sería posible juzgarme con un mínimo de imparcialidad.
Los relatos de Borges son el desarrollo final de un modo de narrar, tal como la pintura de Picasso es el desarrollo final -lo que significa la muerte- de un modo de pintar. Si siempre es hermosa y difícil la elipsis, la contención, la palabra justa, en Borges todo esto se da hasta el extremo. Y si en alguna literatura hay estructura, en la de Borges la estructura parece diseñada por Mies Van der Rohe. Mies,  que al escuchar los motivos de un obrero que no comprendía la necesidad de limpiar a fondo una parte de la obra que quedaría oculta después bajo el yeso: "nadie lo verá jamás", contestó: "pero lo verá Dios". Supongo que la estructura de Borges fue lo que le impidió escribir novelas, porque ese laberinto de precisión no puede extenderse más allá de veinte páginas.
Siempre he estado de acuerdo con el epílogo de las Obras Completas de Borges; allí se reproduce la reseña de una imaginaria enciclopedia futura y se afirma que no se comprende la fama que tuvo en su tiempo y que Borges mismo tampoco lo comprendía.
¿Quedará Borges como poeta? Yo creo que es así como quedará, porque en su poesía hay una voz verdaderamente personal, universal, contenida, y también porque nada es lo que parece en ella. Aunque Borges solamente haga dos alusiones al amor humano, entre hombre y mujer, en toda la larga relación de sus versos, lo que así se esconde con tanto cuidado es lo que está presente siempre. ¿Es tan importante lo que se calla? Según mi criterio sí, tal como él mismo describe:
"Un hombre se propone la tarea de dibujar el mundo. A lo largo de los años puebla un espacio con imágenes de provincias, de reinos, de montañas, de bahías, de naves, de islas, de peces, de habitaciones, de instrumentos, de astros, de caballos y de personas. Poco antes de morir, descubre que ese paciente laberinto de líneas traza la imagen de su cara." (epílogo a "el Hacedor", citado por Fernando Zóbel en su Cuaderno de apuntes).
Ese laberinto de líneas a lo largo de sus versos nos descubre una imagen oculta de su cara y esa imagen es también la del amor personal que Borges siempre añoró; la única palabra vedada de las adivinanzas: la solución, la respuesta.
Aquí van los dos poemas. El primero está, como no, en El Hacedor: 

"Yo, que tantos hombres he sido, no he sido nunca
aquel en cuyo abrazo desfallecía Matilde Urbach."

El otro es el poema "Lo perdido", de "El oro de los tigres":

"¿Dónde estará mi vida, la que pudo
haber sido y no fue, la venturosa
o la de triste horror, esa otra cosa
que pudo ser la espada o el escudo  
y que no fue? ¿Dónde estará el perdido
antepasado persa o el noruego,
dónde el azar de no quedarme ciego,
dónde el ancla y el mar, dónde el olvido 
de ser quien soy? ¿Dónde estará la pura
noche que al rudo labrador confía
el iletrado y laborioso día,
según lo quiere la literatura?
Pienso también en esa compañera
que me esperaba, y que tal vez me espera."

Tuve la dicha de estrechar la mano de Borges y de hablar con él en 1980. Dictaba Borges una conferencia en el Instituto de España. Más tarde, la Academia le ofrecía un pequeño homenaje donde pude colarme; a veces un traje bien cortado hacía milagros en España. Yo era joven, la diferencia de edad con los presentes era superior a veinte años; ya en el interior, un periodista argentino se extrañó de esa diferencia de edad y me preguntó quién era. Al contestarle que yo no era nadie, que era un muchacho vulgar y que me había colado, se lo tomó a broma y pensó que ese interés en no darme a conocer aumentaba mi importancia; se ofreció, lo que le agradezco todavía, a presentarme a María Kodama, que me presentó a Borges a su vez; así pude regalarle la acuarela trazada con agua, sin pigmentos, que sobre un papel Arches grain fin hice para él; sin pigmentos, para que nadie pudiera verla -me sentía pintor entonces- ya que él estaba ciego. Tuvo la bondad de aceptarla y hacerme feliz; cuando me marchaba, me despedí del periodista que seguía sonriéndome intrigado, yo satisfecho al saberme compartiendo el aire que respiraba Dámaso Alonso. Nunca olvidaré a Borges.

17 comentarios:

Anónimo dijo...

Todavía no he leído a Borges... aunque veo que debiera =)

Animal de Fondo, la historia de la acuarela... ¡vaya! me ha dejado mudo.

Gracias por tus palabras, un placer leerte,
un abrazo bajo la lluvia de Almería

Desde la caverna de Platón dijo...

¡Qué artículo tan bonito! Me parece que te voy a regalar algo muy borgiano.

Joselu dijo...

Hoy un artículo en El País semanal de Javier Cercas habla de Borges. Argentina no sabe qué hacer con él. Es el menos argentino de los escritores -además de antiperonista, lo que ya le condena- o quizás el más profundo de ellos. Es el modelo o el antimodelo al que todos desean asesinar. Su distanciamiento de Argentina es notorio, pero lo entiendo. Me pasa a mí algo parecido con Aragón, una tierra que detesto o que amo, o quizás ambos extremos a la vez. Un bello ensayo, y desde luego una situación para recordar la del encuentro personal con Borges y María Kodama. He visto la entrevista de Joaquín Soler Serrano con Borges varias veces y he juzgado impertinente la actitud del periodista ante las palabras del ciego ilustre al que apenas dejaba hablar. Argentina es Borges y no es Borges. Sólo se puede ser argentino si se detesta Argentina, quizás sea algo parecido a lo que nos pasa con España. Una evocación literaria valiosa.

Ruiz dijo...

Hola Animal de Fondo. Eres una de las personas más afortunadas que conozco. Estrechas la mano del Maestro... En fin. Me ha encantado lo que has escrito. Los que hemos leído a Borges vemos la vida desde el prisma de lo que Edgar Morin llama el "Pensamiento complejo", Borges descubrió este pensamiento mucho antes, pero nos lo enseñó a través de su obra.
Sólo una pregunta... El examen que aprobaste que trataba sobre la Estética, ¿En qué escrito de Borges te basaste para responder? Saludos y un fuerte abrazo.

Animal de Fondo dijo...

¡Gracias, Antonio, lo espero!
Un abrazo.

Animal de Fondo dijo...

Gracias a ti, Miguel, dale, que hace mucho que no veo a nadie con tan buenas condiciones de poeta. Un abrazo!

Animal de Fondo dijo...

Acabo de leer el artículo de Cercas para poder comentarlo. No me gusta esa forma de escribir en la que lo importante no es aquello de lo que se escribe, sino que siempre el personaje es una excusa para mostrar el brillo de la prosa y la inteligencia del que escribe. Así que ese brillo me cansa, me desgasta; ni Cervantes es ese Cervantes, ni Borges es el más importante desde Cervantes, ni nadie huía de Borges, creo (como si la obra de Cortázar no tuviera relevancia en sí misma) ni Pierre Menard copió un párrafo del Quijote... ni a Cercas le interesa nada que no sea, como se dice ahora, la audiencia. Ojo, no conozco a Cercas bien, todo esto no son más que palabras atrevidas, dichas en la necesidad de contestarte. Pero uno de mis poetas favoritos, Rafael Sánchez Mazas, quedó reducido por él a fenómeno mediático y a una cuestión de azar en un fusilamiento y eso no me hace gracia, porque pagué por el libro Soldados venciendo mi costumbre de no comprar libros de gente no contrastada. Eso sí que no me lo perdono ;)))))))
Por cierto, Soler Serrano hizo dos entrevistas a Borges, con unos años de diferencia. A lo mejor la otra te gusta.
Gracias, Joselu; por cierto, la contestación de Maykel me ha levantado el ánimo.
Un abrazo.

Animal de Fondo dijo...

Ay, Ruiz, qué despiste, no te dije que fuiste tú quien me despertó el deseo de recuperar este artículo; lo tenía esbozado entre mis borradores nada menos que desde el 97, siempre a la espera de mejorarlo un poco. Así que eres el culpable de su "apresurada" :)) publicación. Merodeando por tu blog pensé que te gustaría; lo busqué, acorté un poco las frases y aquí está ahora. Gracias por ello.
Te busco ahora mismo los artículos. Ya. Están en "Nueva refutación del tiempo", en "Otras Inquisiciones". A mi juicio, es un tema que se relaciona muy bien con "El tiempo circular" de "Discusión". Al final escribe unas bellas y conmovedoras palabras, que copiaré: "El tiempo es un río que me arrebata, pero yo soy el río; es un tigre que me destroza, pero yo soy el tigre; es un fuego que me consume, pero yo soy el fuego. El mundo, desgraciadamente, es real: yo, desgraciadamente, soy Borges." Aquí está una vez más ese Borges que hierve oculto entre laconismo y objetividad mesurada.
Y el examen, lo reconozco, fue un descaro y la nota una sorpresa para mí. O no tenía ni idea de las preguntas o estaba demasiado enfrascado en estas cuestiones de espacio y tiempo en los idealistas; el caso es que recurrí a ellas con inspiración feliz ese día. Al cabo de unas semanas, ya fuera de la asignatura, reclamé el examen con la intención de guardarlo, pero el profesor fingió buscarlo en el montón y me dijo que había desaparecido.
Un abrazo. ¡Gracias!

Ruiz dijo...

Jajaj, pues es todo un honor haber sido el motivo. Gracias por las referencias. La verdad es que he leído los tres ensayos (El mejor a mis ojos es OTRAS INQUISICIONES), no obstante nada en Borges merece el calificativo de desdeñable.
Saludos y gracias por tu entrada, algún día escribiré sobre Borges y sobre algunos autores que influyeron sobre él, llevo tiempo dándole vueltas. Un abrazo.

Desde la caverna de Platón dijo...

¿Dónde te mando unas líneas que tengo por ahí y que me parece que te van a gustar? Mi correo es: lacavernadeplatonarrobagmail.com

Unknown dijo...

Hola animaldefondo:

Curioseo de vez en cuando tu blog, pero Borges me ha dado de lleno, he de admitirlo. Todavía conservo en algún lugar un cuaderno, de aquellos antiguos, de tapas azules, en los que, como para que yo comprendiese qué era exactamente aquello, se podía leer con letras grandes: "Cuaderno". Y en la primera página escribiste, aún no se muy bien por qué:
"Pienso también en esa compañera
que me esperaba, y que tal vez me espera.
Borges".
Justo después leí El Aleph y luego Otras inquisiciones y... Aquel día no hablamos de Zóbel, ni de Rothko, ni de Murillo.

JAKKOBO dijo...

Que Borgiano todo, parece un relato del propio Borges. Una maravilla de misterio y coherencia...
Todo parece borgear!!!

Por cierto y a todo esto, llevo toda la tarde pensando en el silencio, en su falta, en su incumplimiento...y sí, lo confieso, en su apropiación, ¿qué hay que hacer para apropiarse del silencio? Es un estado? ¿Bajo que características físicas se circunscribe? Lo definimos por su ausencia, por su negación de ruido o por su presencia?
Querría poseerlo y registrar esta posesión en un notario y no sé si se puede...

*Enhorabuena Animal de Fondo, me ha encantado esta vivencia tan personal.

Animal de Fondo dijo...

Muchísimas gracias por vuestras afectuosas palabras.
"Reinaba un maravilloso silencio..." Jakkobo, la frase es de Cervantes, pero, a mi juicio, ese maravilloso silencio habita en las páginas escritas por Azorín.
Abrazos a todos. ¡Gracias!

Mertxe dijo...

Yo tampoco lo olvidaré. Me ha proporcionado horas de mucho bienestar, con su verso y con su prosa, tal vez porque es un gran escritor, con las emanaciones de su personalidad.

Saluditos de una vasca trasplantada en el Maresme.

Animal de Fondo dijo...

¡Gracias por el comentario y los saluditos Mertxe! Vayan otros para ti.

María dijo...

A mí me encanta todo lo que escribe Borges.

Saludos.

Animal de Fondo dijo...

Otros para ti, María; a mí tambien. ¡Gracias!